Irene Montero está desatada. Después de hacerse fotos y darse abrazos profundos con su queridísma Judith Butler, ahora quiere elevar el deseo a política activa. Había pensado en llevar al próximo consejo de ministros la propuesta de dar un casoplón en Galapagar a cada español que así lo desease. Pero el alcalde del municipio madrileño, Alberto Gómez, le ha dicho que eso no es posible por una cuestión ecológica y por carencia de terrenos para todos los españoles. Una propuesta que habría contado, incluso, con el apoyo de Isabel Díaz Ayuso.
Junto a sus asesoras de la felicidad y el deseo, ahora pretende regalar un Pontiac Firebird Trans-Am, Bandit edition además, a cada español que lo desee. De pequeña se quedó prendada del coche y de Burt Reynolds, protagonista de la película Los caraduras, quien era en la época su crush. Además, la marca del coche tiene un Trans en el nombre y de alguna forma subliminalmente conseguirá el apoyo a su Ley Trans (¿lo van pillando?) mediante el regalo de coches para aquellos que lo deseen. Porque lo deben desear sin presiones ni de allegados, ni de instituciones políticas, sólo por ellos mismos, aunque sean menores de edad. Para esto último se modificará la legislación pues el deseo de conducir, aunque no se llegue a los pedales, ni se sepa el código de circulación no debe ser un impedmiento.
Seguramente desde la derecha se quejarán del gasto que supone cumplir con los deseos de cualquier ciudadano, sólo por el mero hecho de desearlo, de sentir que deben conducir un Trans-Am sin que nadie les supervise. Quien ose decir a un niñe que no puede tener un Pontiac negro, con su águila en el frontal, será multado y si es un progenitor (gestante o eyaculante) se le quitará la custodia. Le niñe quiere un Trans-Am y lo tendrá, se pongan como se ponga. Y si luego se mata en la carretera por no saber conducir, las culpas habrá que pedirlas a algún santo porque cumplir deseos y hacer realidad los sentimientos es un derecho de octava generación, como Alien.
Además si el coche no cumple con los requisitos mecánicos o ecológicos –por aquí se quiere ganar a los libertarios- no pasa nada. El sentimiento y el deseo están antes que la razón, la lógica y la salud del deseante. Nadie puede dictaminar si el coche está en perfectas condiciones o no. Eso es inmiscuirse en algo que no les corresponde. La industria del automóvil está encantada con la ministra porque van a ganar un dineral que pagarán todos los españoles llenando de Trans-Am España. Lo importante es el negocio y la subsistencia de los amigos en diversos lobbies no que el deseante se mate o acabe matando a alguien. De momento Pedro Sánchez no le ha dicho que no, así que sueñen todos con su Trans-Am.