A pesar de que los aficionados rojiblancos más escorados a la derecha se pueden enfadar, la realidad es que en las batallas que se están produciendo dentro del y contra el Atlético de Madrid hay que tener otro ánimo. La respuesta lógica no es ser como sitio de Numancia, el cual acabó cayendo ante las tropas romanas, sino como el de Stalingrado, aguantando todo lo que haga falta, hasta la extenuación si fuese necesario, para lograr el fin último: defender al Atleti y sus valores contra todo y contra todos.
La peña atlética L’Alacanti 1903 ha decidido disolverse al finalizar la temporada debido a las medidas tomadas por los dirigentes de la Sociedad Anónima Deportiva, el gilcerezismo de los dueños prescritos. Es una peña que, además de tener un museo y chuparse cientos de kilómetros para ir a ver a su equipo en el Metropolitano (Javier Tebas mediante), es de las más grandes y acompaña al equipo en todos los desplazamientos. Hacen afición desde el respeto a los valores rojiblancos y hacen Atleti frente al Mal allí donde se encuentran.
La dirigencia del Atleti es timorata, al pensar más en los posibles réditos monetarios de la futura venta, se bajan los pantalones y dejan tirado hasta al entrenador en sus denuncias de las provocaciones de jugadores, especialmente de los del Real Madrid, el mal absoluto. Frente a eso, que lleva a suspender la venta de entradas para viajes a un sector de la afición (bien si solo fuera contra los asalvajados), la respuesta no puede ser la claudicación ante las tropas del nacionalmadridismo en esta campaña premeditada y que no tiene otro fin que acabar con todo lo que se viene construyendo desde la llegada del Cholo Simeone.
El equipo ha ido creciendo de la mano del señor de negro tanto en lo deportivo (nunca en la historia el Atleti había encadenado tantas temporadas seguidas en los cuatro primeros puestos), como en lo económico y social. En España, pese a las presiones de la prensa entregada al poder del señor de Pío XII, parece que existe más vida que el duopolio que desea la coalición dominante. Los sentimientos de pertenencia de muchos aficionados ya no son tan duales como hace tiempo (de su equipo y el Real Madrid), el Atleti va ocupando una cuota de mercado, especialmente en Madrid, que antes se pensaba uniforme salvo residuos incomprensibles (ahí siguen diciendo que no se entiende cómo no se puede ser del equipo del mal) y esa ampliación permite al gilcerezismo lograr más ingresos y más cuota en toda Europa.
Además de lo deportivo y financiero está el aspecto social de una hinchada que es casi única en el mundo. Pase lo que pase siempre está ahí, apoyando, dejándose sus ingresos mayores o menores para estar junto a los suyos; con esa conciencia de clase alternativa que siempre ha distinguido a los rojiblancos; con ese desprecio hacia los poderosos del momento (da igual la prensa que los distintos grupos políticos de la corte del florentinato), ese saberse despreciado y mostrar que poco o nada importa. Esa masa social es la que están intentando llevarse por delante desde el poder.
Quieren quebrar la fe del grupo para tomar al asalto el Metropolitano y devastar todo lo que encuentren a su paso. Las constantes críticas al entrenador, muchas de ellas con la colaboración interesada de personajes como Gonzalito Miró (siempre han existido los colaboracionistas), el señalamiento de TODA la afición del Atleti como nazis, peligrosos o elementos a exterminar es producto de una campaña bien orquestada desde hace tiempo. Lo que hicieron con el Valencia de Rafa Benítez, por ejemplo. Por ello no solo hay que resistir como se ha venido resistiendo, incluyendo la millwalización, sino que esa resistencia no debe ser pasiva y a la espera de la toma final por parte de las legiones romanas como en Numancia o Masadá (si usted prefiere la historia judía).
Stalingrado debe ser el ejemplo de resistencia con victoria final. Se va a pasar mal, por culpa de todo un aparato ideológico como es la prensa que está apretando fuerte, a lo que añadir un poder político que se cree legitimado para atacar solamente al Atleti porque así lo desea el señor de Pío XII (no en vano mete más de medio millón de euros en las fundaciones de PP y PSOE), pero la victoria es nuestra. Al final si todos aprietan las filas, si se apoya al que sufre y/o al que se siente desfallecer, si se sabe que el triunfo está por venir porque el proletariado (el Atleti) es más fuerte que la amenaza nacionalmadridista, se vencerá. A pesar de tener generales que se lo hacen encima, la fuerza de la unidad de todos los atléticos vencerá.
Por todo lo anterior la peña L’Alacanti 1903 no se puede disolver, sería concederles el triunfo que están buscando desde hace tiempo. No puede irse un símbolo tan destacado de las posiciones defensivas. Caerán algunos miembros individuales por el camino, igual a los que menos se echarán en falta, pero si la propia afición se vuelve contra los demás aficionados en vez de mirar de frente al mal absoluto, la derrota y la toma como en Numancia está cantada. Están metiendo la cizaña entre los aficionados para que se señalen unos a otros, están alentando que las peñas se retiren, están intentando destruir lo que es el Atlético de Madrid, ¿se lo vamos a permitir sin luchar, sin resistir?
La peña L’Alacanti 1903 no puede ser la primera baja sino el símbolo de la resistencia, como el resto de peñas, los espacios mediáticos del Atleti y cada uno de los aficionados. Llegará el momento en que, como hizo el general Gueorgui Zhúkov, se pueda atacar por los flancos débiles. Hasta ese momento contención y desgaste para el mal absoluto que es el nacionalmadridismo en toda su extensión. Pueden tener muchos panzers pero no tienen el alma y la esperanza que poseen las tropas rojiblancas.