Pablo Casado se pasa los días en la sede central del PP en la calle Génova, saltándose todas las recomendaciones pues podría hacer teletrabajo y sea lo que sea que hace allí parece que no es una actividad esencial, dando mítines más propios de populistas (en su acepción de demagogo también). Todos los días aturde a la población española con su particular “Aló Presidente” en el cual no ofrece ninguna solución diferente, ninguna estrategia mejor que la del Gobierno, tan sólo críticas y una necrofilia constante. Ya se advirtió en estas mismas páginas que se había autonombrado presidente de España y los españoles y parece seguir en esa senda de hacerse ver como si él fuera el que está dirigiendo los movimientos, al menos, de los presidentes regionales del PP. Si así fuera, está visto que es más incapaz de lo que se presumía pues aún se espera la llegada de los dos aviones que Isabel Díaz Ayuso no quería que le expropiase el Gobierno del Estado. Tan cansino está resultando que un populista de ultraderecha como Santiago Abascal ha comenzado a imitarle con una mesa vacía con un solitario bote de pimentón. No se sabe si la especia la utiliza para algún sortilegio de origen vascuence o la esnifa para combatir al coronavirus.
En estos últimos días lo que está sorprendiendo es la necrofilia que muestra Casado en sus intervenciones. Si leen la primera acepción de la RAE sobre el término dice así: “Atracción que siente una persona hacia la muerte y hacia todos los aspectos relacionados con ella”. La segunda acepción como parafilia sexual no tiene nada que ver. Casado muestra, como casi todo el PP, una extraña atracción sobre los muertos, les gustan a rabiar, es ver un muerto y ponerse a salivar ante la posibilidad de hacerle un parque, un monumento y poder tirárselo a la cara a los adversarios políticos. Miren si les gustan que hasta los muertos del 11-M han acabado por apropiárselos. Con las personas fallecidas por la pandemia del coronavirus no iban a ser menos y ya ofreció como solución a la plaga el sinsorgo poner las banderas a media asta, hacer un monumento en Madrid (en la zona donde se va a producir el mayor pelotazo urbanísticos de la historia capitalina, por cierto) y vestir luto (como hace en sus intervenciones de “Aló Presidente”. Tal es su necrofilia que ha señalado a los medios de comunicación por ofrecer cosas positivas de la pandemia. Él quiere ataúdes y cadáveres, cuanto más mejor, a todas horas. Extraño placer el de la contemplación de muertos. Y si pudiese hacer fotos con todos los cadáveres sería el culmen de su necrofilia.
Quiere sufrimiento, dolor, sangre, vísceras y todo lo que sea malo, no para hacer el confinamiento más real, de hecho le importa poco el confinamiento, por él estaría toda España en la calle como se verá, sino para echárselos a la cara a Pedro Sánchez. Porque la necrofilia del PP siempre es contra alguien, no por un rito de adulación de los muertos. No hay respeto hacia los cadáveres en sí (sólo ver cómo se expresan contra la exhumación de los muertos que aún hay en cunetas ya indica la intención), sino que los cadáveres sólo son armas arrojadizas e instrumentos de ocultación de las propias miserias. Aunque, de esto nunca se dan cuenta las derechas, utilizar los muertos de todos contra quienes también los ponen es miserable. Ítem más, es hasta contrario a la doctrina católica que tanto dicen que poseer. Son católico de boquilla porque de acción y apostolado nada de nada. Quiere muertos, en resumen, para echárselos en cara al Gobierno. Es necrófilo si puede sacar un beneficio político. Y no, no lo hace por servir a España.
Si sirviese a España no querría poner a todas las personas productivas en la calle como dijo ayer también en su “Aló Presidente”. Hace unos días suscribía la petición del presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, que es del PP, de cerrar la comunidad y sin actividad económica salvo la muy necesaria. Hoy, en el momento en que el Gobierno toma la decisión, dice que le parece muy mal, que si acaso en alguna comunidad autónoma se puede hacer eso (¿estaría pensando en Cataluña y País vasco?). Si se pensase mal, y estando Casado de por medio la maldad en el pensamiento es libre, parecería que el presidente del PP quisiese cerrar económicamente las comunidades donde gobierna el PSOE. O es que es muy mendaz y sólo se dedica a la crítica sin pensar en lo que se dice, que no es nada descartable. No hay día en que Casado, su edecán Teodoro García-Egea, las huestes de cuadros del PP y los tribuletes de la prensa afín lancen críticas feroces a todo lo que hace el Gobierno. Así sea correcto y genere beneficio para todas las personas. Allí están ellos y ellas ejerciendo de “porculeros”. Ni una sola medida de apoyo, sólo querer que los muertos estén todos los días en los medios de comunicación para derrocar al Gobierno; para sacar tres votos más que el resto de partidos de la derecha; para estar en el juego político sin pensar realmente ni en las personas, ni en la economía. Hasta reniega del artículo 128 de la Constitución Española y lo cataloga de podemita, él que dice es muy constitucionalista (ni la ha leído). Imprecar a Sánchez es su obsesión y los muertos su filia.