Uno de los cánticos que más se corea en las manifestaciones en favor de la III República es «España, mañana, será republicana». Sin embargo, las últimas consultas populares celebradas en diferentes ciudades y universidades españolas están mostrando que, en primer lugar, la ciudadanía quiere un cambio de modelo de Estado y, en segundo término, que prácticamente la totalidad de los votantes quieren que se celebre un referéndum oficial sobre la Jefatura del Estado. En consecuencia, España ya es republicana.
Más de cien mil personas han votado libremente y un 92,2% lo ha hecho a favor de la República y en contra de la Monarquía. Sin embargo, un dato muy importante ha sido el hecho de que un 98,4% están de acuerdo con la celebración de una consulta con validez jurídica sobre el modelo de Estado. Los y las ciudadanas que eligieron la opción monárquica también se decidieron por la celebración del referéndum porque «los reyes necesitan la legitimidad del pueblo».
Estos resultados se suman al barómetro realizado por La Sexta por el que más de la mitad de los españoles sería partidario de convocar un referéndum sobre monarquía o república en España. Según la encuesta, un 50,7 por ciento estaría a favor de la consulta, frente a un 44,7 que no la desea, de manera que el debate sobre la forma de Gobierno está en su momento más álgido en cuatro décadas de democracia.
El movimiento republicano es ya un hecho, no la anécdota de los años del juancarlismo. Sin embargo, los nostálgicos de hoy son los que defienden a capa y espada el modelo impuesto a los españoles en la Transición. El propio discurso de Felipe de Borbón durante los actos de conmemoración del 40 Aniversario de la Constitución fue el mejor ejemplo de ello y no tenía otra intención que hacer apología de un modelo que los españoles de hoy no quieren. La Transición tuvo su función en los años 70. No obstante, los españoles conocen la manipulación que se hizo desde el Estado para que no se eligiera sobre la monarquía porque «salían perdiendo». En primer lugar, Adolfo Suárez reconoció en una entrevista cómo había manipulado las cosas en el referéndum para la reforma política de diciembre de 1.976. En concreto, el ex presidente dijo que «cuando la mayor parte de los jefes de Gobierno extranjeros me pedían un referéndum sobre monarquía o república…, hacíamos encuestas y perdíamos». Para evitar dar la voz al pueblo español incluyeron la palabra rey y monarquía en la Ley de Reforma Política y así justificaron que ya se había hecho un referéndum, algo que, como se ve, no fue así. En segundo término, para terminar de culminar la manipulación, no dieron la oportunidad de que los y las ciudadanas españolas pudieran elegir el modelo de Estado en el referéndum de 1.978 sobre la Constitución.
Partido Popular: el albacea de la voluntad de Franco
Ante este movimiento republicano, el Partido Popular ha sido quien más se ha opuesto a que los españoles voten. La monarquía, por mucho que se quiera disfrazar, es el cumplimiento de la voluntad de Franco y el PP se ha convertido en el albacea del testamento del dictador al colocarse en contra de las consultas populares.
En Leganés pidieron explicaciones al alcalde, el socialista Santiago Llorente —quien ha declarado que si se celebrara un referéndum legal sobre esta cuestión él votaría en favor de la República—, sobre la cesión de espacios públicos para emitir documentales en contra de la Monarquía o que se permita que en diferentes puntos de la ciudad haya mesas informativas que promocionan la consulta porque se pone en entredicho el ordenamiento jurídico español. Además, amenazaron con denunciar al alcalde si permitía la celebración del referéndum.
En Miranda de Ebro, los populares tiraron del argumentario de Génova para atacar a la consulta cuando afirmaron que lo que se buscaba era desacreditar a la Constitución de 1.978. Fue la vicesecretaria de Comunicación, Isabel Díaz Ayuso —la misma que acudió a la manifestación organizada por Vox en Madrid el día 1 de diciembre— calificó como un acto de odio las consultas populares por la República porque lo que se pretende es «sembrar la discordia intentando imponer un falso relato para buscar un rechazo a la Transición y a la Constitución. Porque aquí no se trata de opinar sobre uno u otro sistema, algo completamente legítimo, sino de desgastar el pacto que nos dimos en el 78 y que año a año se imponga la duda sobre la Corona para España vaya irremediablemente a una Tercera República». A los dirigentes del Partido Popular se les ha ido la cabeza al afirmar que estos referéndums populares están organizados por la extrema izquierda catalana.
En el debate monarquía-República el PP vive de espaldas a la sociedad, exactamente igual que en el tardofranquismo lo hacían los procuradores en Cortes, a los que el propio Suárez les tuvo que decir, cuando se debatía la reforma de asociaciones políticas, que «había que dar la categoría política de normal a lo que a pie de calle es normal». Según Díaz Ayuso, cuestionar a la Jefatura del Estado es un ataque a la monarquía, lo que, en definitiva, significa que para el partido de Pablo Casado es un tema tabú que no debería salir de la intimidad de los hogares. Por tanto, para el Partido Popular ejercer los derechos democráticos es un sinónimo de odio.