Si no fuese por cierta corrección estilística el titular mejor podría haber sido “La derecha babea con el gobierno de las izquierdas”. Desde luego mucho más descriptivo de lo que está pasando ahora por las mentes poco preclaras de sus dirigentes y del resto de la carcunda mediática. Hoy, cuando los controladores de los medios de comunicación de la derecha loan a Pablo Iglesias, ya están preparándose para lo peor, decidir con quién se quedan de las tres cabezas de Cerbero. El posible pacto de gobierno entre las izquierdas españolas, más la adenda de partidos regionalistas, que permitiría a Pedro Sánchez permanecer en el poder es alimento para necios en manos de la derecha mediática sí, una gran baza para sacar toda la metralla de la que son posibles, que es mucha, y el aumento de sus lectores con todas la noticias falsas, manipuladas o paranoicas que se puedan pensar. Pero en su seno esta estrategia tiene su propia contradicción, puede llevar a la muerte de los suyos.
En el PP están contentos porque en sus análisis de Harvardaravaca piensan que con el acuerdo podrán situar al PSOE en la anti-España. Podrán sacar al PSOE del grupo constitucionalista del régimen del 78 y así hacerse ellos con el trono de la nación española (eso que no saben explicar salvo como sentimiento). Podrán poner con los malos malísimos del marxismo internacional y de las conspiraciones putinistas a los socialdemócratas y presentarse como los salvapatrias. Pero en el teatro de la política un gobierno de las izquierdas piensan les conviene para sacar a relucir todo su arsenal de mentiras, infamias y cerebros basculantes. Llegarán a compararse con los apóstoles en esta nueva misión histórica, en esta nueva cruzada contra el mal. El problema es que ya no están solos en el teatro de la derecha sino que hay más actores. Y esos actores tienen también sus diálogos, sus medios afines y sus propias cuentas de resultados. No han pensado en el PP que en algún punto deberán poner el límite para no autodestruirse.
Pablo Casado no es persona de un pensar brillante pero sus asesores sí deberían tener en cuenta que por mucha cruzada contra la anti-España que puedan defender, llegados a un punto esa misma campaña les puede destruir a ellos mismos. Las personas pueden llegar a tragarse muchas mentiras pero hasta un límite. Frente a sus proclamas de que el PSOE siempre gestiona mal, están las pruebas de la destrucción de la sanidad madrileña, por ejemplo, que sufren las personas de derechas y de izquierdas por igual. Cuando un cáncer te atrapa, por mucha sanidad de pago que se tenga, se acaba en un hospital público y ahí se toma consciencia de cómo han dejado todo. Y si la economía permite avanzar el discurso, a medio plazo, se resiente. Por lo que sólo les quedaría la demagogia del nacionalismo rancio españolista, el cual, puede provocar al final la destrucción de la propia nación española.
En Ciudadanos tampoco se han quedado atrás con la posibilidad de un gobierno de las izquierdas más los partidos regionales. Marcos de Quinto ya ha lanzado la primera soflama con claro aroma tardofranquista. “Parece que Sánchez va a pasar a la historia por ser el primer presidente en dar entrada al gobierno a un partido de ultra-izquierda, admirador y cómplice de la dictadura chavista. ¿Dirá algo Macron al respecto?” ha escrito en la red social twitter. En su caso, como claro exponente de la clase dominante inserto en el Parlamento se comprende su miedo y pavor a que entre un partido socialdemócrata radical, que eso es lo que es Podemos, con una pátina de diversidad. Esa misma diversidad que tanto les gusta a los de Ciudadanos como disgregador de la conciencia de clase. Porque para De Quinto es obvio que existe una conciencia de clase, al menos la suya, en lucha con otra a la que tienen desmovilizada. El miedo de Ciudadanos, que utilizan como siempre el comodín de Venezuela, cuando a ellos se les podría aplicar el comodín de Arabia Saudí, de Brasil y hasta de China, con la que hacen buenas migas comerciales, es ese, que se restablezca una conciencia real de que los plutócratas están llevando a la sociedad occidental a su ruina material y personal. Que las personas tomen conciencia de que los más ricos se hacen más ricos mientras se precariza al resto de la población.
Albert Rivera está más callado, no se sabe si por su enfermedad gástrica, o porque está alimentando el bicho que tiene dentro y piensa soltar todas sus paranoias personales el día del debate de investidura. Seguramente lo segundo. E intentará quedar por encima del PP en cuanto a los peligros y destrucciones que provocarán los sanchistas y los comunistas en el gobierno con los independentistas que quieren destruir España. Jugará a ser más de derechas que Casado sin percatarse de que esa guerra sólo se puede perder. Más de derechas supone situarse en lo autoritario, algo que ya practica dentro de su partido, en lo iliberal, en las fronteras del mal. Y, por mucho que diga y grite, la realidad es la que es. La mayoría de españoles y españolas, sean de derechas o de izquierdas, tienen un límite. En general son mucho más capaces que la clase política por lo que su giro a la ultraderecha nacionalista en competencia con el PP acabaría llenando las arcas del voto del PSOE. Con un pequeño giro a la derecha de Sánchez y dos buenos datos económicos, Ciudadanos estará camino de la funeraria.
¡Qué decir de Vox! A estos les da igual quien esté en el gobierno si no es de los suyos. Pero se verán acorralados por PP y Ciudadanos en la batalla de las derechas. Una batalla de autodestrucción donde como mucho pueden quedar dos y que la ultraderecha puede ganar a poco que anden con ojo. Porque si azules y naranjas calientan demasiado a las personas, el original más cercano al fascismo tiene todo en su mano para recoger la cosecha del descontento. Con un PP corrupto hasta las trancas y un Ciudadanos amigo del movimiento gay, los machistas, nacionalistas y ultracatólicos de Vox ganan en su sector.
Hoy los tres partidos babean de placer ante la posibilidad de situar fuera de la democracia al PSOE y sus aliados, pero especialmente al PSOE. Están en éxtasis político porque sus mentiras van a tener cabida en un sistema político que van a calentar día sí, día también. La carcunda mediática sabe que sus visitas aumentarán en esa inestabilidad. Pero la contradicción inherente a toda esa alegría es que creando inestabilidad pueden destruir todo el sistema, empezando por el económico que es al que deben pleitesía. Una guerra de destrucción entre los tres partidos, que ahora no vislumbran y de la que no pueden valorar sus consecuencias. No podrán aguantar los tres en una escalada dialéctica de odio hacia el resto de españoles. El peligro a la democracia y el sistema capitalista no vendrá del “comunismo” sino de la derecha en su pelea por ser “la derecha”. Eso sí, los medios contentos porque tienen carnaza.