Estos días pasados una recua de periodistas de derechas, incluso de ultraderecha por definirlos de mejor forma, ha fundado la Asociación de Periodistas y Analistas por España (APAE). Una reunión de lo más granado de la caverna mediática con la finalidad de defender una serie de principios que se verán a continuación, pero que realmente no es más que el agrupamiento de gentes que no han dignificado su profesión o carecen del “título” para ejercer de analistas. Como se ha dicho en más de una ocasión, carentes de la auctoritas del saber, no analizan la realidad sino que se expresan en connivencia con la ultra y la ultra-ultraderecha con fines puramente partidistas y el apoyo de la clase dominante que sólo tiene como finalidad expulsar por todos los medios, legítimos o no, a la coalición de izquierdas del Gobierno.
Si recuerdan en el verano de 1994, tras un fracaso más de los medios de comunicación para derribar a Felipe González y el PSOE del Gobierno del Estado, se fundó la Asociación de Escritores y Periodistas Independientes (AEPI) que era la plataforma de enmascaramiento del proceso de conspiración que Luis María Anson reconocería tiempo después y que tan brillantemente desgranó el otrora excelso politólogo Ramón Cotarelo. En aquel entonces se juntaron los siguientes personajes: Presidente: Camilo José Cela; Pedro J. Ramírez, José Luis Gutiérrez, Luis María Anson, José Antonio García Trevijano, Pablo Sebastián y Manuel Martín Ferrand como cabezas de cartel. Contaron con la ayuda directa de Antonio Herrero, Luis Herrero, José María García y Fernando Sánchez Dragó (COPE); Eugenio Trías, Juan Francisco Martín Seco, Francisco Umbral, Pilar Urbano, Melchor Miralles, Jesús Cacho, José María Zavala, Casimiro García Abadillo, Enrique Gimbernat o Enrique González Duro (El Mundo); Federico Jiménez Losantos (ABC/COPE/El Mundo); Jaime Campmany (ABC/COPE); Amando de Miguel (ABC/COPE); y Raúl del Pozo (Diario 16/El Mundo). De estas plumas surgieron los más vomitivos ataques al Gobierno socialdemócrata de González (hoy le elevan a los altares paradójicamente), con una intensidad que hoy en día no son capaces de alcanzar, por mucho que les parezca que sí. Era un frentefachismo con la única intención de hacer caer al presidente de cualquier forma, poniendo en riesgo incluso la propia democracia porque los principios les resultaban inanes ante la destrucción de quien habían identificado como el enemigo máximo de España (¿les suena?), mientras que ellos era muy patriotas e independientes (¿les vuelve a sonar?).
¿Qué pretende la APAE? Dicen defender “la libertad de expresión, el pluralismo y la libertad de opinión”, como si no pudiesen ejercer esos derechos. Tanto los ejercen que hasta llegan a mentir, inventarse noticias o colar como análisis, pese a carecer de las competencias intelectuales para ello, lo que no deja de ser ideología. Además, dicen que mediante la Asociación quieren también defender los ataques que sufren “el Estado de derecho, la Constitución y la Unidad de España”. Como se puede observar unos fines nada periodísticos, muy políticos y con una absoluta carencia de ética y moral. Esto último algo que hubiese sido legítimo si lo defendiesen desde posiciones no partidistas. Ahora que ha fallecido Jean Daniel, en Francia siempre le reprocharon que mientras su amigo Albert Camus se mantuvo alejado de las prebendas políticas, él había ejercido como mandarín intelectual del Partido Socialista Francés. Lo mismo se puede decir de esta caterva de supuestos independientes que defienden lo que dicen defender sin permitir contradicción a sus postulados. Sólo ellos tienen la verdad y por tanto, como buenos teólogos, la ejercen con toda la saña posible contra los pecadores. No defienden valores sino cuestiones de fe que por su naturaleza son inescrutables. Una fe que acaba escondiendo, realmente, una posición de clase y la defensa de los derechos, no de los pobres asociados, sino de la clase interpuesta. Actúan como mamporreros del poder.
¿Quiénes conforman en nuevo sindicato del crimen? De momento esto son los asociados: Juanma Rodríguez, Alfonso Merlos, Cake Minuesa, Carlos Cuesta, Alfonso Rojo, Juan Carlos Girauta, Javier Cárdenas, Javier Negre, Cristina Seguí, Luis Balcarce, Carmen Tomás, Graciano Palomo, Pilar García de la Granja, Albert Castillón y Jaime González. Como pueden ver todos y todas son grandes intelectuales de reconocida obra y acertados análisis, o periodistas que han ganado siete pulitzer desmontando al poder. Vamos lo más granado de la profesión pero para mal o peor que mal. En muchos casos personas amargadas con la vida porque no llegaron donde creían que debían llegar, a pesar de haber sido los más condescendientes con los gobiernos de la derecha; en otros, ultraderechistas reconocidos y sin capacidad intelectual, que en algún caso se han permitido hasta amenazar a compañeros de profesión de forma violenta. Todólogos, tertulianos de la nada, edecanes de políticos menores, biógrafos de ladrones o, simplemente, expendedores de bilis. Curiosamente todos ellos y ellas blanquean constantemente a la extrema derecha y miran hacia otro lado con los casos de corrupción del PP.
Un nuevo sindicato del crimen para luchar contra el Gobierno en defensa de una libertad de expresión que piensan no existe en España. Y lo dicen con la boca grande y sin mirar que son todos ellos los que vomitan mentiras y manipulan constantemente la información. Fascistas de la palabra y de las ondas hertzianas que realmente sólo pretenden cobijarse bajo una asociación para atacar al Gobierno y, lo que es peor, a sus propios compañeros de profesión. No les gusta la Asociación de la Prensa, ni nada por el estilo porque n defienden como debieran a los periodistas. ¿Querían que defendiesen a Negre tras inventarse una entrevista? Lo raro es que Francisco Rosell no le haya puesto de patitas en la calle. Son las SA de la extrema derecha española para amedrentar a periodistas y verdaderos analistas de otros medios de comunicación. Tienen un olor a autoritarismo que espanta, porque sólo existe una verdad, la suya, y quien se oponga a ella debe ser perseguido y ajusticiado, al menos, socialmente. La realidad es que demuestran no tener capacidad intelectual, ni creativa pues se han limitado a copiar el originario sindicato del crimen periodístico de los años 1990s. De momento esas son las personas que se han adherido, veremos si se unen más qué nivel podría tomar el entramado cavernario.
Entonces, ya no son «periodistas». Son «propagandistas».
Más virus. La vida les importa poco a estos novios de la muerte. Las sectas virulentas crecen por todo el espacio de la ultraderecha. Recuerdan aquello de: Con ciudadano no, con Podemos sí. Acertamos. La prueba es que los virus de al ultraderecha están que trinan. Crean contubernios fascistas seudoperiódistas, togas manchadas de prevaricación y policías con las manos sucias de mierda documental, y mentiras crear culpabilidades..