En realidad hoy debería estar usted leyendo un artículo sobre la venganza de Pedro Sánchez a Emiliano García-Page quitándole inversiones a la región —por ejemplo, el AVE a Jaén, a donde llegaría por Córdoba, eliminando a Alcázar de San Juan, Manzanares y Valdepeñas y dejándoles sin posibles desarrollos futuros— y utilizando el cauce del Tajo, ya saben que las cuencas hidrográficas dependen del gobierno central, provocando que aumenten los mosquitos y que los agricultores manchegos se queden sin agua, entre otras cosas. Pero hay algo que escama y mucho desde hace un tiempo. Un producto del nacionalmadridismo: la orquestada campaña contra Lamine Yamal.
No es de ahora sino que viene desde finales de la temporada anterior. No sólo es el desprecio futbolístico ante un chaval que ya hace cosas interesantes y promete llegar a ser una estrella dominadora, es que se está persiguiendo cualquier detalle de su vida y la de sus familiares para desprestigiarle. El chico no tiene al padre más listo del mundo, eso es casi una obviedad, pero siempre andan en el nacionalmadridismo buscándole algún tipo de escándalo. Raro que no le hayan metido en la bronca de Torre Pachecho. Es constante el ataque al chaval a través de sus familiares para ver si eso le afecta anímicamente y baja su rendimiento deportivo. Han pensado que como a su proyecto de nada, le ha afectado lo del balón de playa pues va a pasar lo mismo.
Lo último ha sido la fiesta por su mayoría de edad donde un grupo de chavales jóvenes han hecho lo propio de su edad: pasarlo bien todo lo que se pueda. Los medios que tienen publicidad o son propiedad encubierta del Maligno no han dudado en sacar que había espectáculos con enanos y señoritas de compañía, vamos putas, sin aportar prueba alguna. Además han conseguido que el gobierno de Sánchez vuelva a bajarse los pantalones y a subirse las faldas instando a la Fiscalía que investigue si hay un posible delito de odio. Curioso que haga eso este gobierno cuando todavía no se ha procedido a sanción alguna y cierre de la grada del Mal, en cuyo estadio se insultó racistamente a Yamal y a Baldé y se les tiraron mecheros y muchos más objetos.
En el FC Barcelona han tenido la suerte, también porque la trabajan, de encontrar una nueva perla que nunca será Messi pero igual se le acerca. Un jugador de 200 millones de euros que les ha salido de la cantera junto a otra buena camada. Esto enerva al Maligno pues a él le salen imputados por distribución de pornografía infantil y algún proyecto de buen suplente del mayor gafe del fútbol. El resto de jugadores los tiene que fichar sacando un talonario que cada vez es menor, a la espera de la ayuda de sus amigos del PP que le regalan otra recalificación millonaria para cuadrar cuentas y no producir pérdidas. Por cierto, en esas recalificaciones el PSOE calla como amiga de Ábalos, no como sucede cuando el Atlético de Madrid mueve una piedra en los alrededores del Metropolitano.
De ahí que el nacionalmadridismo se haya lanzado contra el chaval intentando hacer ver que es un personaje impresentable, no como sus jugadores acusados o condenados por violación; no como sus condenados por malversación de impuestos; no como todos esos críos que no han sido más que ídolos con pies de barro, a los que elevaron a los altares pidiendo hasta ir a la selección —la memoria recuerda a un tal Morales que hizo un partido y medio bueno y se pedía que fuese titular de la Roja— y que ahora pululan por la segunda división, con suerte, o ligas desconocidas; no como al balón de playa que lleva amigas a sus fiestas, que igual son chicas de algún negocio del gobierno y son prudentes por eso en vez de hablar de prostitución. Quieren destruirle como ser humano al no poder con él deportivamente. Una mezquindad sólo al alcance del Mal. Pero al Mal se le combate todos los días y a todas horas.