Acusan a todo el mundo de populistas en el sentido de engaño perpetrado en virtud de señalamiento del pueblo como sujeto único de decisión. Acusan a los demás de estar lanzando campañas de bulos contra ellos (algunos siguen negando la corrupción de su partido y dicen no conocer a M. Rajoy). Acusan y señalan a los demás de infectos nacionalistas. Mientras dicen esto, en el colmo de la desfachatez, actúan como populistas, como demagogos, lanzan bulos y son los mayores nacionalistas que existen en España –con todos los defectos del nacionalismo cabe decir-. Así son y así se muestran en el PP, pero la ciudadanía parece haberles cogido el tranquillo y ya no se fía de ellos por lo que todas sus campañas de desinformación acaban en el retrete de la comunicación política. Un fracaso total.
Seguramente alguna de las campañas que aquí se les presentan ni las hayan visto. Mejor para ustedes –tampoco se van a contar con pelos y señales no vaya a ser que se contagien-, pero ya mostrarían el hecho del completo fracaso de las mismas. Hace poco se señaló cómo desde el PSOE se estaban cometiendo errores de comunicación política básicos, suerte tienen los socialdemócratas que en el PP hay asesores aún más incapaces en esas lides y quedan a resguardo. Si el camarlengo monclovita no hace más que copiar la estética y las formas estadounidenses, los peperos tampoco se quedan atrás en el lanzamiento de bulos o desinformaciones à la yanqui. El problema, que para ustedes como ciudadanos no es tal, se sitúa en que todo el aparataje y espectacularidad estadounidense tienen poco recorrido en una cultura bien distinta. De primero de comunicación política vamos. No por eso insisten los peperos mientras provocan memes o se observa una completa irrelevancia. Tras la vergüenza ajena –porque ellos carecen de ese sentimiento- que han provocado el hospital sin quirófanos, los aeropuertos son aviones, las estaciones sin trenes o las autopistas sin coches, como se contó ayer mismo, ahora están las campañas que nadie sigue.
Pablo Casado no se sabe si pretende conseguir el centro político –que como advirtió Maurice Duverger hace décadas no existe- o acabar en algún concurso del nuevo Canal Sur de chistes. No hay campaña que intente emprender, con todo el andamiaje ideológico de los medios de comunicación de la derecha (prácticamente todos) que no acabe en fracaso. Ya durante el confinamiento advertía con cara demudada que el gobierno de Pedro Sánchez pretendía dar un golpe de Estado e implantar una dictadura chavista. Como todo el mundo ha podido comprobar… ni se ha cumplido, ni se cumplirá. Pero eso no empece para que de forma estólida Casado siga erre que erre con el chavismo y demás estupideces. Por cierto quienes más se han acercado a algo dictatorial han sido los del PP y su ley mordaza –la cual todavía no ha sido eliminada, por cierto-, o cuando han querido eliminar palabras del uso político en una dictadura del habla. Parece que la pulsión autoritaria sigue estando donde siempre, en los herederos de los Siete Magníficos del franquismo, aunque se les llene la boca con la palabra libertad. Palabra que no hacen más que ensuciar pues si ha habido legislación contraria a la libertad ha sido la del PP –en vez de dejar que las empresas fracasen por su libre incompetencia, no hacen más que llenarlas de euros, por ejemplo-.
Tras la incongruencia de la dictadura castro-chavista que sólo está en la imaginación de Casado, sus edecanes y sus subrogados de la prensa, han intentado colar una campaña, que no ha durado ni un día, sobre el ministerio de la Verdad de claros tintes orwellianos. Según dicen Sánchez pretende vetar todas las informaciones que no le gusten mediante el consejo presidencial para cotejar las noticias falsas y los bulos. Aquí se advirtió del peligro que podría conllevar si se utilizaba mal y se dejaba fuera del ámbito parlamentario, lo cual es algo bien distinto a la campaña del PP donde se asegura que se van a prohibir las publicaciones en redes sociales y en prensa –una especie de censura previa-. Existe un problema que no han pensado en el PP –parece que lo de pensar no es propio del casadismo- como es que las redes sociales (Twitter, Facebook, Tik-Tok, Instagram y demás) no son públicas, no son del Estado sino empresas privadas que determinan por sí mismas sus reglas. Por tanto, si quieres las usas y si no quieres no. No hay obligatoriedad en ello y si cancelan un mensaje es en base a sus propias reglas, no porque lo diga Sánchez o Macron. Un error tan estúpido que hace pensar que, al final, lo de la libre empresa no lo tienen claro en el PP.
Otra campaña que ha fracasado, a pesar de que Periodista Digital –que últimamente se ha especializado en bulos (se tragaron que Joe Biden había perdido en el recuento)- se haya hecho eco. Una campaña donde señalan que algunos ayuntamientos socialistas han empleado a familiares de altos cargos. El problema es que meten a personas que han hecho un concurso con hijos de ex-cargos, sin negar que hay, como en Móstoles –verdadera inmundicia para el PSOE-, casos en que sucede. El problema es que no se han mirado el ombligo porque si existe un partido donde se contrata hasta a los amantes (hombres y mujeres) es el PP. No es cuestión de perder el tiempo pero si los periodistas que cubren las informaciones regionales del PP por toda España hablasen y contasen igual el escándalo serviría para taparles la boca –en el buen sentido-. No, en realidad taparles la boca es casi imposible y como la cara de vergüenza no se les va a caer, no cabe otra que dejarles que sigan fracasando en sus campañas de desinformación, las cuales podrían ser más imaginativas. Es que esta última hace recordar a una ministra que no sabía que coches había en su casa, casa que era de un alcalde ¿o es que eso no es enchufismo?
Si el PP pretende ganar las elecciones así va dado. La izquierda puede estar casi tranquila porque el peligro nunca va a llegar de los peperos y sus campañas de incomunicación política. Más efectivas son las algaradas de los medios de comunicación, esos potentes aparatos ideológicos que están al servicio de intereses particulares y no del bien común. Pero de esto se ha contado mucho y con profusión en estas páginas a lo largo de los años y no es cuestión de aburrir con ello nuevamente. Así el BOE del PP, más conocido como El mundo, asegure que todo lo que dice Casado es de una veracidad tremenda –hasta que dejen de abonar la cuota-, así periódicos como Diario 16 está para contarles la realidad, o algo más próximo a la misma que otros medios. Mentir en política es barato en España por eso la mitomanía es la característica principal del PP, más con un mitomaníaco como Casado al mando. El aznarismo que afirmaba saber que había armas de destrucción masiva en Iraq está de vuelta. Hasta para mentir era más gracioso, aunque igual de peligroso, Mariano Rajoy. Los comunicólogos del PP deberían tener en cuenta que trabajan con dos sinsorgos en la actualidad y las campañas de desinformación resultan poco o nada creíbles. A la vista están los resultados.