La tanqueta más progre; las balas de gomas más progres, los porrazos más progres, las cargas más brilli de la historia de España se están produciendo por la huelga del metal en Cádiz. Provincia especialmente masacrada por las deslocalizaciones, de esas que ahora lamentan ante la escasez de recursos, y con un paro estructural que debería avergonzar a todos los dirigentes políticos. No se preocupen porque las medidas, por represivas que sean, son las más progres de la historia. Los aparatos represivos cuqui y amorosos son lo que han mandado.
Están tan acostumbrados a las batukadas y demás gilipolleces que se hacen en las manifestaciones postmodernitas, que en cuanto visualizan la crudeza de la lucha de la clase trabajadora se asustan. La violencia, aunque no sea física, es parte de la política desde tiempos antediluvianos. En la actual sociedad alelada no hay cabida para lo que es consustancial al ser humano, la lucha en sus diversas formas. Que se corten carreteras –que jamás han perjudicado a los servicios de urgencias, pese a la manipulación de ciertos medios progres-; que haya manifestaciones constantes; que no se trabaje; que haya gritos y protestas es lo normal en la lucha de la clase trabajadora. Sin ello ni usted, ni yo nos enteraríamos de los problemas sociales, ni habría mejoras laborales.
Moreno Bonilla se lava las manos y el Gobierno a verlas venir
En realidad todo este asunto debería contar con la intervención del gobierno andaluz, responsable primero de actuar como mediador. Pero Juan Manuel Moreno Bonilla pasa de todo y le importa una higa que lo pasen mal los trabajadores de Cádiz… o de Jaén. Él a lo suyo, a hartarse de comilonas -¿saben que nada más llegar al gobierno dilapidaron el gasto en comidas de todo el gobierno en dos meses?-, a que Bendodo le manipule encuestas y a pasearse por Andalucía poniendo sonrisas y echando a la calle a personal sanitario.
Al final, como el Pilatos andaluz se ha lavado las manos, el problema ha acabado llegando al Gobierno central. Y allí están a verlas venir. Cuando menos a nivel mediático o de comunicación. Unos porque no es tema de su competencia, otras porque no vaya a ser que se vayan por tierra las fantasías que están alimentando los medios de la derecha. Que ni la ministra de Industria, ni la de Trabajo hayan dicho esta boca es mía y que le toca a Bonilla ponerse manos a la obra es para nota, mala pero nota.
Vox a pillar en río revuelto con los «comunistas» ejerciendo de cínicos
Como ha sucedido en otros lares europeos, Vox ha aprovechado la ocasión –aunque su programa económico impulsaría el cierre de las empresas del metal- para venderse como los salvadores de la clase trabajadora. Santiago Abascal ya ha pedido reindustrializar Cádiz –no ha dicho como porque seguro ni lo sabe sino que es de esas frases que se dicen por quedar bien- y ha señalado a Marlaska por reprimir a los trabajadores en su justa lucha. Y lo hace porque quienes dicen que representan, muy mucho, a la clase trabajadora han hecho dejación de funciones.
Ni Yolanda Díaz, ni Enrique Santiago respaldaron las primeras jornadas de huelga, sino todo lo contrario (el secretario general del PCE pidiendo mesura y no división). Que si el diálogo, que si no había que molestar tanto porque hay un gobierno progresista, que si tal, que si pascual. En cuanto han visto que ha aparecido la tanqueta y que toda España se ha indignado, entonces, justo entonces, han sacado la cabeza y han comenzado a filtrar que si Díaz se había quejado en el Consejo de ministros y Santiago ha defendido la huelga –cuatro días después de haberla condenado (miren su perfil de Twitter)-. Que no les intenten vender ahora otra cosa porque ha sido así.
La prensa criminalizando a los manifestantes
Y la prensa española, especialmente la progresista, se ha dedicado a lo que mejor sabe hacer, criminalizar a los manifestantes. Les han culpado, falsamente, de haber impedido que una ambulancia llegase a un hospital; les han culpado del accidente de un motorista que se ha chocado con un camión aparcado –porque claro, si no hubiese huelga el camión no estaría aparcado en ese sitio y el motorista no se hubiese chocado-; les han culpado de violencia; les han culpado de haber matado a Kennedy, a Lincoln, a Bin Laden, haber estado en los procesos de Moscú y los millones de muertos del comunismo.
Hay que recordar que estos medios son los que han advertido de una huelga de camioneros… No, mentira. De un cierre patronal de las empresas del transporte, que no tiene nada que ver con que puedan tener razón en sus reivindicaciones, pero es cierre patronal –y se rumorea que están desviando trabajo hacia Europa y juntando días de descanso de los conductores, porque es un paro de mentirijillas-. Nadie se ha preguntado: si los manifestantes no han roto nada, ni hay agresiones durante la marcha ¿por qué hay enfrentamientos con la policía? Si la población apoya a los huelguistas ¿por qué tiene que haber bronca? Al final esta es una táctica de unión mediática-gubernamental para destruir a los manifestantes y que se practicó con éxito en tiempos de Margaret Thatcher.