Como si les hubiesen quemado la carne con un hierro candente. Así estaban lo Podetrolls (trolls de Podemos en redes sociales) ayer en las redes sociales –no extrañaría que sigan así por unos cuantos días más- tras ver cómo el catedrático de Filosofía hacía de menos a su amado líder. Ángel Gabilondo fue claro y conciso a la pregunta efectuada por Antonio García Ferreras (el que conspiraba junto a la cúpula de Podemos tiempo ha), “con el actual Iglesias no pactaría”. En ese preciso momento, se les hinchó la vena de la frente, la carótida aumentó su tamaño y los exabruptos comenzaron a salir por esas bocas de tal manera que cualquier abuela de hace décadas no tendría suficiente jabón Lagarto para lavárselas. ¿Cómo ha podido hacer una afrenta así a Pablo Iglesias?
La respuesta es bien sencilla. Gabilondo, más allá de que sea “soso, serio y formal”, no es tonto y sabe que acercarse mínimamente a Pablo Iglesias es morir. En la mente del filósofo ya existe la consciencia del morir como elemento humano, pero espera que el devenir de la vida no le lleve a perecer antes de tiempo. Más si cabe cuando tiene todo los elementos de juicio para evitar caer en la trampa del dirigente de Podemos. Si hubiesen sido ágiles podrían haber preguntado a Gabilondo “¿por qué con este Iglesias no?”. Una fórmula lingüística que establece cierta duda al respecto dando esperanzas de que existe algún “Pablo Iglesias” con el que sí podría pactar y que evita verse en un brete para no tener que explicar que ni con este, ni con otro –salvo el fundador del PSOE que habría sido una salida posible. Ayer les contábamos que en Madrid los histrionismos se suelen pagar, no iba Gabilondo por tanto a dejarse engañar en ese espectáculo de dos histriones para ver quién es más dramático.
Normal que Gabilondo no quiera caer en la trampa saducea de Iglesias y normal que sus Podetrolls estén que estallan. Porque estas personas, da igual desde el apoyo de calle hasta el columnista con toques intelectualoides, piensan que como su dirigente máximo no hay nadie y que todos deben plegarse a sus deseos. De hecho siguen pensando que ha hecho un gran sacrificio “de líder” cuando todo el mundo es consciente que se presenta porque tanto Irene Montero como Rafael Mayoral declinaron presentarse. A quien venden como “líder carismático” –deberían leer un poco a Ann Ruth Willner para saber de qué se trata eso del carisma- se muestra incapaz de convencer a su pareja y a un fidelísimo para bajar al barro. ¡Vaya carisma de panfleto! Pese a las evidencias piensan que sí, que la izquierda es solamente él (reduccionismo), que todos deben postrarse a sus ideas por su capacidad intelectual (si un catedrático no lo hace por algo será) y que sólo él puede vencer a la derecha y al fascismo (Gabilondo venció en el sentido de vencer que tienen en Podemos).
Aparecen en todas las redes sociales mostrando su indignación y, como es habitual desde hace tiempo, señalando a Gabilondo como alguien que no es de izquierdas y por lo tanto no debe ser votado por personas de izquierdas. Como si sólo existiese una forma de ver la izquierda (“la berdadera”) o como si el resto de personas que se piensan de izquierdas no sepan qué es o no. Como saben distinguir el populismo y el totalitarismo. Igual, y sólo igual, las personas en general piensan que para ser de izquierdas como Iglesias mejor ser materialistas, blanquistas, comuneros o cualquier otra cosa que no acabe pervertida por aquel. Esto le da igual a los Podetrolls ya que, ni sacando el 12% de los votos, darán por bueno que jamás se equivocan, sino que el resto del mundo está equivocado. Una obcecación propia de cierto tipo de mentes que ven conspiraciones por todos lados –esto de las conspiraciones para hacer grupo cerrado ya lo estudiaron los psicoanalistas en los años 1960s y las conclusiones a las que llegaban dejarían en mal lugar a los Podetrolls-, que creen que su verdad es única e incuestionable –como les pasa a los liberales libertarios, por cierto- y que los demás deben entregarse como esclavos a los designios del señor.
Sobre la dialéctica del esclavo y el amo Gabilondo, enorme conocedor de Hegel, les podría dar alguna lección, pero no la aceptarán por la soberbia en el pensar y el odio en el actuar. El candidato del PSOE tan sólo ha expresado algo que el 80% de los madrileños tienen claro, “con este Iglesias no”, porque han visto su actuación en el poder. La cual queda resumida en ver series, hacer programas de televisión, alguna lectura y estar todos los días encizañando. Eso sí, hacer algo con las residencias que están bajo sus funciones, nada de nada. Ni una visita al exterior de alguna. Gabilondo representa la política con principios pero sin estridencias. Y como ha dicho en el programa de la cadena que aupó a Iglesias al estrellato, “la ciudadanía debe mirarnos y no salirse de su asombro por no hacer lo que debemos hacer.