Elías Bendodo luce un moreno playero todo el año. Normal en quien gusta de los espetos con amigos en las playas malagueñas que tanto recorrió en su momento para labrarse una figura de ganador. Presidente de Diputación, con todo lo que eso representa para bien y para mal, seducía a los medios de comunicación con ingentes cantidades de dinero. En muchos casos para que no hablasen mal de su gestión, o que no hablasen de ella salvo lo que mandaban desde la propia Diputación, en otros para hacerse hueco dentro del PP andaluz. Tuvo sus más y sus menos con Francisco de la Torre, de quien quiso ser sucesor, pero la suerte llamó a su puerta pues su amigo Juan Manuel Moreno Bonilla llamó a su puerta para intentar ganar las elecciones andaluzas.

No ganaron, pese a tener enfrente al PSOE de una Susana Díaz criminalizada por sus propios compañeros de partido y con la sentencia de los ERE ahí mismo, pero les permitió gobernar una coalición de las derechas andaluzas. Luego, cuando el PSOE andaluz ya era una más de las secciones del sanchismo inilustrado, lograron la mayoría absoluta con los prebostes del PSOE antiguo caminando hacia prisión. Por cierto, es curioso como esos prebostes socialistas que no dejaban ni hablar a los críticos hoy pidan que Felipe González se calle. El caso siempre es callar a los que opinan diferente, algo que los andaluces entendieron y por eso les han mandado a una larga oposición. Al menos hasta que el sanchismo desaparezca.

Con estos resultados de pura chiripa, Bendodo ascendió hasta la cúpula de Génova y allí está haciendo ver que gana elecciones. Y lo hace, sin que valgan para mucho. El problema es que sigue con las mismas tácticas que utilizó en la Diputación malagueña y en la Junta de Andalucía, regar de millones, directa e indirectamente, las cuentas de los medios para que no hablen mal y a ser posible sí lo hagan de los contrincantes. Con esto pretende que la victoria final caiga por su propio peso, más cuando hay motivos más que suficientes para señalar al sanchismo del PSOE (casos Koldo y Begoña). Alberto Núñez Feijoo, otro salido de región periférica, entiende que es el mejor camino porque él mismo también ha utilizado esa táctica en Galicia, callar a los medios con dinero.

Ellos dos, más algunos asesores tan del estilo rajoyista de que se lo den hecho, están esperando que a que los directores de medios y periodistas “amigos” les afinen la victoria. Salen en un par de ocasiones a hablar de corrupción y traición sin analizar, realmente, qué se está cultivando entre la ciudadanía. Esperan entrar en Moncloa sin hacer mucho esfuerzo pero tienen a las víboras en su propio partido escondidas en los arbustos para pegarles el mordisco venenoso que acabe con ellos. Ya caerá la manzana por su propio peso, piensan, pues para ello se está invirtiendo mucho en esos medios. Y no, las cosas no son así.

Vale que no tengan programa europeo, que la ciudadanía no sepa ni quién es la candidata (sí es una mujer), pero cuando menos hay que combatir al populismo con cierta energía y sutileza. Ya no vale con que te lo afinen en los medios, ahora hay que hacer algo y decir cosas que vayan más allá de lo obvio. Si, con las encuestas amigas en la mano, no solo no has ganado apoyo sino que lo pierdes respecto al Calígula monclovita ¿igual la estrategia no sirve?

Tampoco han tenido en cuenta que, además del pasotismo que generan estas elecciones por sí mismas, hace demasiado calor y está la gente más pendiente de otras cosas que de los titulares de los medios subvencionados. ¿Qué sorprende? La tontería de la segunda carta de Pedro a los hispanos; los fichajes de los equipos de fútbol; el asesinato de un narco y Ultra Sur con hermana famosa y ex-política; no que todo lo que rodea a Pedro Sánchez es corrupción (aunque sea verdad). Se les ha ido tanto de las manos la financiación de medios que, al final, acaba pareciendo que el autoritario monclovita puede tener razón. El PP debería plantearse decidir quienes van a las tertulias y controlar la exageración de cientos de columnistas. Los primeros no pueden ser más incapaces de debatir contra la demagogia; los segundos hablan de una España apocalíptica que poco tiene que ver con la real.

Feijoo y su amigo Bendodo están acostumbrados a la política periférica de diputaciones y colegueo y no, ya están jugando en primera división y, dado el contexto, se necesita más, mucho más. Que Feijoo es un incapaz —la verdad es que lo demuestra constantemente— pues o se le enseña o se le echa. Que Bendodo no sabe manejar campañas sin tener controlados los medios y esperar que le hagan el trabajo, pues en Málaga le esperan unos espetos muy ricos. Claro que también cabe la posibilidad de que no hagan mucho porque las diferencias, incluyendo bajarse los pantalones con Carles Puigdemont, entre el Calígula monclovita y ellos son mínimas y no quieren que se sepa. En Europa es la misma política, eso es sabido, pero ¿lo es en España?

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