El coordinador federal y portavoz parlamentario de Izquierda Unida, Alberto Garzón, ha denunciado hoy que el Gobierno del PP “tiene definida una senda” con los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2018 que pretende aprobar y “esa senda es la de la reducción del Estado social”. Garzón avisó de que “el gasto público se queda, en porcentaje del PIB, en el 40,5 %, el nivel más bajo de los últimos 10 años, nada más y nada menos. Tenemos una diferencia con la media europea de hasta 6 puntos, que es aún mayor si tenemos solo en cuenta a los países de la zona euro”.
El representante de IU lanzó todos estos fundados reproches directamente al secretario de Estado de Hacienda, José Enrique Fernández de Moya, durante la comparecencia de éste en la Comisión de Presupuestos de esta mañana en el Congreso. Con una intervención sumamente sólida y basada en múltiples datos contrastados, Garzón advirtió de que según “entramos poco a poco” en el análisis de las cuentas públicas “vamos viendo cómo esta tendencia se confirma y, además, en algunos casos de forma dramática”. El PIB nominal crece a un 4,3 %, el gasto no financiero al 1,6 %, y el gasto social al 2,3 %. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que se incrementa la desigualdad. Hay una asimetría muy clara: crece la tarta, pero la parte que corresponde a lo que se beneficia el Estados social es cada vez más pequeña”, indicó contundente. No faltarán los corifeos del neoliberalismo que afirmen que Garzón es un peligroso comunista, que hay que adelgazar el Estado, pero lo cierto es que eso es lo que hace el gobierno de M. Rajoy comenzando por los social, por lo que afecta a las clases populares.
En este sentido, Alberto Garzón expresó su sensación “o más bien la certeza”, de que estos presupuestos del PP “lo que hacen es consolidar y perpetuar los recortes que se iniciaron en el año 2010 con otro gobierno de otro color político, que fue el Partido Socialista. Creemos que esto es así y que, además, el programa de estabilidad aprobado por el Gobierno lo que plantea es que va a seguir siendo así los próximos años. Esto es enormemente preocupante”. Lo que deja entrever que aún sigue España bajo el yugo de la troika. Además, el portavoz parlamentario de IU desmontó la propaganda que lanzan a diario todos los ministros sobre que estas son las cuentas públicas más sociales de la historia. Dentro del ´proceso de acumulación capitalista que los economistas de izquierdas vienen denunciando desde hace años, Garzón tuvo a bien observar que aunque “crece el PIB, los salarios no, y se estancan. En 2017 los salarios crecieron apenas un 0,17 %, con un PIB creciendo por encima del 3%. Tenemos unas realidades de precariedad realmente dramáticas en nuestro país”.
“¿Qué significa esto?”, interrogó Garzón de forma retórica, y el secretario de Estado tuvo que escuchar la respuesta: “significa que se incrementan las desigualdades porque lo que sí crecen son los beneficios empresariales y esto es algo que a ustedes nunca les preocupa. Parece que siempre que hablan de competitividad, siempre que hablan de la necesidad de bajar precios para ser competitivos, piensan que los precios solo están determinados por los salarios, y se olvidan de que los beneficios empresariales también componen el precio”. Justo lo que los economistas liberales achacaban a Karl Marx en su teoría del valor. Paradójicamente, los neoliberales recurren al marxismo para defender el proceso de extracción de la capacidad laboral de la clase trabajadora.
Al máximo responsable de IU no le faltaron datos para refrendar sus denuncias. Así, comparó partidas concretas con las del año 2010 (año de inicio de los recortes) y ocurre que “vemos que las partidas de educación, cultura y deportes se reducen un 21,6 %; la de sanidad es un 31,2 % inferior e, incluso, la de fomento, un 54,7 %”. Denunció también algunos de los trucos que contienen los PGE para 2018, que tachó de “cosas muy llamativas y dramáticas”. Puso como ejemplo “la congelación, otro año más, de todas las ayudas, subvenciones y subsidios que dependen del IPREM. Si se congelan ese tipo de ayudas es fácil entender que si el precio de la vida sube, por ejemplo, al 1,5%, los que reciben ese tipo de ayudas, sean personas físicas o jurídicas, están empobreciéndose a la misma cantidad que sube el IPC”.
“Y cuando hablamos de ingresos es cuando llegamos a una realidad un poco más sorprendente. Cumplen el programa de estabilidad que ustedes mismos se han marcado en materia de reducción del gasto público, pero no terminan de cumplir de ninguna manera con la parte que ustedes mismos se han marcado a instancias europeas de subir los ingresos públicos”, indicó no sin cierta retranca.
Pero no quedaban ahí las sorpresas, por lo que Garzón aseveró a Fernández de Moya que “hay algo que usted nos va a tener que explicar de una forma bastante clara”. Y eso no era otra cosa que entender “cómo es posible que estimen un crecimiento del IRPF del 6 % cuando se prevé que los salarios crezcan un 1,1 %. Esto, siempre y cuando los salarios crezcan en esa proporción”. Como se dice en la actualidad, un zasca en toda la boca del empleado de Montoro. Pero no se quedó ahí, sino que siguió argumentando con más datos y lógica económica frente al responsable ministerial: “Incluso si le diéramos la razón y nos creyéramos lo que nos está contando la recaudación del IRPF crecería el doble que la del Impuesto sobre Sociedades”.
Garzón detalló ahí otro más de los trucos presupuestarios: “usted nos ha presentado un gráfico muy significativo. Ha hablado de los beneficios fiscales, y resulta que a las empresas, que son las que pagan el Impuesto sobre Sociedades, se les incrementan los beneficios fiscales el 62 %. Es decir, hay una asimetría clarísima entre el tratamiento a las personas y el tratamiento a las empresas”. Lo que en román paladino se llama capitalismo de amiguetes, o utilización de los mecanismos del Estado para beneficiar al establishment.
Alberto Garzón concluyó su intervención recordando que “la recaudación del Impuesto sobre Sociedades en nuestro país suele ser del 2,4 % del PIB. En otros países, como Portugal, Suecia o Bélgica supera el 3 % e, incluso, en países como Reino Unido, Francia o Países Bajos está por encima del 2,5 %. Yo creo que su política está muy clara: ustedes han planteado que la salida de la crisis pasa por bajar los impuestos a las grandes empresas, pero nosotros creemos que eso perjudica clarísimamente”.