Desde que hubo de operarse por un problema en los ojos y dejó de utilizar gafas y de teñirse el pelo, parece que Alberto Nuñez Feijoo tiende a meter la pata constantemente. Intenta aparentar ser el jefe de la oposición de verdad y estar en todos los sitios a la vez. El problema es que carece del don de la ubicuidad y acaba siendo el hazmerreír patrio. ¿Por qué Feijoo fracasa constantemente? ¿Ganará más votos con estas apariciones o más bótox?

Si se preguntan por lo del bótox, no piensen que es porque el presidente del PP haya recurrido a tal mecanismo estético. No llega a Pedro Sánchez en esto. Tiene sus arrugas, normal a sus 62 años, y las muestra aunque sus fotógrafos tienden a captar las fotografías un poco desde lejos. En las redes socialistas… ¡Perdón! En las redes sanchistas, visto que carecen de argumentos para defender a su amo y señor, se están dedicando a propalar el bulo —sí, Sánchez el propalador de bulos aunque pueda parecer mentira— de que Feijoo se habría puesto bótox para aparentar ser más joven o convencer a seis votantes.

La realidad es que, para cualquier ciudadano de a pie, es imposible saber qué quiere Feijoo para España. Más allá de la demagogia de bajar los impuestos y potenciar la empresa algo que no han hecho cuando han gobernado, nadie sabe qué es lo que propone el PP como alternativa al Gobierno. Se sabe que Feijoo no es presidente, ni Papa, ni reina mora porque no ha querido, pero hasta ahí.

Tuvo la mala ocurrencia de aparecer el día del apagón para no decir nada. Si no se tiene información de nada, si no se tienen conocimientos de nada, es mejor no aparecer cuando el país estaba sumido en la oscuridad y con la angustia de saber cuándo volvería la luz —nada que ver con el romanticismo que están intentando colar desde el Gobierno—. Si lo hubiese hecho a las dos de la tarde hubiese tenido sentido si hubiera exigido la inmediata comparecencia del presidente del Gobierno, pero a la tarde ¿para qué? Salvo para enfadar a los españoles. Igual es porque nadie le hubiese escuchado y lo único que buscaba es aparentar.

Como se pasa la vida mirando a su derecha ocurre que hoy dice una cosa y mañana la contraria. ¿Cuál es su política energética? ¿Cuál es su política respecto a los enchufes de cargos públicos? ¿Cuál es su receta económica para invertir más en armas pero no tocar las instituciones básicas del Estado social? ¿Cuál es su política de inmigración? ¿Se va a pelear con sus colegas peperos europeos, con los que está reunido ahora para que España no sea un país de camareros y diletantes? ¿Qué relaciones internacionales va a impulsar? Cuando llegaron al Gobierno Felipe González y José María Aznar se tenían indicios fundados de todo — con José Luis Rodríguez se sabía que era el mal, con Mariano Rajoy que iba a hacer caciquismo y con Sánchez que era un mentiroso—. Algo.

No. En el PP se dedican a mandar notas de prensa que no interesan a nadie, a sacar fotos de lo más variopintas —como la que encabeza este artículo en el gran premio de España de motociclismo— y a decir lo que es obvio, que Sánchez es un mastuerzo. Pero si usted exige responsabilidades, bien, al presidente de España ¿por qué no se ha cargado a Carlos Mazón por algo bastante más gordo, o cuando menos similar? ¿Acaso ligar con presentadoras de televisión, a las que se concedería un cargo muy bien remunerado, es peor que las sobrinas de Ábalos? ¿Dónde está la ética? Se la debió dejar en Galicia, si es que allí la tuvo y no se sostuvo gracias a La voz de Galicia.

¿Qué ganará Feijoo, más votos o más bótox? Lo más probable es que lo segundo sea cambiado por algún tipo de medicamento porque le tocará gobernar con Vox y eso seguro le produce úlcera de estómago. De hecho, cada vez tiene peor cara y no es por la operación de los ojos.

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