Si numerosas personas que se posicionan en la derecha política española ya miraban con escepticismo al presidente del PP, de quien piensan que es un incompetente que no merece estar como jefe de la oposición, ayer se les habrán puesto los pelos como escarpias al enterarse que el asesor áulico del pepero es el hombre-ego naranja, Albert Rivera. Si el presidente del gobierno tiene su camarlengo monclovita, Iván Redondo, habrá pensado Pablo Casado que nada mejor que imitarle y fichar un incompetente demostrado con un enorme ego personal. Lucha de camarlengos a cual más listo y más deshonesto.
Con esta unión, que ha sido criticada hasta en los medios de derechas serios, se forma un nuevo dúo cómico en España. Después de Esteso y Pajares, tras Martes y Trece (versión dos), tras Lusson y Codeso, tras los hermanos Calatrava, llegan Fra-Casado y Fra-Casito. En el caso del presidente del PP su nombre artístico es obvio. Pierde elección tras elección. Hoy dice una cosa y mañana la otra porque le da miedo Vox. Demuestra su completa ignorancia de los fundamentos más elementales del derecho y la constitución, incluso de la historia o la ciencia política. No hay día en que le pongan la cara colorada por meter la pata. Y así hasta completar un cuadro espantoso que le hace estar por debajo de las preferencias y apoyos, en el mundo pepero, que tuvo Hernández Mancha. El típico machaca de partido que ha ascendido comiendo culos, plegándose a cualquier bajeza (por eso calla como un cobarde con las cloacas del Estado) y pactando hasta con su enemigo mortal con tal de asegurarse un carguito del que vivir. Porque lo que se dice trabajar es algo desconocido para esta persona.
Rivera no tuvo suficiente con el leñazo que la ciudadanía le dio en su momento poniéndole casi de patitas en la calle del parlamento. Dimitió pero jamás asumió que se había equivocado. Cuando se empeñó en no pactar nada con Pedro Sánchez, pues le consideraba un trilero capaz de cualquier cosa, cavó su propia tumba. Primero porque la clase dominante, el establishment, le quitó su apoyo mediático –gentes muy poderosas como Ana Botín o Florentino Pérez le pusieron la cruz-. Segundo porque jamás pudo demostrar que Sánchez fuese un gualtrapas, pues al no ofrecerle ningún pacto y obligarle a unirse a “la banda de Sánchez” evitando un gobierno con mayoría de 180 diputados, no se sabe si el hoy presidente hubiese aceptado su mano o la de Rufián. De ahí que el marrón, a ojos de cualquier persona que analice las cosas de manera racional, se lo comiera él solito. Ahora reaparece como asesor personal de Casado conformando un dúo cómico que dará tardes de gloria al humor, porque a la política sólo traerá demagogia, destrucción y chulería.
El que decía que volvería a su trabajo en cuanto dejase la política –en La Caixa ni le han visto acudir a despedirse-, tiene un ego tan descomunal, se cree tan importante y piensa que es tan listo que no ha dudado en volver a la primera línea de combate para sentirse pleno. Sin cariño y adulación no puede vivir y se ha buscado a Casado, un sinsorgo al fin y al cabo, como puente a su vuelta a las portadas y las entrevistas. Se comenta que será el número dos por Madrid en las listas de dentro de dos años, eso si no cae antes Casado. Necesita que le hagan Casito pese a fracasar una y otra vez.
De hecho los problemas que hay en el último mes respecto al acuerdo que pactaron PSOE y PP para la renovación de los órganos constitucionales y jurídicos (Defensor del Pueblo, CGPJ, etc.) ha sido laminado, como informa El independiente, por Rivera al decirle a Casado que “a Sánchez ni agua”. Le importa bien poco la crisis institucional y política que se está produciendo en España si con ello acaba con su Némesis, con la persona que le impidió ser presidente del Gobierno (eso piensa él), con la persona que le gustaría ser –ya se ha comentado profusamente en estas páginas su deseo de ser el Califa en lugar del Califa-. Incluso no descarten que haya tenido sueños eróticos con Sánchez por aquello de que la pulsión de odio encubre siempre una pulsión de placer. De hecho, por aquí, no ha sorprendido la vuelta de Fra-Casito pues ya se olía que lo haría justo antes de la pandemia, la cual ha retrasado su incorporación nada más.
El problema para España es obvio –esparcimiento de odio todos los días-, pero Fra-Casado no ha medido que Rivera siempre pensó que era un hombre de Estado mucho más preparado que su hoy jefe. Por lo que no sería extraño que en su cabeza, más allá de asesorar de mala forma, haya una meta a medio plazo: apuñalar al actual presidente del PP y hacerse con el control del partido. Al fin y al cabo, todo su equipo más cercano ya está dentro del PP (a la espera de si el toledano se decide por PP o Vox). Hervías destrozando acuerdos en Andalucía (miren lo que ha pasado en Granada por su culpa); Reyes y Rivera en el gobierno de Díaz en Madrid y ya se verá en otros lares lo que sucede. Desde luego, nadie espera que alguien de Ciudadanos se pase al PSOE (ni al de García-Page), pero sí hay expectación por ver quién acaba en la ultraderecha. Poco a poco el equipo del fracaso naranja aterriza en el PP y… quién sabe. José Luis Ábalos, dicen, se ha emborrachado para celebrar la noticia.