La verdad es que los políticos no dejan de sorprender a la ciudadanía cada vez que abren la boca para hablar. Cuando se dudan de sus capacidades intelectuales, a la par que las de los tertulianos de la todología, no es por algún tipo de mala leche de la ciudadanía, ni por un acratismo desenfrenado, es porque son muy limitados, tanto como para pensar que son tontos o se lo hacen. Es el caso de Alberto Núñez Feijoo, otrora gran esperanza blanca del PP para ocupar la presidencia del gobierno. Se duda de que sea capaz de pensar con la suficiencia necesaria pues no se entienden algunas declaraciones suyas.
Ayer, en el Congreso de la Empresa Familiar tuvo una de sus ocurrencias típicas, de esas que hacen dudar de su capacidad mental. El susodicho expresó que le parece fatal que los jóvenes solo piensen en hacerse funcionarios y no emprendedores, aunque entendía que no se arriesguen en su vida particular porque no tienen los ingresos necesarios para adquirir una vivienda y tener una familia. Lo dice un señor que ES FUNCIONARIO. En su época había posibilidades para ser emprendedor, para lanzarse a tener una familia y comprarse una casa con menos problemas que ahora ¿por qué no lo hizo?
Feijoo lo primero que hizo tras terminar la carrera fue opositar y hacerse funcionario de la Xunta e, incluso, ser sindicalista. Luego, al poco tiempo, fue saltando de cargo público a cargo público hasta ahora. Siendo funcionario y teniendo la posibilidad de formar una familia no lo hizo sino que, cuentan las malas lenguas, casi se le obligó a casarse y comenzar a tener una familia. Sus amistades con ciertas personas son conocidas, pero debe ser que lo que quiere para los jóvenes actuales es justo lo contrario a lo que él hizo en un contexto más propicio. Claro que viendo cómo ha aumentado su fortuna personal sin pegar un palo al agua, dedicándose a la política tan solo, normal que los jóvenes le quieran imitar y no hacer lo que él dice que deben hacer.
¿Es tonto o se lo hace? Si uno actuara de buena fe diría que se lo hace porque nadie puede ser tan tonto para negarse a sí mismo, a su propia historia vital para recomendar a la chavalería que haga algo completamente distinto, esto es, que se arriesguen bajo un contexto inestable. Salvo que emprender sea, como es para toda la clase política, hacerse autónomo (desde una tienda de chuches a ser un correveidile político pasando por los falsos autónomos que plagan los medios de comunicación) y ya. Aquello de la destrucción creativa de Joseph A. Schumpeter o la capacidad de modificar el rumbo de John Stuart Mill no están en el emprendimiento actual, es tan solo montar un algo y ahí te las den todas que los políticos ya te coserán a impuestos para vivir como marqueses en la corte del Rey Sol.
Por tanto no cabe otra que pensar que lo es. Y lo son sus asesores que tampoco son capaces de hacerle entender que hay cosas que no se pueden decir si encajan a la perfección con la vida que llevas. Es como pedirle a Keith Richards que recomiende no tomar Jack Daniels, ni fumar. Si a él le ha ido bien de funcionario y en la mamandurria ¿por qué poner de ejemplo otra situación sumamente incierta? Y hablar de las personas que viven de las ayudas públicas (se lo pueden explicar a los parados mayores de 45 años a ver qué les responden) cuando toda la clase política vive de las ayudas públicas, de lo que producen empresarios, autónomos y clase trabajadora, tiene su guasa. Que le expliquen a muchos autónomos que ellos tienen la capacidad de decidir su sueldo sin límites mientras que el autónomo o el trabajador las pasa canutas.