La presentación de los acuerdos del Consejo de Ministros y Ministras se ha centrado en el monotema que desea la caverna mediática para favorecer a sus partidos, pero se ha escapado una noticia importante y que no se ha explicado con profundidad por parte de la ministra de Economía Nadia Calviño. Quieren implantar la mochila austriaca y los planes de pensiones en convenios de empresa. Dos propuestas que estaban en el plan firmado por Pedro Sánchez con Ciudadanos cuando intentó ser presidente del Gobierno ante el abandono de M. Rajoy. Nada ha explicado en profundidad porque parece que son propuestas que se están valorando y estudiando, pero las sueltan para que vaya permeando en la sociedad.
La “mochila austriaca” es un fondo donde el trabajador aporta una cantidad mensual para cuando no tenga trabajo, por si quiere estudiar mientras trabaja, u otras contingencias que se pueden establecer, hasta que llegue la jubilación el trabajador o trabajadora recupera esa cantidad (es de suponer que con un 25% de recargo patrimonial, algo que no sucede en los otros casos). También anima la ministra a que sean las empresas las que establezcan con sus trabajadores planes de pensiones alternativos al estatal. Algo que existe en la actualidad en algunas grandes empresas que tienen esos acuerdos en sus convenios, poniendo una parte cada uno. Así que no sería una novedad, existe hace años, pero años, aunque sí es novedoso que se impulse desde el ministerio de Economía. Y todo tiene una razón que, en algún momento, se ha explicado en estas páginas y se nota con las pérdidas bursátiles de la bolsa española.
Nadia Calviño no sólo es la mujer de negro de la Troika en el Gobierno de Sánchez, una burócrata de la UE para controlar la política económica, sino que se ha puesto al servicio del poder financiero, la fracción dominante de la economía global, para dirigir los dineros de la clase trabajadora y la clase media hacia la liquidez del sistema financiero. Como se pudo comprobar en el saqueo que se hizo con el banco Popular para salvar al banco de Santander, el sistema financiero español, como parte del europeo, está falto de liquidez, de dinero real, para poder seguir con la acumulación y la generación de riquezas para unos pocos. La ministra Calviño, como hija pródiga gubernamental de la clase dominante, con esta iniciativa hace el trabajo a sus jefes verdaderos, el capital financiero que controla a la Troika.
Ahora no, pero la intención de la “mochila austriaca” es acabar con el sistema de solidaridad de la clase trabajadora con aquellos que pierden sus puestos de trabajo, quieren que el peso del subsidio de desempleo recaiga de forma individual en la persona. Nada de solidaridad de clase, que cada cual apechugue con sus consecuencias. Imaginemos que una persona, con un salario de 900 euros, trabaja un año, por mucho dinero que metiese en la mochila, al quedarse sin empleo no tendría el subsidio solidario de clase. Como mucho optaría a recibir 500 euros en total para sobrevivir hasta que encontrase empleo. Les puede parecer exagerado, pero es más real de lo que se pueda pensar. Ahora, al menos, estaría unos meses con un subsidio bajo pero que le permitiría a esa persona no morir de hambre. Con esta medida se consigue que el trabajador no proteste jamás y que acepte el trabajo que sea en las condiciones que sea.
Lo que quiere Calviño, como se reflejaba en el acuerdo Sánchez-Rivera, es que el dinero de la mochila esté en manos de fondos de inversión privados que generen un beneficio que no iría jamás a manos del trabajador sino del capital. Calculen los miles de millones de euros que moverían esas mochilas y esos fondos de pensiones privados que se están animando a generar. En el momento en que estuviesen plenamente asentados el paso a quitar el subsidio de desempleo y las pensiones públicas sería breve. Lo curioso es que en países como Chile o Colombia se ha experimentado con estas cosas y el fracaso ha sido tremendo. Cuando un trabajador sufre desempleo tiene unos fondos miserables.
La crisis del capitalismo financiero, que es la fracción dominante del bloque en el poder, es patente y desde el gobierno se están intentando paliar sus problemas. Esos mismos que no quedaron suficientemente solventados con la reducción de entidades financieras, ni con el rescate de 100.000 millones que está pagando toda la población española. La gran estafa de la economía capitalista es esta y Calviño quiere tapar agujeros en un barco que se va hundiendo irremisiblemente.
Un nuevo golpe escondido a la clase trabajadora por parte de Calviño, que ya cedió ante la fracción financiera en el tema de la ley de alquileres (Blackstone la llamó), como se cedió al poder financiero de Uber y Cabify, y que marca claramente que, por mucho tinte social que los demás ministros quieran poner en sus políticas, la Troika con su señora de negro no van a pasar ni una de la que no saque beneficio el establishment. Están sin liquidez para sus correrías especulativas y quieren sacárselo a los verdaderos productores de la sociedad, los trabajadores.