Mientras la infantil clase política española se encuentra enredada en las cosas de la política espectáculo, los movimientos a nivel geoestratégico entre los bloques existentes en la actualidad se aceleran. Aquí están mirando por el cargo y el sillón mientras allende de las fronteras existe una sutil guerra de posiciones, económicas, militares y diplomáticas. Tanto como para comenzar a pensar que la Unión Europea, esa que nos venden como la panacea de la potenciación de la democracia liberal y el capitalismo, tan sólo es un simple brazo ejecutor de los deseos de la aún fuerza Imperial, esto es, Estados Unidos. No es algo nuevo, más si cabe al estar insertos dentro de la OTAN que fue la otra pata del Plan Marshall y de posicionamiento contra la URSS. De ahí que en España y Portugal se permitiesen dictaduras fascistas.
Ahora los movimientos de Donald Trump, que puede parecer majara pero en cuestiones militares y de potencia económica se mueve bajo premisas imperialistas, en Europa son la invasión militar disimulada. El peligro ruso y el peligro chino deben ser combatidos con la ocupación sinuosa de puestos estratégicos en la Unión Europea. El corredor del Danzig y España, como ejemplos de lo que estamos contando. Si prefieren el nombre actual Gdansk en Polonia y la base de Rota en la península ibérica. O lo que es lo mismo, siguiendo en plan redundante pero geoestratégico, el control del Mar del Norte cercano a las repúblicas bálticas y en la frontera con la Rusia de Vladimir Putin y en control del estrecho y el Mediterráneo.
En Polonia, tras reunirse con el primer ministro Andrzej Duda, han decidido construir una base militar estadounidense, Fort Trump en terminología popular, a donde llegarán mil soldados en un principio. Y sólo se puede decir que en un principio porque el presidente estadounidense tuvo el desliz de afirmar que serían dos mil. Ha tenido la suerte de que el partido de Duda, Prawo i Sprawiedliwość (Ley y Justicia), es ultraconservador, euroescéptico, quiere recuperar la pena de muerte, contrario a los matrimonios de personas del mismo sexo y, cómo no, católico, apostólico y romano. Uno de esos políticos de la internacional populista que tanto gustan en Washington. Escasos de democracia, manipuladores, violentos y con el nacionalismo en sus diferentes vertientes en la boca. Pero, no se olvide nunca, defendiendo los intereses del capitalismo.
Han acordado una base militar y una compra masiva de armamento estadounidense como los cazabombarderos de Lockheed Martin para un país que se siente amenazado y ya posee en sus fronteras 4.500 soldados estadounidenses más. Un base en la que meterá el armamento que desee porque, hasta la fecha, nadie se ha quejado o ha conocido realmente qué tienen allí. Volver al Telón de Acero con Rusia militarizando a sus potenciales enemigos. Y todo en el corazón mismo del Heartland de Halford John Mackinder, uno de los más inteligentes geoestratégicos que dio el siglo XX y que siguen manejando en la Casa Blanca. Quien controla el corazón continental, controla el mundo. Y si se tiene a los países europeos en gran parte entregados a los deseos del Imperio sólo resta potenciar las fronteras con Rusia.
Es curioso que nadie en Alemania, en Francia o en España haya dicho algo contrario a ese desembarco militar, a esa militarización que igual que mira hacia Rusia está mirando hacia el centro continental. Todas las bases estadounidenses por la pertenencia a la OTAN ya son, en sí mismas, ocupaciones militares y amenazas a la soberanía de los distintos estados y la propia Unión Europea. El Reino Unido no cuenta porque son los entregados a la fuerza imperial por aquello de los lazos familiares. Y lo peor es que esa militarización está ocurriendo también en España y el Gobierno está callado, no sabe-no contesta, establece un casi apagón informativo.
Hemos conocido estos días que el Gobierno de Pedro Sánchez ha dado el visto bueno para que el Imperio estadounidense refuerce su despliegue militar en la base de Rota (Cádiz) con un destacamento de helicópteros navales y más soldados. Eso sí sin reformar el convenio bilateral de defensa como se había hecho hasta ahora en casos similares. La excusa en esta ocasión es que al estar en interinidad el Gobierno no había forma de cambiar el convenio y que pasase por la aprobación obligatoria del Congreso de los Diputados. Una excusa como otra cualquiera porque, debido a los compromisos adquiridos internacionalmente, y estando constituidas las Cámaras, por el procedimiento de urgencia podría haberse dado el visto bueno. Total salvo Izquierda Unida y, tal vez, Podemos. ERC y Compromís, todos los grupos hubiesen aceptado ya que lo ordena el Imperio.
No son muchas las tropas nuevas que llegarían, bien es cierto, pero es el plano simbólico y geoestratégico el que queda resentido. Un convenio de 1988 sigue siendo el eje de la existencia de unidades militares y armamento de una potencia extranjera en el país. Una concesión al Imperio que, pese a alguna bravata, ningún Gobierno se ha atrevido a denunciar y corregir. Piensan “si no va a pasar nada” pero luego pasa y se quejarán. Como lo que ocurrió cuando Donald Trump se enfadó con Sánchez y le obligó a aumentar el presupuesto militar. Tanto hablar de soberanía con el tema catalán y qué poco se habla de la pérdida de soberanía militar. Para que el Imperio controle el Mundo (occidental) militarmente, se acepta hasta tener al ejército del capitalismo en la propia casa. En breve querrán que la tecnología de Huawei desaparezca por cuestiones de espionaje, mientras nuestros productos están siendo vetados en EEUU y calla el Gobierno, porque ya nos controlan ellos con la tecnología de espionaje de Facebook, Twitter y demás Apps. No quieren competencia comercial los grandes defensores del capitalismo, ni competencia en el espionaje.
Dos gigantes se han levantado, están mirándose a la cara fijamente y los europeos a verlas venir. ¿Los españoles? Entretenidos con cuestiones de diversión política para que el gatopardismo del que no cambie nada siga siendo la tónica. Ahora somos multipartidistas pero la clase dominante sigue ganando. Y el Imperio mucho más porque ni se le rechista.