De las diferentes acepciones que ofrece la RAE sobre el adjetivo infame (1. Que carece de honra, crédito y estimación; 2. Muy malo y vil en su especie), elijan ustedes el que prefieran porque estarán muy cerca de la calificación real del artículo que ha escrito Albert Rivera en el vocero de las derechas españolas, El Mundo. Allí, el dirigente de Ciudadanos ha publicado un artículo titulado Sanchismo o patriotismo constitucional. Un título que puede resultar gracioso o podría ser explicativo pero que en su contenido no es más que la difusión de la mentira y la inoculación del odio. Rivera no entiende la política como un diálogo, como un debate entre posiciones, para él sólo cabe una verdad, la cual es aquella que surge de su imaginación. A todo ello cabría añadir el desconocimiento del significado de las palabras y conceptos que utiliza, pero esto no es nuevo como bien conocen nuestros lectores.
Intenta contraponer el presidente de Ciudadanos la acción del Gobierno del PSOE, que califica como sanchismo frente a un supuesto patriotismo (constitucional o cívico) que sería lo que él defiende. Tras escuchar a Emmanuel Macron el otro día en el congreso de ALDE, se ha apropiado Rivera de la palabra aunque desconozca su significado y el que tiene en boca del presidente de la república francesa. Todo ello con el fondo catalán detrás como es obvio. Porque para Rivera sólo existe Cataluña, el populismo y el sanchismo (ahora), el resto de preocupaciones de los españoles y españolas de a pie, esos quedan para otro día o nunca (justo cuando apliquen todas las medidas del Ibex-35 se acordarán de las personas). Dice el dirigente naranja que después de intento de golpe de Estado, más bien la cafrada estúpida y huida hacia delante de los del 3% habría que decir, en España surgió “el despertar de un sentimiento de patriotismo cívico como nunca antes había asomado en nuestro país”. Antes en nuestro país lo normal era que sus antecesores patrioteros, o nacionalistas, utilizasen el espadón para imponer la patria, pero desestima el dirigente de la derecha extrema los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo92 que también tuvo lo suyo de patriotero. Decía Felipe González que al finalizar su mandato le gustaría que los españoles y españolas se hubiesen reencontrado con su pasaporte, que no anduviesen a peleas con él. Y eso se consiguió mediante el patriotismo que no es el mismo que despertó la cuestión catalana, ahí salió el nacionalista pequeño que llevan dentro muchas personas.
“Sabemos que millones de ciudadanos ya no aceptarán ni una concesión más al nacionalismo, no volverán a pedir perdón por ser españoles” afirma en su escrito el político catalán para asombro porque, como se dijo en el párrafo anterior, los españoles y españolas no piden perdón por serlo. Al menos unos 43 millones de personas en España no lo piden y todo gracias al PSOE que sí contribuyó a “hacer patria” y no nacionalismo. Intenta Rivera hacer global lo que sólo es local. Hacer general una reacción que, mediante algunos engaños, surgió en un momento y hoy ya no existe, como se pudo comprobar en su acto de España Ciudadana en Barcelona, donde acudieron los cuatro gatos de Ciudadanos. Y si las palabras les parecen preciosas ¿qué es el patriotismo de Rivera? No lo explica, ni sabría explicarlo porque no es más que un nacionalismo españolista, tan identitario como el nacionalismo catalán. Esconde bajo un término republicano, lo que no es más que un deseo de homogeneización españolista de las derechas españolas. No es esa patria lo que deseaba el gran liberal John Stuart Mill: “Todo lo que verdaderamente tiende a la mezcla de nacionalidades y la combinación de sus atributos y peculiaridades en una unión común es un beneficio para la raza humana”. No quieren mezclar en Ciudadanos como se observa por sus ataques a las lenguas cooficiales del Estado, o los fueros, o el acento andaluz. No. Al contrario lo que quieren, siguiendo una tradición decimonónica, es utilizar el supuesto Estado-nación para encubrir la tiranía de un grupo sobre otro. Justo lo mismo que critican a los secesionistas.
El sanchismo es la nueva ideología del mal.
Una vez ha puesto en un lado del cesto Rivera su posición, sin explicar gran cosa la verdad, toca el ataque, donde se inserta la infamia, contra el presidente del Gobierno Pedro Sánchez. “Quien fuera un actor clave en la construcción de la España democrática y un aliado en la aplicación de la Constitución para sofocar el golpe, se ha desviado de aquel espíritu y de aquel camino” expone el presidente de la formación naranja, quien parece obviar que el presidente del Gobierno ha sido tajante respecto a la posibilidad de aplicar, incluso con mayor dureza, el artículo 155 de la CE. Sánchez no se ha desviado, sólo intenta que el jaleo que han montado las derechas españolas contra las derechas catalanas tenga algún tipo de salida. Y para ello hay que utilizar el liberalismo político. Sánchez se lanza a los brazos de la tradición liberal del parlamentarismo como mecanismo de diálogo y solución de problemas. Pero como hay un Parlamento montaraz establece el presidente, como le corresponde por responsabilidad constitucional y ética, vías de diálogo con el gobierno catalán. Un gobierno legítimo elegido en una votación democrática, que es algo que parece olvidar siempre el dirigente naranja.
“Ya no está en el constitucionalismo, lo ha abandonado. Pedro Sánchez decidió legitimar como interlocutores válidos a Torra, Rufián y Puigdemont y pactó con ellos el acceso al poder por la puerta de atrás, sin pasar por las urnas, y engañando a los españoles prometiendo que convocaría elecciones cuanto antes” escribe Rivera mintiendo y difamando. Primera mentira, Sánchez llegó al poder mediante un mecanismo constitucional, la moción de censura, con el apoyo de Unidos Podemos, PNV y demás partidos catalanes. No sólo con los catalanes. Sánchez utilizó la Constitución esa que dice defender Rivera, aunque sólo para lo que le parece bien a él y sus amigos del establishment. Segunda mentira, no prometió a los españoles y españolas que convocaría elecciones cuanto antes, sino que le dijo a usted, señor Rivera, que si le apoya convocaría cuanto antes. Para el resto dijo que cuando fuese posible después de arreglar todo lo que habían dejado destrozado las derechas en el gobierno. Ese gobierno apoyado por Ciudadanos, sí.
Luego empieza a hablar de un presidente que mendiga el aval de los socios para atrincherarse en el poder, o un supuesto pacto de la cárcel que como se ha visto no es tal, ni existe en sí. Que desde el gobierno se intente rebajar la tensión es un mandato imperativo kantiano, ese autor al que Rivera reconoce méritos aunque no lo haya leído. Todo son palabras infames para calentar y seguir insuflando odio a los catalanes y al presidente del gobierno. Tanto como para volver a pedir que le responda a su pregunta de si concederá el indulto a los políticos presos y que no le contestó, ni le contestará. No es tan estúpido Sánchez para atarse las manos por una pregunta de un segundón que pelea con otros dos por ser el primero de la derecha. No va a entrar al juego del antagonismo de Rivera. Primero, como han repetido desde el gobierno infinidad de veces, aunque para eso tenga sordera Rivera, restaurar el orden y la calma. Pero esto no le interesa al dirigente naranja.
“Es así como el PSOE ha sido engullido por el sanchismo, una corriente vacía de pensamiento y de principios a la que solo le importa el poder y está dispuesta a todo para alcanzarlo y mantenerlo. Aunque tenga que aliarse con todos y cada uno de los partidos que quieren cargarse España y criminalizar a los que defendemos el Estado de derecho” prosigue su escrito intentando explicar el sanchismo al que opone el patriotismo constitucional. Que Sánchez desee quedarse en el poder no es nuevo, ni consustancial a su propia persona, es más bien algo que se extiende como un linfoma por las venas de la mayoría de la clase política Lo mismo le pasa a Rivera que desea gobernar a toda costa ahora que ve su cuello peligrar por la guillotina que pasará el Ibex-35 al candidato de derechas que quede el último. Lo infame es señalar a los partidos como destructores de España sin no están con él. Podemos, Compromís, En Marea, En Comú Podem, PSOE, IU, PNV, Chunta, ERC, PDeCAT y cualquier otro que no se ajuste a los deseos de Rivera es un partido destructor de España. Alaba el dirigente de Ciudadanos el constitucionalismo del siglo XXI (que tampoco explica qué es), pero aquellos partidos que desean reformar la constitución son destructores. ¿Qué es el constitucionalismo que defiende Rivera? Dejar las cosas como están y que predomine “una sociedad abierta, una economía liberal y una UE sin barreras”. Justo los deseos del establishment. Todo aquello que ataque los intereses de la clase dominante destruye España para Rivera. De ahí que la infamia al atacar al presidente no sea más que una máscara política que oculta sus verdaderas intenciones.
“Resulta difícil imaginar a Felipe González, Alfonso Guerra, Nicolás Redondo Terreros, José Bono, Juan Carlos Rodríguez Ibarra o Joaquín Leguina practicando ese discurso” expone el dirigente naranja haciendo mayor la vileza del artículo pues le recuerda a Sánchez a presuntos socialdemócratas que apoyan sus tesis de forma directa o indirecta. Y decimos presuntos porque algunos hace tiempo que se enclaustraron en las filas reaccionarias. Curioso que el presidente de Ciudadanos no cite a ningún político en activo del PSOE. Y lo hace porque sabe que le responderían con contundencia y dureza. Tiene miedo a que su argumento se venga abajo y se le vea desnudo, pero no como en la imagen que utilizó en una campaña electoral. Desnudo de argumentos.
Y, como no podía faltar en un discurso de Rivera, hay que hacer apología del cuñadismo: “Sánchez se ha abonado al frentismo, a la vuelta al pasado, está cómodo cultivando esa división en bandos propia del siglo XX”. Que esto lo diga quien entiende la política como antagonismo, que hace unos días presentaba la disputa política contra el populismo y el nacionalismo “malo” como una batalla, que sólo ve enemigos por todos lados, es una paradoja enorme que es más propia del populismo o el fascismo. Decir que Sánchez ha abierto la división en bandos, cuando desde Ciudadanos llevan tres años, al menos, haciéndolo es de ser infame. Aunque se trate de una técnica muy vieja que los reaccionarios, los fascistas y la extrema derecha viene utilizando desde hace muchísimos años. Justo un presidente que dice encarnar los valores del liberalismo político, pues Sánchez no caerá en la parte marxista o crítica de la izquierda como es reconocido por todos, tenga que soportar que el siervo del establishment, carente de cualquier conocimiento sobre el liberalismo, que está en política para encizañar, es un problema del sistema democrático. Porque se pueden decir “burradas” en un momento de calentón, pero escribirlo sin dudar es producto de un partido que no sólo es una secta sino un peligro para la democracia. Rivera es un populista sin escrúpulos y tan nacionalista como Puigdemont, habría que añadir.
Miente que algo queda.
Pasamos a la zona de las mentiras de Rivera en su artículo infame. Aunque igual ya les pueden haber parecido las anteriores expresiones mucho más mentirosas que lo que vendrá a continuación. “En Alsasua los batasunos lanzaron piedras y botellas contra la furgoneta en la que iba con Fernando Savater; boicotearon el discurso de una víctima de ETA; increparon, insultaron y amenazaron a todo demócrata que les pasaba por delante…” ha tenido el valor de escribir. MENTIRA. Ni les lanzaron piedras y mucho menos botellas. Ya ha quedado demostrado que no pasó nada de eso, por mucho que los medios de la derecha sigan insistiendo. Todo una gran mentira para generar una posverdad que se impregne en la cabeza de las personas. Miente a conciencia y lo sabe pero le da igual. Como tampoco boicotearon el discurso de una víctima, sino un acto de odio convocado por Rivera. Y tampoco insultaron a los demócratas por serlo, sino a personas que acudían a su pueblo para criminalizarlo como etarra. ¿Saben qué partidos son los más votados en Alsasua? En 2016 el primero Podemos, segundo UPN-PP, tercero Bildu, cuatro PSOE. Por tanto, la mayoría de Alsasua no es batasuna como dice Rivera. Había personas de todos los partidos gritándoles, lo que es un derecho constitucional y cívico no se le olvide a Rivera. El derecho a discrepar de sus estupideces es sano y hasta necesario. Quien fomenta el odio recibe normalmente el desprecio. Y eso es lo que recibió allí, desprecio por parte de un pueblo que, además, no le prohibió acudir (como intenta hacer ver), sino que le dijo “ven pero te vamos a decir lo que queramos”. El problema es que Rivera no aguanta que le digan que las verdades del barquero.
“Las palabras del portavoz socialista Ander Gil son un insulto a las víctimas del terrorismo presentes en aquel acto. Las de Marlaska, absolutamente impropias de un ministro del Interior. Las de Ábalos, Robles y el resto de líderes del sanchismo, idéntica ignominia” vuelve a insistir mintiendo. Ninguno de esos dirigentes dijo que no acudiesen sino que acudían con la bandera del odio y pisando los derechos de navarros y vascos. Que es algo que se olvida, porque lo que quiere Rivera es quitar derechos mediante la justificación de cierto odio que no existe salvo en su parte. Ignominioso es su artículo y sus actos de odio y generación de violencia. ¿Por qué calla el fracaso de audiencia en Sevilla, Barcelona o Alsaua? Porque sería reconocer que esa táctica de inoculación de la violencia ha sido rechazada por la ciudadanía española.
Y la última gran mentira de Rivera que resume su proyecto fallido: “Pero antes o después, por mucho que se resista, habrá elecciones y los ciudadanos decidirán si apuestan por la reconstrucción del proyecto común español para que despegue el constitucionalismo del siglo XXI. En esos comicios España afrontará la encrucijada por la que ya han pasado otros países de Occidente para elegir entre liberalismo o populismo, unión o división, igualdad o desequilibrios, reformismo o liquidacionismo”. Cataloga ahora a Sánchez como populista, cuando debería mirarse en el espejo para ver si se le está poniendo cara de Steve Bannon. Como ya se indicaba más arriba todo es bueno o malo en las posiciones antagónicas de Rivera. Lo que es la base del populismo, así sea en favor del sistema, está en su artículo. A su lado lo buen, al otro lo malo. Y ¿dónde ha dicho Sánchez que quiere división, desigualdad o liquidar algo? En ningún sitio, pero Rivera sólo entiende la política en un sentido antagónico que establece dicotomías. Y en todo ello o se está con él o contra él. Seguramente el pueblo le dirá que no están con él.
Una vez más, y ya van…, Albert Rivera vuelve a intentar generar división entre los españoles y las españolas. Vuelve a una visión política que es más propia de Salvini que de alguien que se dice liberal y demócrata. En su huida hacia no se sabe bien qué lugar, aunque todo parece indicar que el pozo de la basura de la historia, no tiene perjuicio alguno en arrastrar todo el sistema democrático español. No es que sea muy bueno el sistema en sí, pero al menos Sánchez lo defiende con más cabeza y más liberalismo político que Rivera. Rivera, como venimos contando, es un peligro para la democracia porque, como los animales arrinconados por su cazador, no tiene más salida que echarse al monte del autoritarismo. Como han podido comprobar todo lo que no sea estar de acuerdo con su postura es malo. Lo mismo pensaban Hitler o Stalin, por cierto.