Que a estas alturas del siglo xxi estén cuatro y el de la moto dando vueltas al tema del Valle de los Caídos es como poco berlanguiano, por no decir cuerdista. Al 99% de los españoles lo que pase con, en y sobre el Valle de los Caidos se la refanfinfla. Es un monumento que ha estado ahí desde siempre, para la mayoría, al que no se le ha prestado realmente atención, no molestaba y era utilizado por cuatro o cinco añoradores del régimen franquista, más los siete falangistas verdaderos que acudían a rendir homenaje a la víctima de la Guerra Civil, José Antonio Primo de Rivera.

Hasta que el rodriguismo-sanchista ha hecho su aparición el Valle de los Caídos era uno más de los monumentos del Patrimonio Nacional al que no se le presta atención, como tantos otros que están en ruinas. El rodriguismo-sanchista tiene el problema de que hace políticas de derechas, o neoliberales para ser más precisos, se preocupa de los penes lesbianos y tiene a la clase trabajadora y la clase media —que es tan trabajadora como la otra— empobrecida. Lo mismo que pasaría, y ha pasado, con los gobiernos neoliberales del PP. Entonces necesita mover algún espantajo, algún matasuegras, para aparentar justo lo que no es, de izquierdas —junto al puzzle que tiene a su supuesta izquierda—.

Hasta el momento había ido gastando las balas del feminismo woke, de la doctrina del shock (crisis económica y sanitaria), de la plurinacionalidad y de las organizaciones internacionales (al servicio del capital) con la Agenda 2030 como máxima expresión. ¿Qué le quedaba? Francisco Franco. Un dictador que, sin ser olvidado, estaba en su caja de la historia española para debate de historiadores y politólogos sobre su obra y época. Tampoco piensen que era un debate enorme. Así que el Gobierno para aparentar ser más de izquierdas acudió a un muerto para distraer al personal y ver si movía los más bajos instintos, eso sí, sufragando bien a los medios de comunicación sus gastos publicitarios.

Ocurre que en España, a uno y otro lado, hay mucho amargado de la vida. Hunos porque no tuvieron la oportunidad de derribar la dictadura, Hotros porque les traicionaron todos, comenzando por el Borbón. Si, piensan en el gobierno, hacemos que estas dos facciones se peleen y, además, metemos la cosa religiosa por medio, podremos pagar las “sobrinas” a los ministros, subir el PIB con fondos europeos mientras el coste de la vida aumenta, despistar con los enredos de la esposísima y señalar a la derecha como fascista y dictatorial. En el otro lado, que todavía siguen teniendo miedo al marxismo y al comunismo (son sus propios espantajos), como la política económica sería la misma y la territorial casi también —¿hay alguna diferencia en las políticas lingüísticas del PP en Galicia y País Valenciano respecto a Cataluña?—, pues a sacar la cruz y el marxismo a pasear.

El Valle no se toca.

Dentro de los que no quieren que el Valle se toque, la única persona (con algún amigo que otro) sincera y que expresa sus razones con valentía es Ipe Utrera Molina. No quiere que se olvide lo que hizo el franquismo, ni quiere que se desacralice el Valle como buen cristiano. El resto fariseos todos, o casi. Existen unos cuantos que dicen defender el Valle a causa de lo religioso, por ejemplo, que persista el monasterio benedictino, pero el realidad o bien es por tocar los pelendengues a Pedro Sánchez, o bien es porque les sale en franquista interior. Mejor dicho, les sale el dictadorzuelo interior porque les vale Franco o Vladimir Putin o alguno similar. Dígase que no les gusta la democracia porque ellos no mandan.

Existen otros, dentro de este grupo, que defienden lo religioso mintiendo. Que si van a volar la Cruz, que si el gobierno se ha cardado al prior Santiago Cantera, que si esto es un ataque para acabar con la cristiandad y cae en el islamismo que quieren las élites europeas. Pongan ustedes la conspiración que quieran porque encajaría. Eso sí, últimamente la culpa de todo es de los obispos españoles que son unos blandengues y, por extensión, culpa del papa Francisco. Esperan que en España vuelva reinar el nacionalcatolicismo, siempre y cuando, ellos puedan hacer lo que quieran. Esto es, que sobre ellos no caiga el peso de ese nacionalcatolicismo. Algo que además de no haber sido útil en el pasado, parece casi imposible en este presente.

Si el catolicismo puede tener algún futuro en España y Europa, el camino no es por ahí. Realmente son antisanchistas muy cómodos en este juego de persecución religiosa pero que en su día a día carecen de caridad y de práctica de las obras que exige el catolicismo.

El Valle se toca.

No se sabe si el ministro Félix Bolaños acudió de pequeño a un colegio concertado de curas o monjas. Igual los salesianos de Estrecho le pegaban capones. A saber, lo que sí es obvio es que toda su argumentación es anticlerical no laica. En realidad al ministro le da igual lo religioso y el Valle, empero le sirve para sus propósitos políticos. Por un lado tiene contentos a los cuatro anticlericales que hay en el PSOE y por otro a los siete que desearían volar el Valle porque no tuvieron los “santos cojones” de derrotar al dictador. Puede haber algún familiar de represaliado, sin duda, pero la mayoría son gentes amargadas y frustradas por vaya usted a saber qué.

Con esto del Valle se contenta a toda esa masa borreguil que ha logrado generar la izquierda española como si el gobierno en su completitud fuese de izquierdas y muy laico. La realidad es que ni son de izquierdas —lo de los impuestos no es para cubrir lo social sino para pagar propaganda ideológica, pagar pufos de todos los gobiernos y seguir con el capitalismo de amiguetes—, ni son laicos. Su religión es otra, pero tener la tienen. Y como en todo imitan a la Iglesia, tienen hasta a su cardenal en José Luis Rodríguez, alias ZP, y poco más que un papa en Pedro Sánchez —al menos a la manera del Palmar—. Con lo del Valle nadie se fijará en la ruina económica (en el día a día e industrial) que están provocando por seguir las directrices de Bruselas y la clase dominante (incluida la estadounidense).

¿Qué hacer?

Salvo los cuatro que defienden el Valle con sinceridad, ya sea por franquistas, o por nacionalcatólicos, el resto lo utiliza como instrumento para sus luchas particulares y que no se note que no dejan de tener el mismo objetivo, explotar y empobrecer a todos los españoles —¿han visto el monotema de las tierras raras de Ciudad Real mientras ponen el grito en el cielo por el Valle?—. Lo primero es la extracción de rentas a los españoles, pero como eso no se puede exponer así, pues se pelean por el Valle con argumentos peregrinos pero que parecen ser muy piadosos o muy izquierdistas. Que se desacralizan iglesias casi todos los días y no dicen nada.

¿Qué hacer con el Valle? Aquí se propone vendérselo al Opus Dei, por ejemplo. Ahora que les han medio quitado Torreciudad igual les vendría bien un sitio para hacer su retiros y demás. Conservarían lo religioso y quitarían un gasto al Estado. También se podría crear un nuevo parador nacional. Se podría entregar a la Iglesia católica y que ellos vean qué hacen con el lugar, igual un lugar de reclusión de curas desviados. Lo que desde luego que no puede ser es ni un sitio de los hunos o de los hotros. Ni un lugar de rememoración, ni de venganza. Un museo de la transición no porque no les gusta a los que gobiernan, ni a los que aspiran a ser los mandamases, pero algo que tenga que ver con la concordia o lo dicho anteriormente, venderlo a quienes quieran darle buen uso o sacarle dinero. Eso sí, que se anden con cuidado porque igual las cañas se vuelven lanzas, que hay mucho cristiano de izquierdas en la España profunda. Mientras tanto dejen la hipocresía hunos y hotros.

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