Pablo Casado debería recibir el premio IgNobel de Ciencia Política si existiese. Es más el año que viene debería abrirse esta categoría por los descubrimientos que ha realizado el presidente del PP para solucionar los problemas del hundimiento de su partido. Por si no lo saben, los premios IgNobel son una parodia de los Nobel aunque sobre investigaciones científicas reales pero en muchos casos absurdas o inútiles. Han ganado este premio investigaciones que afirmaban que los agujeros negros eran el infierno o que la presencia de humanos altera las ganas de sexo de los avestruces. En el caso del político patrio podría decirse que ha descubierto la centralidad del sistema expandiendo a los extremos a los demás.
Expliquémoslo. En la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP, cuando todos le pedían al presidente explicaciones por la debacle del domingo 28 de abril, Casado ha reaccionado afirmando que sí, que va a recuperar el centro para el PP. Lo que no sabían los barones y demás compungidos cargos (muchos de ellos se quedan sin sueldo) es que iba a ser tan rápido en hacerlo, en minutos. Todo mediante el descubrimiento mayor de la historia de la Ciencia Política española y universal, echando a sus competidores de la derecha hacia los lados. El sinsorgo Casado, que cada día que pasa da pruebas de su completa nesciencia, ha recuperado el centro político situando a Ciudadanos como partido socialdemócrata y al Vox como ultraderecha. Así, cambiando los adjetivos calificativos el simple presidente del PP ha logrado en segundos situar al PP en el centro.
Da igual que en Ciudadanos se califiquen como liberales, con la carga ideológica que ello conlleva, para Casado son socialdemócratas (“de mierda” le ha faltado decir) y por eso ya no ocupan el centro derecha. Con esto espera recuperar cinco millones de votos. Y lo curioso es que a nadie se le había ocurrido. Bueno sí, se le había ocurrido a su amiga y “gran ideóloga” Isabel Díaz Ayuso, pero no se había atrevido Casado a hacerle caso. Ayer lo hizo y las caras de pasmo de algunos de los presentes, según nos cuentas, fueron para enmarcar. Es lo que tiene situar a “intelectuales” tan profundos en los puestos de decisión del PP que solucionan en segundos los problemas. Que las personas no compartan sus mentiras, que les asquee que les traten como idiotas o que sean unos catastrofistas no era el problema. Tan sólo la adjetivación de los competidores.
Claro y a los otros los manda a la ultraderecha y les pide que se unan a Le Pen sin son valientes. Como si a los neofascistas les importase coquetear con la francesa. Eso sí, Abascal les seguirá llamando derechita cobarde. Lo curioso es que al situar a sus contrincantes en las posiciones ideológicas en las que lo ha hecho afirma que el PP gobierna con socialdemócratas y con neofascistas, como en Andalucía, o en Madrid. Y ¿por qué no pacta con Pedro Sánchez que es otro socialdemócrata? Claro es que este señor debe estar en la ultraizquierda según los parámetros mentales de Casado. Al final nadie entiende nada, salvo que se han quedado en 66 escaños y que les van a acabar embargando la sede por deudas. Eso sí, ahora tendrán que parar la liquidación de los chiringuitos del PSOE andaluz para colocar a tantos que ya no tienen con qué comer. Un marrón para Moreno Bonilla que lleva unos días mirando para otro lado.
Las bases del PP, cuando pasen el duelo, esperan recuperarse en las autonómicas y locales. Los medios de la caverna ponen lo suyo mintiéndoles con artículos de brujería electoral, también dignos competidores de los IgNobel, diciendo que con unidad habrían ganado (falso porque el comportamiento electoral es contextual), que si con los votos de las generales lograrán gobernar en Comunidades Autónoma y Ayuntamientos (falso, porque el comportamiento puede cambiar y cambia dependiendo del nivel electoral, más la bajada de participación y la motivación). Pero Casado ya ha logrado centrar al PP mandando a los demás a los lados, el problema es que ni le creen los suyos, ni la ciudadanía. Por mucho que se haya cargado a Maroto y García Egea, el problema sigue siendo él mismo.