El nivel del juego, salvo dos contadas ocasiones, está siendo malo tirando a lamentable en la Eurocopa 2024. La culpa no la tiene Alemania pues, pese a ser parcialmente tierra de personajes pensantes calificados como sospechosos, no genera la estancia allí algún tipo de trastorno mental. No es que los jugadores al pisar suelo alemán olviden jugar al fútbol. Tampoco tiene la culpa, aunque es la excusa barata de los comentadores de la cadena episcopal, la larga temporada. Busquen un claro culpable: el entrenador-terrorista.

Terror es lo que están produciendo algunas selecciones que, empero, están plagadas de grandes jugadores pero las dirigen el entrenador-terrorista de turno. El caso más evidente es Southgate en Inglaterra. Ya desde la configuración de la lista olía raro, pero al haber buenos jugadores cualquiera pensaba que esa extrañeza era producto de los prejuicios propios. Y no, es que el británico es un terrorista del fútbol. Se ha llevado a tres jugadores que juegan por el mismo lado (la derecha) y casi ninguno por el otro (Bowen en la izquierda). Como quiere jugar con los buenos, con los que han destacado durante la temporada, al final tiene que poner a alguien fuera de su sitio, por ello acaba trastocando todo y nadie juega donde más rendimiento genera.

Para que Bellingham pueda destacar como en su equipo quita un medio centro pues Kane es el 9 y Foden y Saka deben jugar en las bandas. Y deben hacerlo porque han sido los destacados de la temporada… jugando en otras posiciones. Bellingham destacada como mediapunta llegador porque detrás tiene a tres barredores. ¿Qué tiene en Inglaterra? Dos buenos jugadores como Rice y Gallagher o Alexander-Arnold (según el momento). Además, por delante Bellingham no tiene un delantero centro, aquí sí; uno que baja a recibir y ocupa los espacios del centrocampista. El pobre Foden, que suele ocupar los espacios parecidos de Bellingham se pega a la banda que peor le viene a su juego. Y Saka se queda sin gente con quien combinar. Un plan perfecto si se es un terrorista del fútbol y le añade situar a Trippier (un diestro cerrado) de lateral izquierdo. Lo peor es cuando se lía a hacer cambios sin ton ni son descolocando a los demás jugadores…

Otro que va camino, pese a haber ganado un Mundial, de hacer bueno al inglés es el francés Didier Deschamps. Con los buenos jugadores de toque que tiene Francia, se empeña en poner a los trotones por detrás de Mbappé y dos extremos a los que no llegan balones medio decentes. Entre Kanté, Tchouameni y Rabiot son incapaces de dar tres pases seguidos y mucho menos generar algún tipo de ventaja a los extremos. Si juega con Griezmann, acaba perdiendo un extremo porque Mbappé acaba jugando por el centro, ocupando el lugar del centrocampista rojiblanco. Los laterales suben la banda como podría subirla cualquier espectador con un vaso de cerveza en la mano. No se le ocurre poner en medio campo a Zaire-Emery o Fofana que al menos saben que la pelota es redonda.

Y lo mismo sucede con otros entrenadores que, teniendo buenos jugadores ofensivos, los ponen a defender, dejan a los delanteros solos para buscarse la vida en algún pelotazo o juegan con cinco defensas con carrileros que ni suben, ni defienden. Un horror completo para un torneo que dispone del 70% de los mejores jugadores del mundo y las cinco ligas más potentes. Cualquiera que haya visto partidos de la mayoría de los jugadores que participan saben que en un 60% están jugando en posiciones donde no lo hacen en sus clubes. No es culpa del cansancio —cansados estarán todos ¿no?— sino de entrenadores-terroristas que piensan que han inventado el fútbol.

En España, cosa rara, hay un entrenador que, por ahora, no ha inventado anda y tan solo pone a los jugadores donde mejor lo hacen. Tan sencillo como eso. El resto son para expulsar del torneo… aunque podría ser peor, podría ser la Copa América.

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