Sauron forjó los anillos para controlarlos a todos, Florentino Pérez no necesita de artificios para poner en fila india a todos los encargados del país. Desde el primer “mono” (Pedro Sánchez) hasta el más insignificante youtubero. Y esto ha sido así desde hace bastante tiempo, incluso en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero mangoneaba a su gusto los contratos con el Estado para asegurarse no perder nunca un euro. De ahí que, en su momento, quien esto escribe descubriese que los españoles debían pagar, por unas cosas y otras, 2.600 millones de euros al presidente de ACS.
El imperio florentino, construido sobre el lomo de los españoles, le ha servido al presidente del Real Madrid para controlar casi la judicatura, a la clase política y casi el mundo del fútbol (cambia hasta a los locutores de la televisión). Aún existen personajes que se resisten a entregar las armas al todopoderoso constructor pero serán laminados en cuanto se pueda. Ese poder cuasi omnímodo le permite salir de cualquier situación delicada que se le presente. Si le pegan un meneo a su equipo en Manchester y el Valencia le da una lección de coraje, logra que todo el mundo desvíe la atención con otros temas. Incluso opacando la victoria en la Euroliga baloncestística (cabe recordar que el baloncesto no le gusta y mantiene la sección por una pequeña tradición del madridista y para fastidiar al Barça).
El problema es que, partiendo de un hecho execrable (insultos racistas), la cortina de humo se le ha ido de las manos y ha provocado una tormenta publicitaria de carácter internacional. Permitir que su jugador Vinicius Junior insultase a España de la manera en que lo hizo, ya señala lo incapaz que se muestra para ciertas cosas el empresario. No hay problema. Dos o tres llamadas y toda la Brunete mediática nacionalmadridista se pone a funcionar furibundamente. Y con ello arrastra a todos los políticos españoles que son tan pusilánimes que se muestran incapaces de tener voz propia. Cuando uno ha tenido valentía de decir la verdad, el portavoz del PSOE en Valencia, ya ha salido Antonio Ferreras a masacrarle como si le fuese la vida en ello. El trabajo desde luego le va porque ahí le puso el ser superior y hay que saber lamer la bota, o lo que haga falta, del capo.
Carlos Herrera, al que el fútbol le gusta pero tampoco con euforia, llevaba semanas hablando de ETA hasta el regodeo (pareciera que siente pena por el abandono de la lucha armada), ayer dedicó su tertulianada al tema Vinicius, escondiendo ciertos aspectos como que fue expulsado por agredir a dos jugadores (a uno le pisó miserablemente en el suelo), con un madridista y lamedor del ser superior como Jorge Bustos al mando de las operaciones. Hasta Santiago Armesilla que suele estar a sus cosas de imperios y teorizaciones insoportables, salió a defender al Real Madrid. Hasta ese punto llega a condicionar el debate Florentino.
Y si los medios de comunicación se entregan a sus deseos, ya se contó hace unos días lo que hace con aquellos en los que CLECE tiene publicidad, incluyendo el suyo propio dirigido por el patillas, qué decir de la pusilánime clase política. Los cuatro chavales arrestados ayer por colgar un muñeco negro de un puente estaban fichados desde hace unos meses, el Gobierno ha esperado para proceder a que al señor de las Torres se le pusiese en las partes luchar contra el racismo como si fuese Malcom X. Ahora será conocido como Floren XIV. Isabel Rodríguez, ministra de cosas y portacoz, salió a dar el mitin buenista y la razón al presidente de ACS en lo que hiciese falta. Cabe recordar que la segunda persona que se entrevistó con Sánchez en Moncloa (en secreto claro) fue el presidente de las autopistas españolas. Sí, Florentino. Luego como no ha habido inversiones de infraestructuras se ha cabreado y le ha lanzado a los perros de la guerra.
Irene Montero también se ha metido en el charco y ha arrimado el ascua a su sardina (que es un animal con mucho brilli brilli) para decir que los gritos de dos chavales en la grada de Mestalla es culpa del auge de la ultraderecha y lanzarse a firmar un manifiesto con Lula. Begoña Villacís ha recibido, como vicealcaldesa, a Florentino con una camiseta de Vinicius (posiblemente de su hermano el ultrasur). Y, cómo no, Isabel Díaz Ayuso diciendo estupideces sobre lo bien que lucha el presidente madridista contra los gritos de odio… menos cuando son en el Bernabéu y dirigidos contra Pep Guardiola (por ejemplo). La homofobia en la sandwichera cara de la Castellana está permitida (esta cuestión ha sido silenciada por casi todos los medios) y el antisemitismo también.
Y el siguiente objetivo es controlar el arbitraje y la Federación de Fútbol a su antojo. El lamentable discurso de Florentino en la recepción en la Casa de Correos (antigua y terrible Dirección General de Seguridad en cuyos calabozos metería a más de uno) deja bien a las claras lo importante: a los jugadores negros de los demás equipos se les puede llamar lo que sea, pero a los suyos no. Curioso porque, en términos generales, a los suyos (9 en total) no les suelen insultar de manera racista, sólo a uno. Y para ello nada mejor que cambiar “la estructura del arbitraje”.
No se sabía que Florentino es un estructuralista. La “estructura del arbitraje” es que la federación los elige a dedo y La Liga los paga. Y los elige a dedo porque cuando era a sorteo ya se quejó Florentino y se cambió. La nueva “estructura” es los árbitros se decidan en la Avenida de Pío XII y todo el mundo calle. Que el VAR sea visionado por Calabrés, Álvarez de Mon, Ferreras y Edu Aguirre, para todos los equipos además. Hay que tener muy poca vergüenza, pero muy poca, para en un momento en que la digna lucha contra el racismo en las gradas sea aprovechada para controlar el arbitraje español o, cuando menos, ponerlo completamente a su servicio. Si ya los árbitros se enfrentan al “autobús mediático madridista”, ahora quieren que los goles irregulares no les sean revisados.
España es el cortijo de Florentino Pérez y nadie se asusta. Que un empresario, por importante que sea, pueda poner a los aparatos ideológicos y a distintos gobiernos a bailar a su son, dice muy poco en favor de la democracia española. Cuando tantos y tantos todólogos e intelectuales de la nada hablan de la destrucción de la democracia, jamás hablan de este tipo de situaciones. Mucho más peligrosas que dos procedimientos legales mal elegidos o saltados. El problema es que no son intelectuales sino amanuenses y palmeros de quien mejor paga. Muchos, incluso arrastrados del florentinismo, que es casi peor.
Post Scriptum. Cuando este artículo estaba ya horneado y preparado para su publicación, se ha conocido que el Comité de Competición ha decidido no sancionar a Vinicius por el puñetazo dado a Hugo Duro. El poder de Florentino llega tan lejos que una agresión clara queda eximida por un agarrón anterior. En otros casos no hubo piedad, ni eximentes. Ni la familia Gambino tuvo tal poder, ni en la Federación ha habido un tipo tan cagón, pusilánime y aprovechado (y eso que los ha habido con carnet de socio blanco).
Amén