La Gloriosa del Atlético de Madrid está llena de personajes que, influenciados por esa ideología dominante que es el nacionalmadridismo —extendida profusamente por los aparatos ideológicos del Maligno—, se lanzan a imaginar un equipo, unos fichajes y unas aspiraciones que chocan con la realidad o con el Marziniak de turno. Lo mismo ocurre con la afición del FC Barcelona donde, más allá de la realidad de los números y las posibilidades, se lanzan a imaginar una ventana de fichajes fuera del alcance del club. Allí funciona en buena parte de la prensa el reverso tenebroso de la ideología del Mal, el nacionalbarcelonismo.
Evidentemente dentro de la afición culé hay muchas personas normales —en la del Mal y el Bilbao no las hay—, su gran mayoría, pero existen unos voceros, más por cansinos o griterío, que acaban tapando la voz de los demás. La prensa nacionalbarcelonista, muy querida por Joan Laporta porque le tapan los posibles agujeros e ilusionan inútilmente a la afición —para acabar señalando a Javier Tebas, justo como hace el nacionalmadridismo—. Allí da igual todo, sea verdad o mentira, y se lanzan a la venta de filetes caducados —por seguir el símil del no-periodista de Marca que comparaba la prensa deportiva con una carnicería— o solomillos inalcanzables.
El Barça, a diferencia del Atleti con quien puede ser comparado, sí está obligado a ganar las competiciones en las que participa. No sólo eso, deben tener en su plantilla a alguna de esas estrellas rutilantes que tanto venden, con una diferencia respecto a los demás, son capaces de generar en la Masía —que Núñez potenció si mal no recuerdo— a alguna de esas estrellas, cosa que los otros ni por asomo —salo algún canterano aprovechable—. Por eso la necesidad de acudir al mercado a dejarse el dinero que no se tiene es, en ocasiones, menor. Pero eso vende poco y el nacionalbarcelonismo debe insuflar energías para pagar abonos, cuotas de socios y demás ventas de camisetas. Facturando casi 900 millones de euros no debería tener problemas en fichar con garantías pero entre lo que dejó Bartomeu, el nuevo Camp Nou y la vigilancia actual con los dinero de los clubes hay para lo que hay.
Esto no parece importarle a la prensa y parte de la afición que ya ve que pueden llegar al reestreno del campo de fútbol Julián Álvarez o Luis Díaz. Ni teniendo la regla 1:1 podrían hacer frente al fichajes de estos jugadores a día de hoy. Si Laporta se las ve y las desea para cuadrar cuentas —han admitido que este año tendrán déficit deportivo en el proceso abierto por UEFA y que les ha costado 15 millones de multa— ¿de dónde van a sacar 300 y 90 millones respectivamente? Eso y que les cuadren las cuentas, claro. Tebas puede levantar algo la mano, el Maligno apoyará porque le interesa una liga más duopolística que competitiva, el gobierno se bajará pantalones o subirá faldas para no molestar, pero la realidad es la que es, con letras y créditos de rápido reembolso que empeoran las cuentas. De esto buena parte de la afición ni se habrá enterado, aunque los «normales» lo intuyen o lo saben pero se hacen los despistadillos.
La Liga, como competición global, vivió buenos años con CR, Messi y la cantera del Barça que hizo campeona a España, incluso otros equipos pudieron gastar un poco libremente —así está el Valencia a día de hoy—, pero eso se acabó y ya no está la cosa para dispendios excesivos. Si uno lee las cuentas «normales» se comprueba que, más allá de las trapacerías que se están haciendo con Ter Stegen, por ejemplo, los culés saben que algún fichaje caerá pero más para apuntalar al equipo actual que para ser estrella. En el otro lado del duopolio ya se sabe que gastan mil y cuentan siete —al Barça y al Atleti le suman hasta los bonus, esos que jamás aparecen en el Mal—. Los no normales, insiders y pretenciosos han comprado hasta a Haaland y no estamos más que a ocho de julio. Sin olvidar a los teleñecos de la noche.
Está bien imaginar futuros hermosos, llenos de fichajes, pero la realidad es la que es. En el Atleti se está invirtiendo porque así los exigen los inversores y el más que posible comprador —no sería extraño que hayan dicho: «A ver Miguel Ángel, ni se te ocurra dejarme una cochambrera como plantilla»—; en el Barça están sacando al club de la UVI económica, porque en la deportiva no les ha ido tan mal. Algo que, por cierto, ha sentado tan mal al Maligno que ya le ha hecho gastarse casi doscientos millones, hacerse con el control del CTA y obligar al PP para que le haga más recalificaciones con las que sacar buenos millones —y todo porque nadie cuenta que el estadio de los ruidos se les ha ido casi mil millones o más del presupuesto inicial—.
Seres normales, ¡no se dejen amedrentar por los flipados ni por la ideología dominante!