Cómo en Alicia tras el espejo, aquí estábamos nosotros, felices mientras pasaban los días. Volvían los días de playa y sin las excentricidades de otros lugares con eso de las cruces amarillas, que dan muy mal rollo. Las terrazas volvían a llenarse. Pronto empezarán las fiestas populares con sus fanfarrias y guirnaldas brillantes.
El paro se ha reducido doce puntos en cuatro años, el PER 2018 a punto de iniciarse y los Presupuestos Generales del Estado aprobados. Para unos, muestra de responsabilidad, para otros de marginación a Andalucía. Las andaluzas iban a abrir la temporada de elecciones y en ese ambiente de previsibilidad los partidos hacían planes.
El PP desde la resignación. No perder mucho sería la consigna oficiosa. Cuando has interiorizado que esta vez tampoco llegas, estás como más suelto. Basta un vistazo al twitter de Juanma Moreno. Ha vuelto al tuit guía campsa: que bonito es este pueblo andaluz, que secular esta tradición, que bella esa romería.
Podemos bastante tenía con lo suyo. El referéndum inmobiliario o preparar las primarias con Izquierda Unida ocupaba las primeras tardes de primavera real, la de la gente y no la del calendario.
Ciudadanos cuyo líder andaluz actual -y lo digo con cariño- tiene el mismo carisma de una lechuga sin aliñar, andaba con sus cosas, que si me quedo con el que ya conocemos o cambiamos a otro, ahora que decían que todo les iba a ir genial.
Y ¿el PSOE? Pues bien. Había recuperado la paz interna e, incluso, atractivo exterior. Vean sino el aumento de solicitudes de afiliación en la ciudad de Almería. Un 30% más de personas dispuestas a comprometerse. Hay quien piensa que es por el proceso de primarias, yo no. Yo, soy super positivo en mis opiniones.
Iban a ser las primeras elecciones. A los conservadores les cuesta menos cambiar el voto o abstenerse en unas autonómicas. Se unen a la venganza de los electores ante una situación política nacional cada vez más emponzoñada por quienes han convertido cada parcela de poder en una fabrica de privilegios a tiempo completo, pero sin que sea irremediable, que son conservadores. Así pues, y aun cuando bajara el voto socialista -lo que no es raro, porque lleva 20 años bajando- la división del votante entre ciudadanos y PP, le daría incluso más ventaja.
En eso andábamos, cuando Pedro Sánchez plantea la moción de censura. Hay desconcierto, lógico, cuando no histeria. El PP, en la línea de mesura que le ha hecho celebre, considera que se trata, directamente de una moción contra España. Si, si, no contra su Gobierno, que se puede entender. Contra toda España: usted, yo, los ríos y los valles. ¿Cómo pudieron los constitucionalistas introducir en el texto legal ese arma de destrucción nacional, la moción de censura? Lo ignoro, porque en clase no dimos ese tema.
Sánchez lo considera la gran oportunidad de devolver la virtud pública, lo que está muy bien además que lo diga él y no El Incorruptible -tan liado ahora con las obras del chalet- porque cuando lo dice Iglesias tiene como un regusto a guillotina política. Igual también es un poco exagerado.
Pero para mala suerte la de Ciudadanos. Un partido autoerigido en regenerador y la primera en la frente. Propone una especie de fraude de ley (usar una norma para un fin distinto en la misma o contrario a él). Como nuestra Constitución contempla la moción constructiva, y no la dirigida en exclusiva a que caiga un presidente del Gobierno sin sustituirlo por otro, va y propone hacer esa moción para convocar elecciones. Es decir, usar esa moción para justo lo que no querían los redactores de la Constitución: derribar gobiernos sin sustituirlos, en realidad, por otro. Imaginen el futuro. Cada seis meses, y según las encuestas, se van uniendo los grupos para aprobar una moción de censura y el nuevo presidente convoca elecciones.
Pero, volvamos al cálido Sur. Ahora son más las incertidumbres que las certezas sobre que hacer con las autonómicas y, sobre todo, como saldrán.
Ciudadanos tiene un problemilla, por usar la palabra del vigilante de mi trabajo cuando me indica que viene alguien dispuesto a pegarme un tiro. Si apoya la moción habría votantes del PP que hubieran cambiado su voto en las andaluzas, pero no lo harán, un poco como por despecho. Y sin contar los que iban a abstenerse. Esos regresan antes. Si, por el contrario, no apoyan la moción, perdería al grupo de los más deseosos en que termine la era Rajoy.
El PP andaluz, curiosamente, podría beneficiarse de la derrota de Mariano Rajoy. Primero por quitarse de en medio a un presidente que, él aún no lo sabe, pero ya es historia. Después por dar imagen de regeneración, un nuevo comienzo, un vamos a ver cuánto duran esta vez sin liarla. Eso atraería a los pre-desertores que decía antes.
Los socialistas andaluces no tienen nada que pensar, porque la moción está presentada. Imaginemos que Sánchez consigue ser Presidente del Gobierno. Si lo hace bien ¿Qué se reforzaría en Andalucía? ¿El socialismo en general o el ala sanchista? Un tema nada menor porque habría que repartir y después vienen las municipales.
Pero, ¿Y si se hace Presidente y, tal y como está este país, aprovechan todos para más desbarajuste? La primera damnificada sería la quién llame a las urnas por primera vez. Que ya es mala suerte, se dirá ella, pero es ella.
Un sinvivir esto. Otra vez a reajustar planes. Lástima que sea mayo y no abril, porque podríamos terminar citando a T.S.Eliot. En cualquier caso, mayo está resultando, políticamente un mes cruel. Mezcla el deseo de escarmentar la corrupción y el pensamiento de si el escarmiento no podría haber esperado hasta que pasara lo nuestro.