Catorce victorias seguidas. Va como un pepino. Las fieras no se cansan de salir cuando Isidoro abre los portones. Todo eso no tiene mérito. El récord de victorias seguidas del Atlético de Madrid, conseguido bajo la guía del Cholo Simeone —superando su propia mejor marca—, es algo que salvo los hinchas rojiblancos nadie conocerá. El liderato y, por tanto, el campeonato de invierno de La Liga es algo que desaparecerá en minutos. Nada existe salvo lo que hacen los dos protegidos y potenciados por el poder deportivo, político y económico —aunque en este aspecto parece que los giles están aprendiendo a competirles también con el contrato con Red Bull—. De hecho las dos ligas conquistadas no parecen haber sucedido nunca, todo es Madrid-Barcelona en el mal sentido.
Simeone ha logrado el récord de victorias y poner líder del campeonato de fútbol al Atleti cuando, hace bien poco, algunos vomitaban en las ondas y manchaban bytes pidiendo su destitución y salida. Cuarenta y cuatro puntos, como cuarenta y cuatro soles, conseguidos frente a los que ya se habían ido del resto de mortales. Pues no, el equipo rojiblanco, del que todos hacían chistes de mal gusto —porque en ciertos programas tienen un humor macarrónico, basto y poco inteligente, nada aproximado a Monty Python o algo por el estilo, lo que no deja de ser el tipo de humor tiktokero que gusta a las clases dominantes—, es campeón de invierno. Un título que no sirve de nada, cierto, pero que en el caso de otros sí.
Si el campeón de invierno hubiese sido alguno de los dos protegidos del poder, no sería nada extraño que se publicasen doscientos artículos y dedicasen mil horas de radio y televisión a hacer cábalas sobre la victoria segura al final del campeonato. «Siempre que ha sido campeón de invierno ha ganado X ligas» estaría todos los días en la prensa sensacionalista-deportiva. Ahora, más allá del honor rojiblanco, se dirá que nunca es importante esa victoria honorífica, que las remontadas son el ADN de cierto equipo, que si la abuela fuma, pero se quitarán todos los méritos que, en caso contrario, estarían pontificando a cada minuto. Porque cada minuto cuenta cuando se trata de postrarse ante el capo del fútbol. ¿Les parece normal que José Manuel Rodríguez Uribes haya pedido consejo a su florentineza para lo de la cautelar?
Cuando se están escribiendo estas líneas se juega la Supercopa de España, encuentro que opacará y será utilizado para minusvalorar cualquier mérito de un equipo que no sea el duopolio. Esto está montado así desde que Marca y As decidieron, en su libertad editorial, que sus medios debían ser madridistas y los catalanes culés. Luego, además, existió la intervención de su florentineza cargándose periodistas, poniendo y quitando directores de medios y presionando a bancos y empresas para poner y quitar publicidad.
Si la gana el Real Madrid se hablará de camino hacia el septete —un invento de la prensa madridista, vamos de toda la prensa, sobre un supuesto que no existe más que en sus cabezas pues no ganaron la copa del rey, ni el mundial de clubes se juega por méritos deportivos de la última temporada, ni son siete títulos—. Si vence el Barça se hablará de la era Hansi Flick, de una nueva mojada de oreja al Real Madrid o cosas centrífugas a los dos. Lo del Atleti será como si no sucediese, como si no hubiese ocurrido. Los madridistas se quejarán del caso Dani Olmo; los culés hablarán de la sancioncilla a Vinicius. Lo del Atleti será lo de «ese equipo del que usted me habla». Son muy de Mariano Rajoy esos dos grupos mediático-ideológicos.