Antes de desarrollar la idea del titular, hay que reconocer que el verano da para lo que da y caben este tipo de artículos extravagantes, extraños o utópicos. Por ello se ofrecen disculpas por adelantado. Entrando en materia, la clase política es el compendio de personas aparentemente normales, o que lo eran antes de asentar sus posaderas en un sillón oficial, que actúan de forma extraña, con un lenguaje muchas veces incomprensible y que piensan realmente que su voz es la voz del pueblo. Si existe un síndrome de La Moncloa –ese que encierra y/o ensimisma a los presidentes del gobierno-, existe también el síndrome del cargo, el cual provoca en el sujeto-agente un vuelco y un borrado cerebral de todo lo que anteriormente fue, dijo o prometió (esto en el caso de los que dijeron o prometieron, porque hay una gran cantidad de gentes que ahí están sin que nadie sepa cómo –salvo los pisoteados para llegar al cargo-).
Partiendo de esta verdad es normal que se dediquen a separarse del resto de los mortales y a defender una cosa y su contraria sin un atisbo de vergüenza por su parte. Da igual el partido al que pertenezcan, todas esas personas se ven afectadas por el síndrome del cargo, con muy pocas excepciones. Tan pocas que resultan milagrosos los ejemplos. Se camuflan tan bien en el ambiente que, nada más ser considerados clase dominante, adoptan los usos y costumbres de ésta, por lo que la protegen con toda su alma. Dirán, y con razón, ¿qué tiene que ver todo esto con el Atlético de Madrid? Todo -o nada (que los hay muy susceptibles)-. Si la clase política mirase al equipo rojiblanco y tomase prestada su esencia, sin duda España iría mejor. En lo único en que no debería fijarse es en su modelo de dirección, aunque de delitos prescritos y apropiaciones indebidas saben mucho en esa clase política.
El Atleti –igual junto a los dos principales equipos vascos y el duopolio de la clase dominante- tiene una gran masa de seguidores que sólo son del equipo rojiblanco. No son como las aficiones de otros lugares donde se es del Real Madrid o del Barça y del equipo de la ciudad o pueblo. Sólo hay que ver en campos de equipos, más o menos importantes, cómo se cantan los goles contra el propio equipo de aquellos dos. De hecho existen personas que sacan sus abonos para ver esos dos partidos principalmente. Son de esos que se alegran de las victorias de uno de los grandes, aunque el suyo no consiga los objetivos. Son esos que ven en la Champions los partidos de esos equipos casi con mayor pasión que los de liga del propio. Eso que sucede en todos esos equipos es el ejemplo de lo que sucede en España. Sí, se es español, incluso llevan pulseritas con la bandera de España, pero acaban alegrándose de las desgracias del país o de las ofensas económicas de EEUU o Alemania si con ello sacan tajada emocional. Esto en el Atleti no pasa, las penas joden pero se sobrellevan y las alegrías se desbordan. ¿Qué desean el mal al duopolio? Sí, pero es que son el mal.
El Real Madrid es el modelo de clase dominante que se aprovecha de los autónomos, de la clase trabajadora, de la timorata clase política, de los jueces achantados, para hacer y deshacer a su antojo y para su único beneficio. Luego le ponen un celofán rojigualda y venden que es lo mejor para España. El FC Barcelona es el modelo del independentismo catalán, sacar lo que se pueda del país pero clamando por robos imaginarios. Un modelo de agonismo que les viene bien para arramplar con todo. Lo que no quieren ver es que son como esa burguesía decadente y que vive gracias a los impuestos de los demás, no al propio esfuerzo, y que su intento de aparentar desborda los límites de lo absurdo. O ¿no es absurdo que la prensa del régimen lleve cuatro años vendiendo que va a llegar un jugador que nunca llega o que vendan como éxitos propios los de un tipo esloveno que jugó un tiempo en su equipo de baloncesto menospreciando a los jugadores españoles?
El clan, la tradición, los valores…
El modelo individualista del capitalismo de amiguetes es claramente blanco, el modelo individualista del capitalismo de amiguetes con independencia es claramente blaugrana, pero el modelo de país plural, respetuoso, no exento de problemas, donde se premia el esfuerzo y se tiene un sentimiento común es rojiblanco. En la afición del Atleti hay, como en otras, desde personas de Falange hasta anarquistas; personas de Vox o el PP y personas del PSOE e IU –de Ciudadanos menos porque tal merma no es típica del aficionado rojiblanco, es más usual en la Castellana-; personas católicas y ateas; personas nacionalistas y personas ácratas; carlistas o bolcheviques…, pero por encima de todo hay personas rojiblancas. Se discute y se pelea, pero siempre se defiende al Atleti. Nunca un rojiblanco se queda atrás si hay una mano rojiblanca al lado.
El aficionado atlético, pese a avanzar con los tiempos, sigue siendo un aficionado de valores y tradiciones. Se disfrutan tanto los biberones que reparte Simeone, como un gol de Escudero o el juego de la delantera de cristal. Se respeta la tradición –de ahí la negativa de muchos a comprar productos con el logo- y se asumen como propios los valores de lucha, esfuerzo, hermandad y poner al equipo por encima de las individualidades. Si ustedes ven a la clase política observarán que son meramente suma de individualidades, mucho más en la política espectáculo; si ven a Madrid y Barça son suma de individualidades; si ven al Atleti se valora al equipo, al clan. Que los jugadores se saltasen el cordón policial en Valladolid para abrazarse y dejarse mantear por los aficionados es muestra de ese sentimiento grupal que no hay ni en España, ni en otros sitios.
Si a un atlético o atlética se le ofende o daña, el resto salen a defenderle. A los rojiblancos, pese a los cabreos y algunos pajilleros del FIFA, les gusta su equipo, con sus tradiciones (anunciar las cosas importantes a las 19:03 es un punto a favor del CM rojiblanco), con sus valores, con sus vaivenes, con sus lágrimas, con sus victorias, con su fraternidad en torno a una Mahou, con las risas y los cánticos en los gozobuses –presidente dimisión-, con sus finales perdidas y sus finales ganadas, con su sala de trofeos menos llena pero más valorada… Sin embargo, entre los que quieren privatizar España y que sea una sucursal de EEUU y los que no les gusta España (que ya hay que ser cabestro para estar todo el día quejándose de las tradiciones españolas, de la historia de España, del fútbol, etcétera) hay un modelo: el Atlético de Madrid.
En el Atleti sólo se odia al tramposo, al abusón, al imperialismo (vamos al Madrid y al Barça), pero el resto de las personas, pueden ser más o menos gilipollas, pero son hermanos y hermanas. Al rojiblanco se le respeta y se le apoya, algo que deberían pensar en la clase política respecto a la ciudadanía española, respetarla y apoyarla. Uno no elige ser del Atleti, lo es; algo así sucede con ser español, un país tan grande que llevan intentado destruirlo desde que llegaron los Borbones y no han podido. ¿Por qué? Porque sus gentes y su estilo de vida le han salvado. La filosofía rojiblanca es la necesaria para España, igual no se gana siempre, igual no se es el más guapo o la más lista, pero juntos y unidos somos mejores. Y que estéticamente, no es por nada, ganaría mucho España, un país con una estética pobre, chabacana o importada desde hace años.