No es ético que las manías personales de los periodistas acaben siendo parte del discurso agonal que mantienen. Especialmente cuando se sabe que es mentira lo que dicen. Ya sea por aparecer en radio o televisión, las personas otorgan cierta autoridad a esas personas, las cuales pasan de la esfera de lo privado a la esfera de lo público. Eso conlleva una responsabilidad ética para con la sociedad. No son políticos, que pueden estar afectados por lo ideológico y/o doctrinal-partidista, son voces de la sociedad civil y como tal deben actuar. Cierto que en esta época de bandos que se vive, entre otras cosas porque hay intereses económicos poderosos para hacerlo (sólo hay que ver la cantidad de lameculos de Isabel Díaz Ayuso), pedir coherencia y ética resulta casi utópico, pero es el deber de todo ciudadano hacerlo.
No sólo Enric Juliana ha mentido respecto al apoyo de Vox respecto a Vladimir Putin, otros maestrillos, correveidiles y dementes intelectuales lo han hecho. ¿Pruebas? Sus testículos u ovarios morenos porque, en realidad, desconocen todo lo que rodea al partido de Santiago Abascal. Sus reuniones, sus artículos, su composición, su estrategia… Si no es todo, por no exagerar, sí se puede decir que es lo fundamental. La sustancia del partido, incluyendo sus contradicciones, les es completamente desconocida. Y ya que entienden que es el enemigo, lo suyo es conocerlo, ver sus puntos débiles, escudriñar las zonas por donde se puede atacar. Pero no, en todos sitios les vale con decir que son fachas, ultraderecha, y demás tópicos de las izquierdas biempensantes y onanistas. Así le van las cosas a la izquierda (miren en Francia donde no suman entre todos ni el 30% de los votos).
Son aliados de Putin porque yo lo digo que estoy cerca de ser un dios
Juliana, toda vez que hay cierto consenso en España sobre la maldad de Putin en su invasión, debió pensar que era bueno asimilar al jerarca ruso con su mal personal, y no son los puigdemons, ni los esquerrarepublicanos, sino Vox. Debió pensar que si decía, con mucha insistencia y con vehemencia que Vox es aliado de Putin en España se dejará de votar a Vox. Los españoles verán cómo desde el púlpito progre (porque la progresía está llena de púlpitos) se enseña el camino correcto señalando que el mal se extiende por todos lados y, así, no votar a Abascal. Asimilándose al hijo de la Trinidad, Juliana ofrecía la verdad al mundo (no el amor o la caridad, no jodan), aunque fuese mintiendo.
¿Por qué Vox es aliado de Putin? Porque al señor Juliana (y demás seguidores) se le ha ocurrido un silogismo para deducir que es así. Si Bolsonaro es amigo de Putin (desconociendo que es jefe de Estado); si Marine Le Pen es amiga de Putin; si Viktor Orban es amigo de Putin; si Matteo Salvini es amigo de Putin y todos ellos son amigos de Abascal, entonces Vox es aliado de Putin. ¿Pruebas de la vinculación de Vox con el Kremlin? Ninguna. Pero seguro que lo tienen oculto y hay una agenda de nacionalistas (salvo los nacionalistas-regionalistas españoles que son prístinos) para acabar con el mundo Occidental. Lanzada la mentira sólo tenía que esperar a que los papagayos y palmeros la difundiesen.
¿Por qué no cuentan la verdad?
Hace un mes hubo una reunión en Madrid de parte de la, llámese así para distinguirla, Internacional Identitaria. Esto es, la reunión de parte de los partidos y jefes de Estado que se enfrentan en Europa a la agenda globalista (de la que participan desde la izquierda a la derecha). Está tan bastardeado el concepto de populismo que no es propio su utilización en este caso, son identitarios. Algo que es más que el simple término nacionalista pues hay una defensa de los valores propios de las culturas europeas (ya que sólo se hace referencia al continente europeo), como pueden ser el cristianismo, el derecho, la comunidad, etcétera. A esa reunión acudieron Mateusz Morawiecki (Polonia), Orban (Hungría), Le Pen (Francia), Tom Van Grieken (Bélgica), Krasimir Karakachanov (Bulgaria), Martin Helme (Bulgaria), Vincenzo Sofo (Italia), Paolo Borchia (Italia), Valdemar Tomasevski (Lituania), Rob Roos (Países Bajos) y Aurelian Pavelescu (Rumanía).
En la Cumbre de Madrid hubo un fuerte debate sobre el comunicado conjunto que se publicó condenando las acciones (en aquel tiempo amenazas) de Rusia respecto a Ucrania. Decía en el mismo que había que “trabajar para que las naciones europeas actúen solidariamente ante la amenaza de las agresiones externas. Las acciones militares de Rusia en la frontera oriental de Europa [excluían a Rusia de cualquier vínculo, incluso continental, con Europa] nos han conducido al borde de una guerra. La solidaridad, la determinación y la cooperación en materia de defensa entre las naciones de Europa son necesarias ante tales amenazas. Las naciones europeas constatan la ineficacia de la diplomacia de la UE [verdadera institución señalada en todo esto]”. Jorge Buxadé, portavoz nacional, lo dejó claro en la rueda de prensa posterior a la Cumbre, nada que ver con Putin.
Lo paradójico, asómbrense, es que el propio Juliana reconocía en un mensaje en twitter que Vox era “nominalmente” pro-OTAN. ¿Qué ha cambiado entre el 29 de enero y el 26 de febrero? Doctrinalmente en Vox nada, pero han obtenido unos muy buenos resultados en las elecciones de Castilla y León, donde pueden –e igual deben, como se explicó en su momento– entrar en el gobierno. Canguelo en la prensa progre globalista biempensante. Sólo eso. Por ello hay que unir simbólicamente a Vox con el símbolo del mal del día, Putin. El anti-ídolo que los buenistas buscan cada día para justificar su discurso sin necesidad de explicación. Decía Philippe Muray en su libro El imperio del bien (Nuevo Inicio) que “pensar con ‘corrección’ es pensar bien pero con bastante virulencia aparente como para que el auditor o el lector tengan la impresión de que uno piensa por sí solo, y sobre todo muy peligrosamente, contra enemigos terribles, con una valentía inigualable” (p. 48). Vehemencia en el discurso contra el enemigo pero cero análisis o acercamiento a la verdad.
Victimismo para no explicar las cosas
En otro mensaje en redes sociales, después de haber asimilado a Vox con Putin, Juliana se quejaba de que le habían atacado montones de trolls (de Vox, claro), en un claro ejercicio de victimismo, y que no pensaba rendirse porque el aliado español de Putin es Vox. Una táctica típica del buenismo postmoderno. Las víctimas, en estos tiempos, siempre tienen razón, por lo que al auto-victimizarse el catalán busca tener razón sin necesidad de explicar racional o lógicamente lo expuesto. Se le debe creer porque es una víctima del fascismo. Una táctica que recuerda a lo que ha hecho en los últimos tiempos Ayuso con su falsa victimización respecto a la dirección del PP, que le ha servido para cargarse a Pablo Casado, pero el tiempo demuestra que éste tenía razón.
Sólo hay que leer la documentación de Vox (que es pública, con meterse en su web se encuentra), los artículos de la Fundación Disenso (vinculada al partido, cuando menos sentimentalmente) y lo que dicen en las ruedas de prensa para saber que el partido de Abascal no es pro-Putin. Es atlantista en tanto en cuanto es necesaria una protección frente a los males que asolan Europa, Putin por un lado y el islamismo por otro. Aunque en realidad serían más partidarios de constituir una fuerza armada propiamente Europea. No son el PP, que es directamente un esbirro de EEUU, pero tampoco son favorables a un nuevo Pacto de Varsovia.
Si quieren acabar con Vox este no es el camino
Vox es un partido con contradicciones internas suficientes para ser explotadas. Es difícil conjugar un liberalismo casi anárquico de la Escuela de Chicago con un conservadurismo social. Son elementos antinómicos porque si se tira de la manta hacia arriba se enfrían los pies y si se baja se congela el estómago. En ningún momento han intentado, ni intentarán porque son muy liberales en lo económico y lo cultural, incidir en esas contradicciones. Cierto que en Vox hay ex-peperos, ex-falangistas, ultracatólicos, porculeros y amargados de la vida, pero tampoco es extraño ver en otros partidos personajes de diverso pelaje (a Podemos se unieron unos cuantos falangistas y nazis-bolcheviques al comienzo). Por ahí no se hace daño sino que se refuerza la unidad del grupo.
Que gobiernen posiblemente posibilite que esas contradicciones aparezcan e incidan en el devenir del partido. También la izquierda debe analizar qué parte de culpa tiene en la presencia de un partido como Vox. Esto no se hará porque es mejor actuar de forma nominalista y señalar a aquellos que lo intentan. Neorrancios, rojipardos y atrasados son nominaciones típicas de la izquierda globalista, caviar y postmoderna hacia quienes vienen advirtiendo que se va por mal camino. El 34% de intención de voto en Francia para Le Pen y Éric Zemmour (aunque no conseguirán los avales) frente al 7% de socialistas y comunistas indica claramente el fracaso. En Portugal hacen las cosas de otra forma y ahí tienen los resultados.
No hay que creer todo lo que están contando de la invasión rusa, por cierto. En realidad cuando existe una guerra mejor no confiar en nadie en este tiempo de noticias falsas tan extendidas. Ni en los pro-Putin, ni en los pro-Ucrania. El espectáculo se ha apoderado de algo tan terrible como la muerte guerrera. Modelos que aparentan estar en el frente. Alcaldes con fusiles de francotirador (cualquier militar sabe que hay que estar muy preparado para ello). Territorio ocupado que nadie sabe si en realidad es así. Y medios al servicio de los intereses del capital de cada país o de lo que apoya su partido subvencionador. Piensen por ustedes mismos siempre. Si no entienden algo investiguen de fuentes fiables y alternativas a su propia posición ideológica. La verdad nunca es blanca o negra en materia política, social o militar. Respecto al tema del artículo cabe recordar que caminar por los senderos sinuosos de la verdad siempre es mejor que una mentira.