Cada día que pasa de reclusión las personas de este país llamado España, que son más inteligentes que su propia clase dirigente, se van percatando de la forma de actuación zafia, mezquina y divisora de la derecha patria. Obviando que esa es la actitud normal de la extrema derecha, pues viven siempre en el fango y gracias a la basura informativa, cualquier persona con dos dedos de frente analiza que la oposición, en concreto su principal partido, es una rémora para el país. Ni una sola propuesta decente y encaminada a dar solución a los distintos escenarios críticos que tiene España frente a sí. Si se piensa que el Gobierno lo está haciendo rematadamente mal, lo lógico, lo racional, lo patriótico sería ofrecer de verdad una alternativa con propuestas asentadas en la realidad de la situación, no los habituales mantras de partido inscrito en la política espectáculo.
La utilización del calificativo decente es oportuna pues alguna propuesta sí han hecho. Una lamentable, sociópata y genocida en los tiempos que corren: proponer el despido gratuito y completamente libre de cortapisas para solucionar la crisis económica. A ello súmenle el mantra perenne en sus bocas de la bajada de impuestos que ha tenido contestación por parte de Emiliano García-Page: “No somos tontos. Sabemos que si se pide el aumento del gasto y el recorte de los ingresos no hay de dónde sacar el dinero”. No ha pensado el manchego que está hablando con una caterva de ignorantes que piensa que el dinero brota de algún lado que desconocen y que está siempre ahí. Teniendo en cuenta que el dinero actualmente no está apoyado en nada físico (como un patrón oro, por ejemplo), que son simples bytes de los Bancos Centrales porque así lo ha provocado la clase dominante internacional, normal que piensen que el dinero mana del cielo o de las rocas y que se pueden bajar los impuestos porque siempre habrá más dinero. Esto también lo piensan algunos economistas de un lado y otro del espectro político… por cierto.
Indignación, por tanto, en la ciudadanía española, la cual queda aterrada ante un partido que no hace más que criticar al gobierno, con razón o sin ella, pero no aporta ni una alternativa real, tangible, oportuna o con visos de probabilidad al desarrollo de la crisis en sus diversos aspectos. Ladraron cual perros financieros cuando se pensaba en aplicar un estado de alarma que parase toda actividad económica no necesaria. Ahora gimen cual perros con los rabos entre las patas porque igual se está abriendo demasiado pronto. Se quejaban de que el Gobierno apoyase a la patronal mediante ERTEs y a los autónomos mediante un subsidio por cese de actividad porque era poco y ahora se vuelve a plantear la vuelta a la normalidad económica poco a poco lamentan que no se dé más dinero a la clase dominante, no vaya a ser que pierdan un ínfima parte de sus portentosas ganancias acumuladas. El caso es protestar y no proponer algo con lo que poder comparar la acción, buena o mala, del Gobierno estatal.
Sí se sabe que Pablo Casado ha aprendido a sumar. Antes se tenían ciertas dudas porque nunca ha quedado claro que sacase sus estudios por sí solo. Sabe sumar pero con dificultades ya que en sus sumas tan sólo tienen cabida los muertos de/por/con coronavirus. Ni las personas que sanan entran en sus cálculos, ni las infectadas, ni ninguna otra suma que pueda poner en aprietos su capacidad de almacenaje mental. Casado tan sólo tiene en su mente los números de muertos, da igual que sean de ETA o de coronavirus, que pueden ser utilizados para arrojar al contrario. Aquellos muertos de residencias entregadas a amigos en comunidades gobernadas por el PP no existen. Aquellos muertos de la hepatitis C tampoco son recordados. Sólo las cifras “arrojables”. De ahí que no falte el día en que no vaya narrando la cantidad de muertos que lleva España y la necesidad de portar todo el mundo el luto. Por cierto, una forma autoritaria de imponer un rasgo cultural que igual no todo el mundo comparte (la corbata negra, por ejemplo). Puede haber personas que el luto no lo quieran mostrar o hacerlo de forma distinta a como él quiere imponer. Más allá de esto también cabe recordarle, pues se duda que tenga esa capacidad de pensar en las cosas, que el luto oficial es lógico establecerlo el día que dejen de fallecer masivamente personas (porque morirán por culpa del COVID-19 bastantes a lo largo de los años), cuando haya desreclusión y se pueda hacer público el duelo de las instituciones del Estado. Arriar las banderas a media asta ahora que nadie lo puede ver, ni puede sentirse identificado con ese símbolo visual, carece de toda lógica. Salvo para los necrófilos de la derecha que piensan que con sólo una bandera se resuelven todos los problemas.
Peor aún que no ofrecer propuestas alternativas, algo propio en una democracia parlamentaria sana (por mucho que la Brunete mediática hable y no pare de ella) y lo que en realidad sirve a la población para valorar si el Gobierno lo hace mal, es enrarecer el ambiente mientras las personas están recluidas. Lanzan miles de mensajes hirientes, bulos y maledicencias en redes sociales o mediante los medios de comunicación cavernarios contra el Gobierno, sabiendo que ni se ha propuesto alternativa, ni que lo que se dice es cierto. Saben, porque se lo han dicho sus asesores no porque ellos lo hayan pensado por sí mismos, que de esta forma personas recluidas cuando salgan a la calle irán desinformadas y cabreadas porque no han podido experimentar por sí mismos lo verídico o no de esos mensajes. Así Teodoro “Aceituno” García-Egea puede hablar libremente de atentado contra la libertad de expresión por parte del Gobierno y de limitación de la libertad política pues sabe que existe una limitación informativa y sensorial-racional. Se quejan de que Pedro Sánchez tiene cerrado el Congreso (y eso que ha acudido varios miércoles a pasar control y aprobar decretos de emergencia), pero oculta que Isabel Díaz Ayuso, por ejemplo, lleva sin pasar control, sin actividad en la Asamblea desde hace un mes y medio. Como las personas están recluidas y sólo buscan la información del Gobierno del Estado, no prestan atención al cierre político que está perpetrando la derecha y, de esta forma, mostrando un desprecio mayúsculo a la democracia.
Se sienten cómodos en el guerracivilismo, en el enfrentamiento entre bandos, en la bronca permanente por esa es su inmanencia, junto a hacer todo lo que pida la clase dominante. No les importa dividir a la sociedad pues son felices en el escombro social. La derecha en España vive del antagonismo porque se saben carentes de capacidad intelectual suficiente para debatir en los distintos planos de la vida. No es que la izquierda, al menos la política, sea un grupo de sabios. No lo es, hay muchas deficiencias, pero no es el páramo intelectual, de mínima cultura, de la derecha española. No pensando en España (que es lo mínimo para ser un político decente) sólo les queda la división. España es un significante vacío para la derecha, el cual utilizan para señalar al enemigo, sin preocuparse de las españolas y los españoles. Por eso no proponen nada. Porque no les importa nada salvo servir a los intereses de la clase dominante. De ahí que sus propuestas sean el despido gratuito y bajar impuestos… a los demás que les den. Normal que hay indignación, por mucho que lo tapen en sus medios de comunicación.
No les importa nada salvo servir a los intereses de la clase dominante. Y si todavía no pertenecen al club, lo importante es que les dejen entrar.
Se hacen propuestas «decentes» cuando se es. De donde no hay, no se puede sacar.