Para quienes no conozcan Colombia pensaran que lo que allí ocurre en estos últimos tiempos, donde la policía está asesinando a los ciudadanos por ejercitar su libre derecho a manifestarse contra una tremenda subida de impuestos a las clases populares (el 90% de la población colombiana), es producto de una sociedad del tercer mundo. También pensarán que el presidente Iván Duque es otro más de esos dictadores bananeros que las novelas y las películas han generado en el imaginario colectivo. Y no, no es así. Colombia, más allá de las drogas y los cárteles, ha sido de los pocos países que no han sufrido una larga dictadura militar en América Latina. Desde el bogotazo, que poco duró, no ha habido dictaduras y sí un sistema político curioso cuando menos.
Si la sociedad colombiana sale a la calle a protestar es porque algo muy gordo les anima a ello. Fíjense que ganase quien ganase las elecciones, ha sido tradición hasta hace menos de una década, que el gobierno estuviese integrado por gentes del partido del presidente vencedor y miembros de la oposición. Eso genera una desmovilización enorme en la población. Más si cabe con unas guerrillas que tenían tomado medio país y unos cárteles de la droga bastante violentos y terroristas. Salvo algún grupúsculo universitario, el colombiano de a pie se queja todos los días del gobierno pero se compra un petaco de cervezas mientras hace un asadito (a veces de chigüiro) y a otra cosa. Sólo sale a la calle a celebrar victorias de equipos de fútbol y poco más.
Que un gobierno liberal –aunque en realidad los liberales son el partido de izquierdas inscrito en la Internacional Socialista (para que vean el nivel de derechización política)-, apoyado por los EEUU y la Unión Europea mate vilmente a sus ciudadanos es claro indicativo de las pruebas que están haciendo allí. En Chile, país más civilizado en lo que respecta a las protestas, también se asesinaron a cientos de personas durante las últimas protestas y se ensayaron –y ensayan- todas las políticas ultraliberales que se importan luego a Europa. Ahora salen algunos diciendo que la narcoguerrilla está detrás de las protestas (quien eso dice no conoce Colombia, ni qué son/fueron las narcoguerrillas, porque no es una, ni que dejaron las armas en su gran mayoría), bien al contrario desde que Duque llegó al gobierno se vienen asesinando desde el aparato del Estado a sindicalistas, dirigentes de movimientos ecologistas o vecinales, o a líderes indígenas. Desde que el uribismo –ese que defiende José María Aznar cada vez que habla- se hizo con el poder allá por el final de la primera década del actual siglo, han muerto a manos de la policía o el ejército más de 10.000 sindicalistas, activistas o paperos. Eso en un país poco dado a manifestarse.
Pablo Casado siempre ha considerado la Colombia de Duque (como antes de Álvaro Uribe, la de Juan Manuel Santos no porque consiguió el acuerdo de paz para que la guerrilla cesase la guerra) un modelo de gestión liberal que debería ser puesto en marcha en España. Esto, evidentemente, lo dice desde el profundo desconocimiento de lo que pasa en Colombia, pero no duden que actuarían con la misma violencia que el gobierno ducal si hiciese falta. La ley mordaza, un atentado contra las libertades civiles, no es gratuita, como tampoco otros elementos represivos. La prensa de derechas –y El país- calla porque saben que después de elevar a las alturas a Duque hoy no saben dónde esconderse los que tienen algo de estómago democrático o porque perjudicaría al PP al estar tan vinculados el presidente colombiano y el pepero.
Bastante tienen con apoyar a un estólido como el actual dirigente del Partido Popular para, además tener que denunciar los crímenes contra los derechos humanos en uno de los dos países plenamente liberales del cono sur americano. Eso y ocultar que Casado sufre de mitomanía peligrosa. Una enfermedad que le hace culpar al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, de ser el culpable de las aglomeraciones que se han producido tras la finalización del estado de alarma. Sí, tiene la caradura de decir eso y dejarlo por escrito. Además demuestra que ese grado en derecho es realmente regalado pues, uno, desconoce la distribución de competencias en España; y dos, desconoce que una ley (por muy de pandemias que sea) no puede ir contra lo dispuesto en la Constitución –añadir que jamás ha propuesto una ley de pandemias, que eso es mentira.
Silencio con lo que sucede en Colombia porque interesa ocultar que “los liberales” del mundo no cometen crímenes desde el Estado. Silencio para que no se vea que el PP apoya ese tipo de actuaciones contra la población civil. Silencio para que no se observe que el mundo se desmorona ante los ojos de todos entre los liberales asalvajados y la izquierda postmoderna sin posibilidad de alternativa por uno u otro lado. Silencio porque hay que dejar que madure la fruta (Casado) hasta que se decida si se recoge o se deja pudrir. Silencio porque al fin y al cabo están dominados los medios por las élites globalistas que no quieren que eso se muestre. Muchos silencios… incluso en la izquierda.
Nos mantienen informados de todas y cada una de las «aberraciones» políticas del «impresentable » gobierno de Maduro, que desde luego no considero ejemplar, pero se ocultan las barbaridades de los regímenes «liberales», no solo de Colombia, sino de los de centro américa, como El Salvador, Guatemala, etc. o del norte de África.y no digamos nada de los «productores de petróleo»