Sí, hay que decirlo con claridad, existe demasiado madridismo entre la afición rojiblanca. Madridismo entendido como ideología, como sustituto de una realidad que es tozuda desde que el Mal se erigió como aliado del poder político, económico, mediático y social en España. Siempre dicen los aficionados del Atleti «Orgullosos de no ser como vosotros» pero la realidad es que cada vez más aficionados son madridistas en su fuero interno.
Bien es cierto que es complicado desligar al ser humano de su contexto cultural y el del aficionado rojiblanco necesita de una alta dosis de formación y de información para no ser lo mismo que los malignos de la Castellana. Ese sólo medir lo deportivo por los títulos; esa obsesión malsana por la Champions; ese creer que por la camiseta ya se es campeón sin bajar del autobús; ese no respetar a los jugadores y aplaudir a aquel que se pega tres carreras para nada; ese gilismo inilustrado porque se gastan cuatro cuartos ahora; ese quejarse de los equipos-Estado; esa soberbia al hablar; ese gataflorismo; ese madridismo en definitivas cuentas.
¿El Atleti está obligado a ganar todo? No. ¿El Atleti es candidato a ganar? Hoy en día está obligado a competir hasta donde le llegue la calidad y las fuerzas y/o le permitan —que se olvida rápido lo sucedido en cierta tanda de penaltis o los gilmanzanazos—. Esa actitud chulesca que se tiene frente a otros equipos de La Liga no es ser atlético, al rival se le respeta siempre y luego, si se puede, se le meten cinco y tan amigos. Eso hace rabiar más a blibaínos, donostiarras y especímenes de ese estilo. Si aparece un VelcroRM, ahí sí se le dicen cuatro cosas, pero sin prepotencia, con ironía, saber estar, hidalguía.
El problema es que la gran mayoría de la afición del Atleti se informa en Marca y As —que ayer mismo manipularon unas palabras de Samu Lino de manera torticera para afirmar que había rajado del equipo rojiblanco—; escuchan Cope o Ser donde se reúnen los más antiatléticos del mundo, incluyendo a los que dicen ser del Atleti; ven en la tele el Desmarque, Jugones o los Teleñecos de la noche, programas dedicados a afianzar el nacionalmadridismo y que siempre hablan mal del Atleti. Normal que acaben pensando que el Atleti es como el Mal, pero sin darse cuenta de que tienen menos fuerza en los lugares de poder que la UGT con Franco. El Maligno controla la Federación, el CTA, el ministerio, el CSD, la UEFA y La Liga —y si tiene peleas con Javier Tebas es porque quiere quedarse con el 50% de los ingresos televisivos—, ¿alguien en su sano juicio piensa que se puede competir de tú a tú contra esto?
En este siglo sólo dos equipos han logrado quitar cuatro ligas a los dos buques insignias del duopolio futbolístico, el Valencia y el Atleti, en ambas ocasiones por despistes de unos u otros. Por ejemplo, la pasada campaña, a pesar del tocarse las narices en los partidos de fuera, en cuanto el Atleti fue campeón de invierno los arbitrajes comenzaron a cambiar y se transformaron en una caza sibilina para hacer daño. ¿Puedes ser candidato seguro a la liga con eso en contra? Salvo que te creas lo que dicen en todos esos medios feladores del Maligno, no. Es más intentan poner como candidato seguro al equipo rojiblanco para malmeter durante toda la temporada y si es posible no se clasifique ni para Champions.
No es sólo en eso en lo que se muestra el madridismo. Ahora se observa en redes sociales un continuo estar pendiente de ex-jugadores, incluyendo a los más perros y asquerosos que han vestido las rayas canallas, y ver qué hacen en otros equipos. Eso es muy madridista y muy del nacionalmadridismo como ideología. Si un jugador está en el Atleti, con él a muerte. Si se va, como si no existiese. Lo que haga el senderista, el guarro argentino, el ojos raros o un guapete no interesa lo más mínimo. Estar pendiente de eso sólo puede tener una explicación, buscar algún tipo de excusa para atacar al entrenador o a la directiva —aunque esto las menos veces—, esto es, para atacar al Atleti. Es como todos esos VelcroRM que se compran camisetas del Al-Nasser. El que se va, se va por mucho cariño que se le guarde. Se llame Witsel o Saúl.
El «no consuman» no lo han llegado a entender. Esto no significa que no lean alguna vez el periódico, la crónica del partido o no vean los goles en la tele, sino que de lo que digan, especialmente en las tertulias y los monos amaestrados que llevan para comentar los partidos, no se crean nada. Si están viendo el partido hagan caso a sus ojos. Y ya eso de que el Atleti debe jugar al fútbol, a un mejor fútbol, sí que es lo más madridista. A ver, esto no quiere decir que haya que tragarse partidos infumables como los perpetrados las últimas temporadas, no, pero el Atleti debe jugar con sus armas, gusten o no. Que luego alguno gana una Champions con cerrojazos y patadón arriba y es la perfecta utilización del bloque bajo. No se dejen llevar por esa corriente, para jugar como el City, el PSG, el Liverpool o el Bayern hay que tener el dinero de esos equipos y el Atleti compra por doscientos y vende por ciento noventa.
Miren presupuestos y comparen antes de exigir nada. Salvo que sean felices siendo madridistas, claro. Eso sí, exigencia máxima para el cuerpo técnico —que se dejen de mufas y cábalas—, para los jugadores —aquel que no tenga claro que debe volver del campo con la camiseta ensangrentada si hace falta que no salga— y para los dueños prescritos. Competir hasta donde dejen y si hay un despiste, cazar la presa. Más de eso es ser madridista o estar influido por el madridismo y el sistema actual que sólo entiende de títulos, de trofeos de chichinabo —como el balón de oro y esas cosas similares— y de marketing. Si uno es del Atleti también siente odio por el fútbol moderno. Y, como ya se dijo en una ocasión, el proceso de millwallización del Atleti es evidente. «Nos odian, pero nos da igual».