Parece que en la jefatura del Estado quieren seguir con su fábrica de republicanos y seguir dorándoles la píldora a los franquistas. Si el padre, Juan Carlos de Borbón, concedió el título como agradecimiento a haberle dejado la monarquía “atada y bien atada”, el hijo, Felipe de Borbón, ha accedido a la transmisión del Ducado de Franco a la “nietísima”. Una grandeza de España que no es que sirva de mucho, salvo en los actos monárquicos a los que no va el pueblo salvo de palmeros ocasionales, pero que contiene un simbolismo que ha generado una enorme indignación entre la clase política (de izquierdas). Carmen Martínez-Bordiú Franco ha actuado de conformidad a la legalidad, sin duda, pero el ministro Catalá, cuando ya había triunfado la moción de censura, firmó el visto bueno para la herencia (por la que además no ha pagado nada, no como otros títulos nobiliarios, como dicen que hacía “la collares” en algunas joyerías madrileñas).
Sólo cabía a Felipe de Borbón el quitar el ducado y los honores, pero ha preferido seguir al padre y seguir con el homenaje institucional-monárquico al franquismo. Porque simbólicamente es eso, un homenaje al franquismo. Como decía Garzón, es como si en Alemania hubiese un Ducado de Hitler o en Italia uno de Mussolini. La monarquía española, como en otros aspectos vitales, sigue lejos de la sociedad y la restauración de la convivencia. Están ligados al establishment y en ese bloque de poder hay una fracción franquista que sigue mandando mucho. Justo cuando se debate sacar los restos del dictador fascista del mausoleo que se mandó construir con los brazos de los presos políticos, Felipe de Borbón da un espaldarazo al franquismo.
Las reacciones de los partidos de izquierdas no se han hecho esperar. Desde el PSOE Andrés Perelló ha denunciado este tipo de aconteceres. Entiende el socialista que en España aún estamos en el furgón de cola en perseguir la apología del franquismo, ya que no es normal que “se premie el apellido del genocida con título de grandeza”. Por ello apunta directamente al jefe del Estado al que reclama, como hace a otras autoridades, que no colabore en la promoción de “este tipo de eventos y de apellidos” como sucede en el “caso del Ducado de Franco”. Así reflejaba en el tuit que ha difundido el PSOE que “hay grandezas de España que hacen muy pequeña a nuestra democracia”.
Tampoco se ha escondido el coordinador federal de Izquierda Unida, Alberto Garzón, para quien toda esta situación es completamente “surrealista”. Para dirigente de izquierdas “no tiene ningún sentido que sigan existiendo este tipo de símbolos producto de la dictadura en una democracia en 2018”. Con la ley de Memoria Histórica se podría haber avanzado algo para evitar que se produjese la transmisión hereditaria de ese símbolo concedido en su momento por Juan Carlos de Borbón a la esposa del genocida. Entienden en IU que el ducado en cuestión es contrario a la Ley, que al haber sido promulgada por la misma mano que ha ejecutado la herencia, podría haber actuado en consecuencia y retirar la “gracia”, como le solicitó el diputado de IU Ricardo Sixto por carta.
No quieren el muerto.
Es curioso como los herederos del dictador quieren los beneficios de la dictadura fascista de su abuelo pero el “muerto” que se lo queden otros. O eso es lo que han manifestado cuando se les ha preguntado por el destino de los restos del dictador que van a ser exhumados del Valle de los Caídos. Podrían decir que los llevasen al panteón familiar de El Pardo donde descansa su esposa, pero sobre eso no opinan, no quieren saber. El muerto para otros, pero las lisonjas para ellos y ellas.
Desde Izquierda Unida, Sol Sánchez, ha afirmado que le parece tremenda esta situación. Y más que el presidente de la Fundación Francisco Franco esté siendo invitado a los diversos programas de la televisión y entrevistas en medios escritos, permitiendo con ello cierta apología del franquismo. Garzón por su parte desea que los restos salgan cuanto antes “independientemente de lo que diga la familia, ya que es una cuestión de cumplir con la Memoria Democrática”. Así que si la familia quiere, con su indiferencia que no se muevan los restos, como estrategia, éstos saldrán igualmente.