El primer asalto de la conspiración mediática contra el Gobierno de coalición ha fracasado estrepitosamente. No es que no lo hayan intentado por tierra, mar y aire, que lo han hecho. Si no que la población parece que no presta la más mínima atención a sus “denuncias” e inventadas quiebras del orden constitucional. Ni la creación de un segundo sindicato del crimen por parte de periodistas de ultraderecha, ni la animosa recreación de la verdad por parte de ABC (que si no tenía bastante ha fichado a Juan Carlos Girauta como columnista), ni las mentiras continuadas de El Mundo (la última, aunque no en referencia a la política ha sido inventar que la actriz Beatriz Rico es soltera cuando lleva dos años casada), ni lo que quiera que sea eso que hace Eduardo Inda en OkDiario, ni la constante bilis de la Brunete mediática que montase Esperanza Aguirre (Jiménez Losantos, Periodista Digital…), ni los vaivenes de El País han dañado, según dicen las encuestas, al Gobierno.
El tema Venezuela, en sus diversas elucubraciones (Ábalos, financiación imaginaria de Podemos, etc.), ni ha calado entre la opinión pública, ni tiene más recorrido que la falta de argumentos e ideas de la oposición. Bien al contrario se han llevado una buena tunda desde PSOE y Podemos, a la cual se han sumado las corruptelas típicas del PP (esos 500.000 euros gastados por la policía política de las cloacas) o las cuentas del emérito Borbón. Lo curioso del caso es que ya en la primera intentona de abusar del tema venezolano, más allá de llenar las mañanas televisivas de Griso y Quintana (nunca dice nada de las informaciones de la relación tan cercana de su marido y el comisario Villarejo), resultó un completo fracaso. Salvo las mentes débiles de ciertas personas que se creyeron realmente, normal con tanto bombardeo, lo de la financiación, el voto persistió. Hizo más daño a Podemos la operación del errejonismo (tan fomentada por el medio de comunicación que controla Ana Botín) por la cuestión de imagen que el tema venezolano. Lo han intentado con el tema boliviano pero ha quedado en tres artículos y alguna bravuconada de los habituales de la bilis.
¿Supone esto que se van a calmar? No. A pesar de que la ruptura de España no funciona; a pesar de que José María Aznar está controlando las operaciones entre bambalinas; a pesar de que Cayetana Álvarez de Toledo se lanza ahora a criticar al presidente francés Emmanuel Macron (como también es francesa tiene nacionalismo para repartir ex aequo); a pesar de que las encuestan no salen como querrían; a pesar de tantas cosas no van a parar hasta que el Gobierno caiga y pueda llegar al Gobierno… algo de derecha. Porque no tienen muy claro qué partido tendrán que apoyar dentro de un tiempo. Pablo Casado está destruyendo con toda la publicidad posible al PP, tanto como para que ciertas encuestas (SW Demoscopia) apunte a que Vox está ya muy cerca. Ciudadanos se disuelve en su camino hacia la fusión con los fracasados azules. Y la ultraderecha acaba repeliendo, al menos de momento, a gran parte de la población de derechas. Como los medios de derechas reciben mucha publicidad y algunas subvenciones de los gobiernos del trifachito no se acaban de decidir por alguno, mientras que en la izquierda están las cosas claras. Incluso la desaparición de IU en la práctica. De ahí que sea importante seguir batallando en el plano de la ideas como se aventuraba en estas mismas páginas.
Este fracaso no debe hacer bajar la alerta contra las manipulaciones constantes de la prensa de derechas (casi toda). Hay dos procesos electorales que pueden marcar un antes y un después a nivel político. Si ganase Núñez Feijóo se lanzarían a por la cabeza de Casado (lo de Euskadi huele a debacle) y en Cataluña habrá recomposición total del parlamento. Ahora tornado las críticas hacia Alberto Garzón y sus propuestas, pero eso era algo asumido en el propio Gobierno. Sabían que necesitaban un ministro en el que centrar las iras de la derecha mediática. Él lo ha asumido. No hará mella. Lo que no se percibe en estos momentos es claridad en los disparos desde las tribunas de la vergüenza. Mejor así. Claro. Pero encontrarán un nuevo monotema para persistir en el asalto al Gobierno de izquierdas. No vaya a ser que, como se ha dicho en estas páginas de forma continuada, el ejemplo de la coalición se convierta en un elemento simbólico que traspase fronteras. Y eso sería más preocupante. Mientras tanto dejémosles que loen a Donald Trump frente al Gobierno de España (nunca se darán cuenta de esa contradicción que hace más en favor de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias que de sus muñecos políticos); dejémosles que se pierdan en cuestiones estéticas; dejémosles que sigan en sus dudas sobre a quién apoyar decididamente, porque al apoyar a los tres del trifachito permiten mejor comunicación de la coalición; dejémosles que sigan vomitando bilis; pero siempre con la atención necesaria porque en algún momento, aunque sea de casualidad, se darán cuenta de sus errores. Y en ese momento saldrán como una manada de búfalos, en estampida. Y ahí habrá que estar preparados.