Desde que naciera en 2005, la Unidad Militar de Emergencias (UME de aquí en adelante) ha ido ganando presencia en el panorama nacional gracias a sus intervenciones en situaciones de catástrofe y emergencias. En el imaginario colectivo se suceden las imágenes de estos militares interviniendo en grandes nevadas, incendios salvajes o incluso en terremotos, como el sucedido en Lorca en el año 2011. Por tanto, su activación se asocia a crisis en territorio nacional, lo que le ha generado una muy alta valoración por parte de la opinión pública.
Sin embargo, la UME también es activada en el exterior cuando se producen situaciones de emergencias y se solicita la asistencia de España. Desde 2010, se ha desplegado en seis misiones en el exterior actuando ya sea bajo el mando de Naciones Unidas o bajo acuerdos bilaterales. Estas intervenciones han hecho que se convierta en una de las unidades de referencia a nivel mundial en capacidad de búsqueda y rescates urbanos, hasta el punto de contar con una escuela que forma distintas unidades de emergencia de países que aspiran a contar con un servicio similar.
Por todo ello, los despliegues de la UME son un instrumento más de la política exterior, enmarcada en su vocación multilateralista, y que demuestra su compromiso con la solidaridad; además, supone ganar influencia y prestigio en un momento disruptivo en el que determinados actores han decidido no asumir las tareas que anteriormente sí aceptaban, lo cual dispone un escenario beneficioso para España.
La calificación de la ONU, fundamental
International Search And Rescue Advisory Group (INSARAG en sus siglas inglés) es la red global que la ONU creó en 1991 y que se encarga de los asuntos vinculados a la búsqueda y rescate urbano (USAR, en sus siglas en inglés), la cual establece unas normas mínimas para operar en situaciones de emergencia, independientemente de su naturaleza. Superar las pruebas para obtener la calificación INSARAG permite poder participar en las misiones tuteladas por la ONU. España se dio cuenta de la importancia de formar parte de esta red de manera accidental en 2010, cuando acudió a las labores de rescate y reconocimiento después del terremoto de Haití. Al no contar con la calificación tuvieron que retrasar 36 horas su intervención, tiempo perdido en el que tuvieron que esperar en República Dominicana hasta que la diplomacia española pudo solucionarlo, tal y como explican el teniente coronel Serra y el comandante González Garrido. Serra, además, fue el encargado de liderar las acciones para obtener la acreditación y es el actual punto de contacto con el INSARAG.
Turnos de trabajo bajo la dirección de la AECID
Operar a las órdenes de la ONU implica aceptar una serie de normas, entre ellas ir siempre desarmado. Cuando se despliegan en una zona catastrófica, el país receptor asume la seguridad absoluta de todos los efectivos desplegados, lo cual es una tarea muy delicada debido a que en situaciones de emergencias se produce un fuerte deterioro de las condiciones de seguridad. De esta manera, los efectivos están totalmente dedicados a la tarea de búsqueda y rescate. Para ello se organizan en turnos de 12 horas continuas de trabajo, dedicando el resto del día al descanso y al desplazamiento desde el campamento a la zona afectada (se guarda una distancia de seguridad entre ambas ubicaciones, a veces de varios kilómetros). Esta dinámica se mantiene durante 2 o 3 días en España y hasta 7 en el extranjero, aunque las circunstancias puedan obligar a prolongar algún día más el servicio. Las misiones en el exterior están dirigidas por un miembro de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), dependiente del ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación.
Formación de unidades de emergencias centroamericanas
La vasta experiencia acumulada por la UME ha permitido crear la Escuela Militar de Emergencias, desde donde se imparten distintos cursos. En noviembre de 2016 se firmó un acuerdo con la Conferencia de Fuerzas Centroamericanas (CFAC), integrada por el Ejército de Guatemala, Fuerzas Armadas de El Salvador, Fuerzas Armadas de Honduras, Ejército de Nicaragua y las Fuerzas Armadas de la República Dominicana. El objetivo era “definir las condiciones generales que deben regir en la cooperación militar en aspectos de entrenamiento e intercambio de experiencias entre los participantes en el ámbito de las Unidades Militares de Emergencia”. Dentro de este marco de cooperación en materia de defensa, el acuerdo técnico comprende el desarrollo de siete actividades: asesoramiento; promover la formación de personal; proporcionar apoyo y monitorización; intercambio de información sobre la gestión de emergencias; propiciar asistencia de personal; definir otras actividades de interés acordadas por ambas partes; y realizar proyectos comunes.
Amenazas globales: NQRB
Una de las unidades más singulares de la UME es el Grupo de Intervención en Emergencias Tecnológicas y Medioambientales (GIETMA, en sus siglas), cuyos efectivos son elegidos entre unidades de élite del ejército y cuentan con una alta capacitación profesional y técnica previa, de hecho, se consideran totalmente instruidos a los dos años de formación continua. El GIETMA se encarga de la lucha contra la contaminación medioambiental, y entre sus capacidades sobresale la identificación química provisional y confirmada; la toma de muestras NRBQ (Nuclear, Radiológica, Biológica y Química); intervención en accidentes industriales; contención y recogida de hidrocarburos; o el tratamiento de aguas contaminadas. Una de las últimas adquisiciones ha sido el vehículo Velire, vehículo único en este campo y que detecta nubes químicas a distancia.
Efectivos del GIETMA forman parte en los despliegues de la UME, lo que ha consolidado su efectividad. Las labores de descontaminación son esenciales al enfrentarse a labores de descontaminación de restos biológicos (cadáveres). “El mundo NRBQ es algo global, transfronterizo, y solo tenemos una oportunidad”, concluye el capitán Corrochano, jefe de la plana mayor del GIETMA. También colaboran con centros universitarios, como es el caso del acuerdo que tienen con la Universidad de Alcalá de Henares, con quienes crearon en 2012 un exitoso máster en Ingeniería de Seguridad contra Incendios, de reconocido prestigio internacional.
Asumir responsabilidades en el contexto internacional
Partiendo de la premisa de que la reciprocidad es un principio básico en las relaciones internacionales, España busca consolidar su liderazgo internacional en un escenario cada vez más complejo. Como recordaba recientemente el almirante Martínez Núñez, actual SEGENPOL, “el paraguas del multilateralismo nos da una fuerza sin la cual incluso la acción individual de los estados no podría realizarse”. Para ello, y como se recoge en el documento “Estrategia de Acción Exterior”, publicada por el ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, el despliegue de las Fuerzas Armadas busca contribuir a “mejorar la imagen y aumentar el prestigio de España a través de numerosas operaciones de carácter humanitario, paliando efectos de catástrofes y resolviendo situaciones muy difíciles para nuestros nacionales en el exterior”. La importancia de la diplomacia pública en la política exterior del siglo XXI hace imprescindible mantener todas estas iniciativas activas y en constante revisión.
Promover la asistencia humanitaria para la recuperación de zonas catastróficas es uno de los elementos que debe incluir una política exterior. Este objetivo se cumple aceptando unas responsabilidades que facilitan el mantenimiento de la paz y la seguridad en una época en la quese están imponiendo corrientes nacionalistas que desatienden las necesidades ajenas. Manteniendo estos esfuerzos, España demuestra un alto grado de responsabilidad en un momento en el que países de su entorno europeo están dando lamentables muestras de egoísmo, véase el caso de Italia o Hungría. Que países que por capacidad y potencial desatiendan las obligaciones que les corresponde, constituye un error incluso para sus intereses porque significará que no han comprendido que vivimos en una sociedad abierta y global en la que todos y todo está conectado.
Mediante su presencia en zonas donde se han producido graves daños, España gana una posición de respeto e influencia, especialmente entre los países latinoamericanos, con los que le une unos fuertes lazos históricos, culturales, políticos y económicos. La diplomacia pública permite crear una red de colaboración y alianzas que se cristalizarán en una mayor influencia en el tablero internacional, más cuando determinados actores estatales están optando por reducir su presencia y, por lo tanto, dejando un vacío que ocupar. Esto se concreta en una mayor protección de los intereses del Estado y sus empresas, acceso a información relevante que permita actuar con mayor precisión o a una mejor situación para negociar tratados. Por último, hay que destacar los beneficios que supone participar en estas operaciones internacionales en términos de reputación. La imagen que proyecta un país es decisiva y más en una etapa disruptiva como la actual, donde el prestigio a veces es demasiado líquido.