Si hace una semana había cierta mofa y befa en las redes con los fichajes de Ciudadanos, el comienzo de esta nos ha traído la configuración de la candidatura por Madrid del PP de Pablo Casado. Unos fichajes más pensados para el espectáculo y los neofascistas que para la representación política. Al menos no los ha vendido aún como lo mejor de la “sociedad civil” (ese constructo que no saben realmente qué es) y simplemente se ha limitado a vanagloriarlos como grandes candidatos y candidatas. Sinceramente y por lo demostrado en estos meses, casi son mejores que el propio candidato a la presidencia del Gobierno pues no hay de dónde sacar. Pero sus historias les delatan como unos candidatos fracasados o en declive con nombre mediático pero sin gloria que poder defender.
Si la semana anterior había sorprendido el fichaje del periodista a sueldo de la caverna Pablo Montesinos y el del economista de la especulación financiera Daniel Lacalle, ayer se pudo conocer que incorporaba a Adolfo Suárez Illana, Edurne Uriarte, Ana Beltrán o Miguel Abellán. “Hijos de”, profesoras sin lustre, cuneras o toreros para que los neofascistas no les coman la tostada todavía más. O que la tropa naranja pueda rearmarse y quitarle algunos votos. Son fichajes que miran hacia lo mediático y lo electoralista y no hacia los principios del PP, al menos los que dice representar, y con el miedo metido en el cuerpo como signos característicos. Intenta vender una moto de muy segunda mano como si fuese nueva en detrimento de la propia organización, que parece que es un partido incapaz de generar desde las bases a personas capacitadas para ser parte de la supuesta soberanía nacional que defienden. Fichajes para pasear por los platós de televisión; para despistar a las personas con “famosetes” (¿fichará a alguien de Gran Hermano o parecido?); enmascarar que no tiene a nadie que le acompañe porque pasan mucha vergüenza con sus meteduras de pata y su capacidad ignara; esconder tras el velo del espectáculo mediático que se sabe perdedor antes de comenzar; o demostrar que la política para él es tan sólo un artificio con el que engañar al pueblo para seguir cobrando un sueldazo y entregarse al poder de quienes realmente mandan.
Comencemos por Adolfo Suárez Illana, el aristocrático sin título y que quiso arrebatárselo a su sobrina, autonombrándose cabeza de la casa ducal de Suárez. Casi nada. Un personaje que vive de la gloria de su padre, al que todo el mundo quería pero no le votaban, como amargamente se quejaba. Éste ni tiene gloria, ni le votan. Para ejemplo la paliza electoral que le profirió José Bono cuando Aznar le mandó a Castilla-La Mancha. Ni un asalto le duró al manchego y salió huyendo con un pescozón en el cuello del que aún pueden vérsele las marcas. Una persona con ansia por estar en la política, en una especie de remedo de la Cámara de los Lores británica, no sólo por la propia soberbia sino por ese sentido aristocrático que tiene de la vida. Debe estar en el Parlamento por cuestión sanguínea. La realidad es que estará en las listas por ser hijo de quien es, ya que tanto Albert Rivera como Casado le han tanteado para captar la herencia del padre. Alguien quien nunca quiso estar en el PP/AP y que igual hoy sí apoyaría algo como Ciudadanos más que el partido reaccionario. Un fracasado que tse adorna con palabras como concordia, diálogo pero que en el fondo oculta a un aristócrata de la nada.
Edurne Uriarte fue en tiempos socialdemócrata del PSE. Especialmente porque le venía muy bien para sus publicaciones académicas, hacer un poco de carrerita en los años del felipismo y sacarse la plaza de profesora titular. Bien es cierto que hubo de soportar a los terroristas sanguinarios de ETA, pero siempre basó sus avances profesionales en estar en uno u otro lado de los que tenían el poder. Algo que ha pasado en la Universidad con cierta desazón para aquellos que no tenían acceso a ciertos lugares de poder. Esto queda reflejado en sus intervenciones públicas porque, salvo alguna referencia a cierto comunitarismo neoconservador, la insustancialidad es la norma. Para ser catedrática de Ciencia Política equivoca conceptos de primero de carrera, no aporta ninguna reflexión interesante para alguien con ese cargo, pero eso sí se preocupa por si un camarero le ensucia su bolso Gucci. Leer sus columnas en ABC es quedarse con la imagen de una mujer pavisosa, sin fuste, sin capacidad intelectual refrendada negro sobre blanco. Una intelectual demodé, a lo que sumar que puede aburrir a las ovejas con su verbo, ese que no tiene.
Para la lista de Madrid también incorpora a dos cuneras de Barcelona y Navarra, esto es, dos fracasadas políticas en sus propias regiones de origen como son Andrea Levy y Ana Beltrán. Como han sido incapaces de que el PP fuese algo más que un partido marginal o la muletilla de Unión del Pueblo Navarro, Casado las premia con un puesto por la lista de Madrid. Levy es la hípster que pasean por platós de televisión y a la que enseñan cuando quieren hacer ver que en el PP leen. Y es verdad que Levy lee mucho, pero quienes deberían leer un poco son otros como Casado que ni por asomo nos logra convencer de que no le regalaron los estudios. La verdad que en Madrid hay mujeres muy capacitadas para ocupar esos puestos, Nadia Álvarez por ejemplo, pero Casado no se fía de la gente de su propio partido y mejor cuneras que le deban el favor.
Y cómo no, ha metido a un torero cuya gloria, si es que alguna vez la tuvo, está tan lejos en el tiempo que ni se recuerda. Pero Miguel Abellán le sirve para competir en lo taurino con los neofascistas. No es más que cuota contra quienes le están quitando votos a patadas sin siquiera moverse. Tienen encuestas en el PP, según nos cuentan desde dentro de la organización, donde se comprueba que el mordisco neofascista es mucho más importante de lo que reflejan algunas encuestas de medios de comunicación. En sus proyecciones, donde el voto oculto no es sólo asignado al PP, la herida es mucho más grave. Por ello Casado va a remolque con fichajes, discursos estúpidos e ininteligibles, promesas que sabe no va a cumplir o acusaciones al PSOE sobre cosas que hizo el PP durante el mandato de Mariano Rajoy. Se sabe con la soga cerca y está dando las últimas boqueadas antes de ser trasladado al patíbulo.