Justo cuando entraba en el edificio de la Asamblea de Madrid salía con prisa Ramón Espinar, por lo que sólo hemos podido cruzar un par de miradas y risas (no sé si cómplices). Pero ya sabía que tenía una reunión urgente para solucionar el problema que había generado el “niño”, Íñigo Errejón. Una importante reunión donde Pablo Iglesias iba a coger al toro por los cuernos y solventar el problema generado. Algo que debía ser una felicidad para la organización, una posibilidad de apartar al PP y a la otra derecha naranja del gobierno, tornaba por personalismos de una parte y oscuras conspiraciones en un problema. Una distorsión comunicativa que había que limpiar y dejar resuelta. Como así ha sido… en parte.
Y es en parte porque el grupo de Podemos en Movimiento, más conocidos como Anticapitalistas (aunque no todos los que son parte del grupo son “anticapis”), no está por la labor de entrar a una disputa donde todo parece que es un reparto de puestos, sin apertura a la sociedad, a los círculos y a otras formaciones de izquierdas para establecer una confluencia que permita terminar con la hegemonía de la derecha en la Comunidad de Madrid. Como advirtieron en su Asamblea del miércoles, no sólo no van a participar en las primarias de Podemos en Madrid, sino que tienen serias dudas de si aceptar entrar en las listas sin un debate profundo y una apertura de miras.
Según nos han traslado dirigentes de los anticapitalistas, muy enfadados por cierto con la actuación del errejonismo, ya que el sábado no dijeron gran cosa, ni se opusieron furibundamente a lo acordado en el Consejo Ciudadanos, mientras esta situación no cambie, no se ven participando de un trueque vulgar como en los partidos clásicos. “¿Qué pasa con Izquierda Unida o Equo si todo ya se reparte antes?” ha manifestado con indignación un anticapitalista. Porque, como ya se contó en estas mismas páginas, el equipo de Ramón Espinar llevaba tiempo dialogando con otras fuerzas políticas para ver puntos comunes y trazar mecanismos de convergencia entre diversas fuerzas de la izquierda. No sólo un reparto de cargos, sino posicionamientos conjuntos producto de vías de reflexión entre todos. No presentar una “lista de partido”, sino un movimiento transformador de cambio. Una estrategia avalada por los anticapitalistas (partícipes de ella al ser parte de la ejecutiva madrileña) y la que entienden como mejor senda hacia la construcción de una alternativa. Con tanta pelea personalista, entienden, Podemos queda como sujeto político subalterno.
Tanto Iglesias, como Espinar o Errejón han manifestado que desean que los anticapitalistas (Podemos en Movimiento) se sumen al proyecto a la lista unitaria. Algo que se antoja complicado porque insisten en que no sólo son nombres, sino presupuestos ideológicos lo que se ha debatir. La participación de la bases como fundamento democrático, “si es que nos creemos Podemos”, antes que decidir en la cúpula lo que es mejor para la formación. Iglesias ha manifestado que “los inscritos e inscritas me han pedido que cuide Podemos y es lo que quiero hacer”. Por ello, piensan los “anticapis” que el proceso de confluencia, y no de listas así sin más, debe abrirse a los círculos y las bases del partido. Esto no puede ser solamente elegir unos nombres. Por lo tanto, esta parte es la que queda por cerrar dentro de la formación. Y desde el “oficialismo” saben que hay que llegar a un entendimiento.
Más dudas plantea la posición errejonista a los “anticapis”, pues ya ha conseguido 14 de los 25 primeros puestos de la candidatura. Errejón ha expresado en la rueda de prensa de presentación del acuerdo que quiere al grupo de anticapitalistas en “su” lista, así como “a compañeros de viaje de otras organizaciones para hacer un camino que saque la mentira de la Puerta del Sol”. Si sólo fuese la mentira, la solución sería sencilla, porque es mucho más lo que hay que hacer, según entienden en la dirección de Podemos de la Comunidad de Madrid. Paradójicamente, porque Errejón todos los días habla de lo mismo, hay que luchar por establecer una hegemonía nueva en la comunidad frente a tantos años de gobierno de la derecha.
Pero volviendo a los resquemores, se temen en las dos facciones (oficialistas y anticapis) que Errejón poco o nada va a ceder en favor de las organizaciones esas que quiere de compañeros de viaje. Desde luego en la corriente oficial se huelen que tendrán que ser ellos y ellas los que cedan puestos en favor de IU o Equo. En Anticapitalistas, además del debate programático y el respeto democrático, tampoco se fían y saben que les darán puestos “casi de no salida”. Y claro tampoco van a legitimar una candidatura con la que no están muy de acuerdo y quedarse fuera del papel institucional. No por el cargo en sí, como explican, sino porque no quieren ser utilizados.
Por tanto, el acuerdo entre el sector oficialista y el errejonista ha quedado medio cerrado, a la espera de conocer qué más hay detrás, pero una gran parte de lo que significa Podemos queda fuera, enfadada y a la espera de ver si hay una apuesta por el modelo que llevó a la formación morada a ser el martillo de los poderosos. Y, por si no fuera poco, el candidato no es que les guste mucho porque, algunos y algunas, entienden que se ha creído su papel, “se ha endiosado”. Duro trabajo el que les queda a Iglesias y Espinar por los cabreos del “niño”.