Cuando Christopher Lasch escribió su libro La rebelión de las élites solo estaba presentando lo que en aquel momento era la parte visible del iceberg de una gran escisión entre la coalición dominante y el resto de la ciudadanía. Pese al aviso del pensador nadie le tomó en serio, todos miraron hacia otro lado y afirmaron que se estaba exagerando. Michael Cain afirmó no hace mucho que prefería ser pobre fuera de la Unión Europea que rico dentro de ella pues entendía que mantenía su soberanía. En el plano teórico podía ser algo aceptable pero la práctica real demuestra que tampoco el Reino Unido ha obtenido su liberación soberana, están en manos de la misma clase dominante que maneja la UE.

Se alaba el trabajo de desmantelamiento de Javier Milei del Estado populista generado por tanto años de peronismo de derechas e izquierdas, más todo lo que se robaron los dirigentes argentinos. Ardua labor, sin duda. Lo que se esconde es que Milei, pese a todo lo que diga, está al servicio de esa coalición dominante que se ha escindido de las ciudadanías occidentales. ¿Piensan que le alagaría Elon Musk si hubiese implantado una verdadera soberanía en Argentina (más allá de eliminar las burocracias e ineficiencias del Estado)? Musk o Bill Gates no son más que las dos caras que ofrece la coalición dominante para aparentar una verdadera disputa por dos formas de entender el mundo, cuando en realidad no es más que una engañifa pues ambos tienen los mismos objetivos. Lo que cambia es que Gates confía es sus políticos “a sueldo” mientras que Musk y Donald Trump no. A uno no le importa la regulación y a los otros sí. Pero usted, pobre ciudadano, les importa una higa.

En España existe una queja legítima por parte de los agricultores pues los productos marroquíes, por una de esas regulaciones de la coalición dominante, no pasan los mismos controles fitosanitarios que los que tienen los productos de la UE. ¿Han visto preocupación real de los partidos políticos? No, porque las grandes corporaciones que están detrás del mercadeo de productos así lo han mandado. Como están detrás del acuerdo UE-Mercosur. Un papero de Colombia entregará por una miseria su producto a una gran corporación para que esas patatas sean vendidas en Europa. Lo mismo pasará con la carne argentina o con otras materias primas más deseadas. ¿Pasan y pasarán los controles fitosanitarios iguales a los de aquí? No. Es como algunos títulos universitarios que se otorgan en las miles de universidades de garaje que existen por aquellas tierras y que están instalándose ya en la propia España (especialmente en Cataluña, Madrid y Andalucía).

Una escisión amparada por la clase política

La UE ha acabado siendo el estercolero de la coalición dominante y la Comisión el brazo ejecutor de toda la agenda de esa elite que tan solo piensa en salvar sus cuentas de resultados y seguir ejerciendo su poder sobre gran parte de la humanidad. Una coalición que se sabe escindida pero lo disfraza con distintas formas, algunas aparentemente antagónicas —hay que entretener al personal—, para goce y disfrute de la ciudadanía. En todos los países occidentales se está estableciendo la polarización mientras sus ganancias siguen aumentando. Decía no hace mucho Giorgio Agamben que la pandemia supuso un gran golpe a la ciudadanía y que la clase política hizo y deshizo sin vergüenza alguna. La cuestión va más allá de lo expuesto por el filósofo italiano. Gracias a ello se pudo comprobar el nivel de resistencia de las poblaciones a los abusos, lo que ha acelerado la agenda mediante líderes populistas que están al servicio de la coalición, polarización, inmigración masiva, acuerdo comerciales perjudiciales para ambas partes, etc.

Todo ello contando con la aprobación de la clase política. Si se fijan bien, en España no ha habido la menor queja o noticia alarmante sobre el acuerdo UE-Mercosur. Los medios, que está tan comprados como los políticos, han hablado de ello pero como si se ofreciese el parte meteorológico o los resultados deportivos. Lo mismo sucedió con otros acuerdos o casi todo lo que tiene que ver con las grandes corporaciones. Quienes se quejan dejan de recibir contratos publicitarios o son peor posicionados en los distintos buscadores de noticias. Nadie abrirá un debate en el parlamento español porque los principales dirigentes están tan entregados a la mascarada de la clase dominante que saben a qué atenerse.

Pedro Sánchez es la cara de una de las partes de esa coalición dominante y él es consciente de ello porque se lo han expresado. Por cierto, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha determinado que las hipotecas bajo el IRPH son un fraude ¿verán a cualquiera de los gobernantes y al ministro de economía decir algo? No. Saben que los bancos no necesitan publicidad en contra y que las personas demanden ante los tribunales masivamente. El gobierno ejercerá de muro de contención y la oposición también. Retomando el hilo argumental, Sánchez es el representante de esa parte de la clase dominante que está empobreciendo y destruyendo Europa en favor de un falso humanismo —cabe recordar que el humanismo llevado al extremo conlleva violencia y dictadura— y un ecologismo embaucador —internet genera más CO2 que los pedos de las vacas o la industria nuclear—.

Alberto Núñez Feijoo, por su parte, ejerce como impulsor del libre mercado (de los demás) y del capitalismo de amiguetes. Unos amiguetes que son, más allá de los típicos empresarios nacionales, grandes corporaciones que lo mismo se quedan con miles de pisos públicos, que gestionan los medicamentos y la investigación médica, que controlan las televisiones, la música o lo que se debe comer y vestir. Dicen pagar impuestos —cada día piden que se les baje a sus empresas pero se le aumenten a los ciudadanos—, pero en realidad no lo hacen y recuperan con creces lo abonado gracias a políticos como Feijoo.

En ambos casos son parte de esa escisión de la coalición dominante respecto a la ciudadanía. De hecho son conscientes, por lo que dicen y hacen constantemente, que ellos también están escindidos del resto de sus congéneres. No dudan nunca en qué hacer cuando son ellos los que salen beneficiados; no dudan en polarizar a la sociedad para que parezca que hay agendas distintas; pero actúan siempre en comandita cuando los intereses de los menos deben ser defendidos frente a la población en general. Por mucho que hablen y digan que tal o cual acuerdo es beneficioso para el campo español, por ejemplo, al final lo acaban resumiendo en que es una cosa de la UE y que no se puede hacer nada. Lo mismo harán Macron, Meloni o cualquier otro. Es como cuando estaban preocupados por la despoblación de buena parte de España y tomaron al decisión de que lo mejor era enseñar informática…

Se han escindido y no les importa. Incluso quienes aparentemente dicen cosas que pueden resultar contrarias a las posiciones de esa coalición dominante, no son más que agentes supuestamente externos pero necesarios para la legitimación de toda la agenda globalista. Verán a unos defendiendo a Palestina y a otro a Israel. Unos a Al Assad y otros a los moderados yihadistas. Una gran mentira porque todos los españoles están en venta al mejor postor.

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