Lo bueno de haber leído (y entendido) a Niklas Luhmann o Louis Althusser es que se gana en perspectiva general y se abandonan los análisis peregrinos del todo a cien propios de periodistas, verduleras de las ondas o politólogos/sociólogos/filósofos de saldo. Ante cualquier situación nada mejor que ampliar el análisis hacia el sistema y sus relaciones, o hacia la estructura y las relaciones de reproducción. Intentar ver qué ha pasado o cuál ha sido la causa (o causas) que genera el cambio en el sistema es mucho mejor que hablar de estrategia de maestro, genio de la maldad electoral, que si esto o que si lo otro propio de los doxósofos de izquierdas y derechas.
La decisión de Pedro Sánchez de adelantar las elecciones generales al 23 de julio tiene una causa profunda e importante que ha sido ignorada por la mayoría de analistas (cuando menos los que escriben en cualquier medio subvencionado por la clase política). Hace ya muchos meses, en Diario 16 Mediterráneo se ofreció una exclusiva que pasó sin pena, ni gloria entre las noticias del colorín político, la demagogia partidista y la más que conocida publicidad del político de turno (de turno que pone dinero, evidentemente) entre los medios de comunicación. La Unión Europea había decidido que España tenía que rebajar considerablemente su deuda (actualmente en 1,5 billones de euros) ya, para este mismo año.
La decisión de Sánchez de adelantar elecciones era conocida por muy pocos colaboradores y se consolidó la opción de julio tras la última visita de los hombres de negro de la UE. Presumiendo que se perdería mucho poder autonómico y municipal, el equipo más cercano ya tuvo clara la posibilidad de convocatoria adelantada: Sánchez no quiere repetir una campaña electoral con numerosos recortes a la espalda como le sucedió en su momento a Alfredo Pérez Rubalcaba (cuando José Luis Rodríguez Zapatero hizo mutis por el foro). Sánchez no quería verse en la tesitura de no poder ofrecer ningún tipo de inversión o populismo de gasto.
Conocedores de esto, cuando menos los ministros del PSOE, en Moncloa han evaluado que mejor una campaña electoral en julio para poder prometer quince mil millones de cosas o euros que jamás van a poder cumplir. Toca reducir gasto corriente a toda prisa y aumentar algunos impuestos a las clases más bajas, más cuando se quiere estar a final de año en un endeudamiento del 3,5% anual. Mejor intentar vencer, con distintas estrategias (que ahora sí encajan dentro de la postura general), en julio que vérselas en diciembre con numerosos recortes detrás de las espaldas. A esto añádanle que sus socios de gobierno, desde el conglomerado brilli-brilli hasta secesionistas y ex-etarras, le pondrían las cosas muy difíciles, incluso dimitiendo para hacer ver lo malo que es.
Mejor que sea Alberto Núñez-Feijóo el que, de ganar, se coma la cantidad de recortes y no él. Y si venciese, los recortes y la mano dura de los hombres de negro unionistas serían una buena estratagema para intentar algún tipo de Gran Coalición (desde luego desde la UE presionarían lo indecible). También puede suceder lo contrario, que pierda, entregue la cuchara y deje al PSOE descabezado y lleno de sanchistas sin oficio, ni beneficio en la tesitura de apoyar al PP en este tramo de recortes y de crisis técnica que se viene. Una Gran Coalición por dos caminos.
Tanto para salvar un poco la cara (no aguanta su ego quedar en el mismo nivel de ZP no sabiendo afrontar la crisis económica), como para desarticular (¿como ha prometido a las élites globalistas?) a toda la izquierda brilli-brilli, es por lo que ha convocado las elecciones. Sin duda, como dicen algunos, ahora todavía tiene una mínima posibilidad apelando al voto del miedo y de reunir en su persona a toda la izquierda, pero lo principal es tener las manos libres para afrontar el tiempo de recortes de gasto corriente que se viene: reducir ministerios y canonjías; quitar chiringuitos autonómicos, etc. Si pierde, él ya tiene su cargo apalabrado (se habla de UE u OTAN) y deja el marrón a los que vengan detrás. Ya saben aquello de “Para lo que me queda en el convento, me cago dentro”.
Por desgracia para Sánchez y sus palmeros no hay una estrategia elaborada y ganadora detrás de todo esto, hay canguelo más bien y mucha egolatría. Prefiere destrozar todo y dejar hecha añicos la deuda para que se la coma Feijóo, antes que ser él quien asuma la responsabilidad. Por eso convoca al comienzo de la presidencia de turno de la UE. Con lo que a él le gusta aparentar, la pompa y la circunstancia, sólo algo mucho peor le podría hacer adelantar elecciones: quedar como un presidente más nefasto que ZP en la historia de España. Al tener garantizado el cargo, se lleva todo por delante como si fuese Atila. Política de tierra quemada y sal en el campo para que no crezca nada. Pura hybris. Sin estarlo, la realidad es que España comienza a estar intervenida económicamente. O como dijo aquel “¡Es la economía, idiota!”.