Hace años tuvo su momento gracioso y gozó de cierta fama La charanga del tío Honorio, un precedente un tanto chabacano del agropop que luego vendría. Su famosa canción “Hay que lávalo” y su correspondiente puesta en escena recordaba las fiestas de pueblos, la boina calada hasta las cejas y a rosca y la garrulez tópica de una España que esteba desapareciendo rauda y veloz. Pero la cancioncilla, como una especie de mitologema, ha perdurado en la ideología política de Ciudadanos. Un españolismo de boina calada, de chufla, pandereta y diversidad que actúa como charanga desafinada por todos los pueblos donde acude a distribuir el odio que llevan inserto en su cuerpo. Si escuchan la canción de aquellos verán cómo es un muestrario de las políticas nacionalpopulistas de la formación naranja.
En nombre de la libertad a la hija del boticario hay que importunarla, por no decir otras cosas; el vino hay que beberlo para hacer patria; al guardia del cementerio hay que asustarlo porque es un empleado público y debería estar bajo la explotación privada; los chorizos del alcalde hay que comerlos junto a él (escrito con toda la ironía del mundo); y claro todo con la garrota en mano para atizar a quien no comulgue con sus propias ideas. Así son en Ciudadanos, los populistas del sistema, los nacionalistas de la clase dominante, los embaucadores máximos que tiene el establishment para acabar con cualquier posibilidad de levantamiento de la clase trabajadora o de pensamiento de un futuro mejor, de emancipación o, incluso, de utopías.
Albert Rivera no es más que el jefe de una charanga, que no eran más que la suma de personas con capacidad para tocar un instrumento que se dedicaban a amenizar bailes y festividades desafinando todo lo que se podía. Más por falta de pericia que por insistencia. Pasodobles mil veces interpretados con ritmos distintos, escalas diversas y el mismo poco gusto. Lo mismo que ocurre con Ciudadanos que es la mezcla de personas sin demasiada capacidad política, de pensamiento débil, que desafinan cada vez que tienen una actuación. Eso sí, todos y todas enchufadas en la charanga por ser algo de alguien o del establishment. El lobby de las armas pone un clarinetista, el lobby eléctrico un saxofonista, el lobby gaycapitalista un trombonista, el lobby financiero, además de pagar casi todo, pone una percusionista y el lobby constructor compra los uniformes. El problema es que el jefe de la charanga de música no sabe nada y así pasa.
Ahora han captado uno nuevo, puro establishment global, que más que ser parte de la charanga recuerda al bellotero pop de Fernando Esteso. Con su traje va a la fiesta, le falta la boina, todo el mundo sabe que eso fue cambiado hace años por la gomina, pero baila con todas si hace falta. ¡Que para eso vive de las subvenciones! Sí, hablamos de Marcos de Quinto, el “bellotero naranja”. Comparen su baile en el tuit de José Zaragoza con los movimientos del video de Esteso, como gotas de agua se parecen. Y al igual que el personaje de la canción, el relator de la clase dominante sentado en el Congreso de los Diputados, va de chulo y prepotente porque sabe que es parte de una clase que va ganando. Lo que encaja perfectamente con la filosofía nacionalpopulista de Ciudadanos.
Rivera ficha a Marcos de Quinto que pagaba los impuestos en Portugal y pillaba las subvenciones estatales en España. Ejemplo de feminista liberal. #28A pic.twitter.com/NjGdAJkb2u
— José Zaragoza (@J_Zaragoza_) March 24, 2019
Es curioso que llamen banda al PSOE y sus posibles socios porque, a diferencia de una charanga (fue demasiado generoso Aitor Esteban al calificarles de mariachi), una banda tiene capacidad para interpretar, esfuerzo, trabajo, inteligencia, sudor, sangre y lágrimas. En resumidas cuentas, una charanga es una unión de mandados o de gentes sin capacidad pero ganas, lo que no es óbice para sonar bien. Una banda es algo mucho más trabajado, de hecho las charangas de los pueblos han desaparecido y ahora son bandas municipales de calidad excepcional. Han desaparecido en la realidad, pero como Rivera, De Quinto o Inés Arrimadas viven en una realidad paralela, entienden que “hay que lávalo” y “desinfectalo”. Son tan poco inteligentes que buscando un insulto contra Pedro Sánchez y sus socios acaban loándoles. Eso sí, están en política para que el sistema caiga y lleguen los monstruos de verdad, el capitalismo con rostro fascista.
Y para todo lo demás Juan Carlos Girauta tocando la guitarra.