La XIV Legislatura arrancará este martes bajo la sombra de unas nuevas elecciones. Meritxell Batet será confirmada casi con toda seguridad como presidenta del Congreso de los Diputados, mientras Pilar Llop, jueza especializada en violencia de género, tomará posesión de la presidencia del Senado. La elección de Llop es un mensaje directo para la ultraderecha española que ha crecido exponencialmente en número de escaños: ni un paso atrás en la defensa de los derechos de las mujeres y en la lucha contra el terrorismo machista.
El mismo martes llegará el aperitivo del plato fuerte que será la sesión de investidura: la elección de la Mesa del Congreso de los Diputados, donde Vox se ha planteado el reto de colocar a alguno de sus representantes, un hecho que sería histórico, ya que nunca en democracia un miembro de la extrema derecha ha logrado llegar tan alto en las magistraturas de nuestro sistema político. Acto seguido llegará el momento del juramento o promesa de los parlamentarios, que tendrá su morbo con las habituales “coletillas” de acatamiento de la Constitución. Será el momento del ya clásico “por imperativo legal” que suelen emplear los independentistas de Esquerra, Junts per Catalunya, Bildu y la CUP, la formación antisistema que llega al Congreso con la misión de hacerlo “ingobernable”.
En la pasada legislatura, algunos diputados de Esquerra prometieron sus cargos por “la libertad de los presos políticos y exiliados” y por “la República catalana”, mientras otros de Unidas Podemos prometieron la Carta Magna “por la democracia y los derechos sociales”. A su vez, el presidente de Vox, Santiago Abascal, juró “por España” mientras otros diputados soberanistas la acataron “con lealtad” al mandato del referéndum de autodeterminación de Cataluña del 1 de octubre de 2017. Sin duda, ese será el primer rifirrafe de la legislatura que comienza a dar sus primeros pasos. La derecha, con más gasolina si cabe por la fuerza de Voz, calentará el ambiente alegando una nueva “humillación” de la Constitución por parte de los enemigos de España. El PP ya le ha pedido a Batet, o a quien controle la Mesa, que limite las distintas fórmulas de acatamiento, a lo que la diputada socialista ha respondido que en el caso de que salga elegida presidenta de la Cámara actuará como ya se hizo en mayo, aplicando el Reglamento y la jurisprudencia del Tribunal Constitucional (TC). Lo más probable es que finalmente PSOE y Unidas Podemos, con mayoría en el órgano de Gobierno, den por válidas todas las fórmulas de acatamiento ante las protestas de PP y Ciudadanos, que en la fallida XIII Legislatura llevaron el caso al TC. Estos recursos aún están pendientes de tramitación y sentencia.
También tendrá su interés ver en qué escaños del hemiciclo se sientan los diputados de Vox, ya que en la anterior sesión constitutiva ocuparon los asientos del PSOE, una especie de puesta en escena, a la vez que una usurpación simbólica de poder, que esta vez tendría mucha mayor potencia visual, ya que los cargos electos del partido verde son muchos más: tantos como 52 diputados. En Ferraz hay orden estricta de madrugar para que los neofalangistas no puedan dar el “escañazo” con la intención de colocarse en los primeros asientos del hemiciclo, chupando cámara y prietas las filas. Esa imagen que los ultras van buscando y que querrán vender como la reconquista del Parlamento español no dejaría de tener su impacto en la opinión pública.
Por lo demás, PSOE y Unidas Podemos han pactado un “cordón sanitario” para evitar que Vox tenga representación en la Mesa del Congreso. El PP, que con sus votos tiene asegurados al menos dos puestos, ha rechazado sumarse al veto, pero tampoco ha aclarado si prestará o no votos al partido de Abascal, según informa Europa Press. Los de Santiago Abascal, que con sus 52 diputados son la tercera fuerza parlamentaria, pueden conseguir por sí solos dos puestos en la Mesa (una vicepresidencia y una secretaría) siempre que no triunfe el “cordón sanitario” en su contra.
Socialistas y morados suman 155 diputados tras el pacto Sánchez/Iglesias, de modo que podrían hacerse con cinco de los nueve puestos. Para ello ya cuentan con el apoyo expreso de PNV, Más País y Compromís, que han anunciado que harán todo lo posible para excluir a Vox. Así las cosas, el reparto más probable, dada la correlación de fuerzas tras las elecciones del 10N, serían tres puestos para PSOE, dos para Unidas Podemos y el PP, uno para Vox y otro para Ciudadanos.
Concluidas las votaciones, los nueve diputados elegidos ocuparán sus asientos en la Mesa y la nueva presidenta irá solicitando de los demás diputados el juramento o promesa de acatamiento de la Constitución. El acto se cerrará con el discurso de la presidenta, que dará la bienvenida a sus señorías y declarará inaugurada la legislatura. Entonces empezará lo más difícil: que Pedro Sánchez reúna los apoyos necesarios para ser investido presidente. Algo que, a día de hoy, se antoja un imposible encaje de bolillos.