A la política se llega llorado de casa. Y a poder ser con las necesidades hechas. Desde el domingo por la noche Alberto Núñez Feijoo (sin tilde, como dice Juan Manuel de Prada) no ha hecho otra cosa que llorar solo o en compañía de otros. Que si le tienen que dejar gobernar porque es la lista más votada. Que si Vox es una mierda pinchada en un palo y solo se ajunta con ellos porque nadie le quiere. Que si se presenta, que si no se presenta. Todo lleno de lágrimas como la canción de Ángela Aguilar, La llorona. También habría valido La zarzamora, que llora por los rincones.
Llorando junto a él aparece Juan Manuel Moreno Bonilla, el Boni para los amigos, que se inventa no se sabe qué conspiraciones que no se han producido nada más que en su mente. Y claro, mientras lagrimea, afirma que debe gobernar quien ha ganado las elecciones, no como cuando el trifachito andaluz perdió las elecciones frente a Susana Díaz pero se aliaron para gobernar. Lo más gracioso del lagrimeo es que ha manifestado que liderará a Andalucía contra cualquier ofensa a España o su región. ¿Pero qué vas a liderar, llorona? Difícilmente mandas en casa como para pedir a los andaluces que se levanten contra un proceso imaginario.
Otra que llora que te llora es Isabel Díaz Ayuso. Ese ser que los poderes mediáticos de Madrid piensan que es exportable al resto de España y que desearían poner al frente del PP, después de que les haya salido mal lo del gallego. Otra que gobernó mediante un trifachito habiendo perdido las elecciones frente al PSOE. La verdad es que lo que tome es más psicotrópico que lo del andaluz, aquí la conspiración ha pasado a ser un golpe de Estado para proclamar la república (sí, no es de ahora sino de hace un año), el mismo argumento pero al revés de Pablo Iglesias, otro que tal… A llorar.
Lo mejor de todo es que, probablemente, se acaben repitiendo las elecciones porque no les den los números a ninguno. El problema es que, además de quedar como unos llorones que no saben aceptar los resultados (el sistema sí lo aceptan porque se han provechado de él todo lo que han podido), tampoco aceptan que no gustan a los españoles. Con todo el aparato mediático que tienen detrás, están quedando como unos pusilánimes. Algo que les podría pasar factura en la repetición. Pedro Sánchez se ha ido de vacaciones y ahí les ha dejado con su caja de kleenex. Lo que sí debería hacer, como medida de precaución, es mandar de vacaciones a todo el simanquismo que tiene en Moncloa y a todos los Renovadores de la Base (como él mismo). La última vez provocaron el tamayazo.
¿Se imaginan a Feijoo viajando a Waterloo para peinar la frondosa melena de Puigdemont? ¿O acudir a Guipúzcoa para convencer a todos que él es, en realidad, un gudari? No descarten nada porque las lágrimas son muy traicioneras. Y en estado de depresión pueden llegar a acostarse con cualquiera. Son muchas las canonjías a trincar. Y ya saben, París bien vale una misa.