Las elecciones colombianas se han caracterizado por una fuerte polarización y por la conformación de dos grandes bloques políticos a derecha e izquierda. Los partidos tradicionales casi han desaparecido del mapa político colombiano y, en su lugar, emerge una fuerza política claramente de centro derecha, el Centro Democrático que lidera el expresidente Alvaro Uribe, y un movimiento de corrientes, al estilo de lo que en su momento lideró en Bolivia Evo Morales, que conduce Gustavo Petro, candidato presidencial que aunque derrotado ha logrado ocho millones de votos frente a los diez alcanzados por su contrincante, Iván Duque. Petro perdió pero acapara un buen caudal de votos que le convierte en el líder moral y político de la izquierda colombiana más allá de las formaciones tradicionales de izquierda. ¿Pero por qué perdió Petro unas elecciones en las que la izquierda tuvo muy cerca la victoria por primera vez en la historia de Colombia?
1.Pésima campaña electoral. Petro hizo una campaña dirigida a sus adeptos y partidarios. Quedó situado en la segunda vuelta como el candidato de la izquierda frente a Duque y supo arañar más de tres millones de votos, seguramente procedentes de los que habían votado por el candidato verde Sergio Fajardo. Pero Petro siguió enviando un mensaje en clave interna para los suyos pero sin intentar atraer votos fuera de ese espectro político. Estuvo mal asesorado, enviaba mensajes confusos y le faltó un asesor de derechas que le hubiera dicho, por ejemplo, que dejara de asustar con algunas expresiones como las famosas “expropiaciones” a las que se refirió en una ocasión de una forma bastante desafortunada.
2.La batalla se da en el centro político y no en la izquierda. Petro se tenía que haber moderado para la segunda vuelta e intentar arañar votos del centro político, es decir, de los procedentes de los candidatos liberal, Humberto de la Calle, y de Vargas Lleras, pero quiso seguir imprimiendo a la campaña su sesgo ideológico izquierdista, cuando es sabido que todas las elecciones se ganan por el centro, donde suele estar el mayor granero de votos. Petro obvio esta máxima básica que debería estar en el manual electoral de todo buen candidato.
3.El “fantasma” de Venezuela. El miedo, por no decir el terror, a que el país se convirtiera en otra Venezuela estuvo presente siempre en la campaña. La crisis venezolana está presente en las calles colombianas y no es algo lejano; hay más de un millón de ciudadanos de este país que han huido del horror y la miseria imperantes en esa satrapía socialista. Los colombianos de a pie conocen de primera mano al desastre en que han sumido a Venezuela ese tándem de despotas incorregibles que responden a los nombres de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Si Petro hubiera hecho desde el principio una denuncia firme, rotunda y contundente de la dictadura venezolana, denunciando las violaciones de los derechos humanos y los crímenes perpetrados por la dictadura, seguramente hoy sería presidente de Colombia, pero no lo hizo e hizo lo contrario: sembrar la duda ante la ciudadanía generando la incertidumbre acerca de un programa oculto que abriría las puertas a algo parecido al régimen venezolano. El “fantasma” venezolano devoró a Petro y fue torpe políticamente por no saber desligarse del mismo.
4.Escasa concreción programática. Petro esbozaba una seria de ideas, de proyectos, de propuestas utópicas, incluso algunas estúpidas, como prohibir los toros, pero sin ser capaz de presentar un programa creíble a la sociedad colombiana. En toda la campaña fue incapaz de presentar un proyecto de defensa de la salud y la educación públicas, quizá dos de las demandas silenciosas que más reclaman los colombianos. Era un discurso difuso, perdido en el populismo imperante en el continente y sin un polo a tierra que lo hiciera creíble. Preparó un discurso para los suyos pero fue incapaz de ir más allá, quedando a unos puntos porcentuales más por encima del otro candidato de la izquierda que tuvo éxito en el pasado, Antanas Mockus. Pese a todo, ocho millones para la izquierda en un país como Colombia es un gran éxito que no se puede menospreciar.
5.Falta de liderazgo en la izquierda. Petro fue incapaz de atraer a otros sectores de la izquierda política, como el candidato Sergio Fajardo y el senador más votado de Colombia, Jorge Enrique Robledo, que acabaron pidiendo el voto en blanco. Petro, caracterizado por su petulancia y soberbia infinita, fue incapaz de llamar a otros sectores políticos e intentar crear una gran convergencia de fuerzas y movimientos, que como el Polo o la Alianza Verde acabaron pidiendo el voto en blanco. Casi un millón de votos se fueron al voto blanco que, seguramente, Petro podría haber atraído para sí. El mayor enemigo de Petro es Petro.
6.Excesivo dogmatismo. Hasta el mismo día de la derrota, cuando ya era evidente que había perdido las elecciones, Petro fue incapaz dirigirse al país, siempre habló para su parroquia. Fue incapaz hasta de felicitar al candidato vencedor, Iván Duque, y reconocer su derrota, como lo hacen todos los candidatos derrotados en todas partes del mundo. Fiel a su estilo dogmático, rígido y dotado de una escasa flexibilidad ideológica, el candidato izquierdista fue incapaz de buscar un acuerdo de mínimos con otras fuerzas o líderes que no comulgaran con sus planteamientos. No quiere representar un proyecto colectivo, sino que está instalado en la defensa de su proyecto socialista sin ser capaz de ponerse en los zapatos de otros. Luego está el propio carácter del candidato. Petro exhibió durante la campaña distancia y frialdad frente a los ciudadanos de a pie; mantiene la distancia y es incapaz de mantener una conversación espontánea con una vendedora ambulante, por poner tan sólo un ejemplo. Le falta quitarse la máscara y hablar el lenguaje de la calle. Mostrar menos dogmatismo y mayor capacidad de comunicación con los ciudadanos es lo que le falta a Petro para ser capaz de ganar unas elecciones en Colombia.