Hay que tener mucha cara para aparecer en los medios de comunicación para afirmarse como la «verdadera izquierda». Más si quien lo hace es de eso que se llama Podemos. Más si quien lo hace es alguien que ha tenido responsabilidades ministeriales en el Gobierno de España y se ha bajado los pantalones —muy fashion-progre, eso sí— ante todas las propuestas que perjudica a la clase trabajadora, por no hablar de la mujer. Pues ahí tienen a Irene Montero, que sigue en el momio europeo, afirmando «Uníos entre vosotros (PSOE-Sumar) y dejadnos levantar la verdadera izquierda». Porque ella, ha proseguido, quiere una «izquierda fuerte», pura, única, de los penes lesbianos y los vientres de alquiler. ¡Ah no! Esto no lo ha dicho pero lo ha hecho.

Que esta mujer todavía ande buscado casito y carguito en la política española —la Unión Europea es la basura de los países, aunque no debería ser así, pues se manda a los más (ponga usted su adjetivo)— tras lo cometido en sus años de Gobierno… Ha tragado con todo aquello que ha venido haciendo daño a la clase trabajadora, a las clases populares, a los autónomos, a la clase media —da igual aspiracional que imaginaria que real—, esto es, a los no poderosos; ha tragado y postulado la Ley del sí es sí que ha tenido las consecuencias que todo el mundo conoce; ha postulado dejar a la mujer como una mierda poniendo por delante a cualquier persona que sienta que es esto, lo otro, o un koala. Y ¿viene ahora con exigencias? ¿Con purezas?

Piensen por un momento que todo aquello no ha pasado, que no viajó a EEUU a restregarse ideológicamente con todo el Partido Demócrata con la chupipandi… ¿qué es la verdadera izquierda? Porque esto de autocalificarse de ser más izquierda que nadie no es nuevo —ya decía con mala leche Alfonso Guerra que a su izquierda el abismo, el caos, que no se podía estar más a la izquierda que él—, de hecho es algo común a cualquier ideología. Miren la querella que tienen los liberales con Donald Trump. ¿Qué es la izquierda verdadera? ¿La imaginaria e inmaterial que postulan desde Podemos? ¿La totalitaria que persigue al discrepante dentro y fuera del partido? ¿La izquierda caviar malasañera? ¿Los burgueses bohemios? ¿Qué es?

Pueden apostar pajaritos contra corderos que ni ella lo sabe, si es que sabe de algo. Esto se lo ha dicho quien mueve los hilos por detrás y que ha ajusticiado a Ione Belarra que era la que viene dando la cara… para que se la partan. ÉL que no hace más que utilizar a su pareja de epíclera. ÉL que se ha introducido en lo más profundo de la caverna a salvar el mundo pues ha podido ver la idea en su completa pureza —¿con las setas socráticas? Qui lo sa—. Todo huele a mantener el patrimonio pues los negocios parece que no van tan bien, ya que pensaban que por ser elles, les elegides, iban a acudir las masas a cogerse tremenda cogorza.

Hay que volver al pasado y ver cómo los cristianos debatían aquello de si cualquiera se salvaba por la mera fe o por la fe más las obras. En la tradición católica se salvan por fe y obras, en las herejías por la fe solamente —por cierto esto podrían aplicárselo algunos—. En este caso la izquierda verdadera es pura fe porque las obras son tan liberales como toda la tradición de la filosofía francesa —por si no lo sabían Juan Carlos Girauta ha descubierto que Michel Foucault es útil al liberalismo… le ha costado años y no haber leído a unos cuantos autores que lo afirmaron hace veinticinco años, lo menos— y argentina ante la juran lealtad toda esta banda de aprovechados.

Carecen de obras de izquierdas durante todo el tiempo que estuvieron en el Gobierno ¿cómo pueden haber llegado a ser la izquierda verdadera? Hegelianamente no puede ser porque se habría negado a sí mismos y la síntesis no puede ser igual que la tesis. Entonces, ¿qué le lleva a Montero y demás chupipandi a decir que representan la izquierda verdadera? Las ganas de vivir del cuento. No busquen más. No hay más. Entre otras cosas porque no existe una izquierda verdadera como no existe una derecha verdadera. Y no por relativismo sino por pluralidad de teorías y prácticas, lo que impide establecer con claridad un marco fijo. Y no, no vale sacar a pasear la momia de Marx para aparentar. De hecho Marx hubiese corrido a gorrazos a todes.

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