El PSOE ha sacado un argumentario feminista para dejar claro algo tan obvio como que hay una clara distinción sexual entre hombre y mujer y que el género es una construcción social que desiguala a las mujeres por el hecho de serlo. Materialismo (sexo) e idealismo/simbolismo (género) como mecanismos de explotación y opresión sobre las mujeres han estado ahí desde el “estado de naturaleza”. Sin embargo, la secta queer, porque hablar de teoría es casi un insulto al resto de teorías, lleva demasiado tiempo intentando destrozar la lucha feminista con sus invenciones desconstructoras, llegando a negar incluso la misma materialidad sexual que, como todo lo material, es la base de la explotación y la desigualdad. Esto se ha visto claramente en los ataques recibidos por la escritora J. K. Rowling al defender a la mujer como sujeto del feminismo y de las reivindicaciones del mismo (lean este artículo de Elena de la Vara que explica perfectamente cómo es la polémica). A la mujer y no a la mujer trans, la cual no deja de ser el caballo de batalla de la secta queer. No es que el colectivo trans (hombres y mujeres) no deban tener su propio sujeto y el respeto a sus derechos humanos, eso es obvio, pero intentar deslegitimar a la mujer feminista para destruir el movimiento del 50% de la población mundial es una cuestión que va más allá de los derechos humanos.
El argumentario del PSOE, ya que en otros lares de la izquierda están más en la ideología sistémica de lo queer, es claro: “El sexo es un hecho biológico. […] El género es la construcción social del sexo con el que se nace. […] El género es una herramienta analítica que está siendo utilizada ahora por determinados movimientos para sustituir al propio concepto de género […] Por ello las mujeres socialistas pretendemos su abolición para conseguir la emancipación de las mujeres. […] Si se niega el sexo se niega la desigualdad que se mide y se construye en base a ese hecho biológico. La identidad sexual es un término consolidado que viene a definir cómo una persona se siente con respecto a su cuerpo y si hay, o no, correspondencia entre el sexo biológico con el que se nace y aquel con el que se siente identificado. Cuando no es así se trata de lo que conocemos como transexualidad. La identidad de género, término más reciente, se lleva a cabo al margen del sexo biológico y no representa una disconformidad con el mismo, es decir, pueden sentirse mujeres con un cuerpo de hombre o viceversa”. Con pueden observar algo que nadie pondría en duda salvo que hay otras intenciones. Por este escrito que es reconocido por el 90% de las personas que tienen sentido común las feministas socialistas, estén en el PSOE, en el PCE o sean solamente militantes feministas, han estado recibiendo ataques continuados y calificativos de transfobas (o TERF en su acrónimo en lengua extranjera que es más cuqui y cool). ¿En qué momento hacen alguna discriminación hacia el colectivo trans? En ningún momento. Solamente defienden lo que es obvio, que el sexo como materialidad biológica está ahí y condiciona la construcción social del género en contra de la mujer. Que el colectivo trans tiene sus peligros, hay países en los que son asesinadas y asesinados, sí. Que hay que destruir el sujeto del feminismo para incluirles, no. Tan sólo dicen eso.
Toda la secta queer parte de las elucubraciones mentales de Judith Butler (o Julia Kristeva) quien niega la existencia de materialidad sexual y todo lo lleva a un sentirse de tal o cual forma y a identidades múltiples según les parezca en ese momento. De ahí que destruyan la identidad sexual, clave para la lucha feminista, en favor de la identidad de género como mucho, porque hay ocasiones en que la deconstrucción es total y no queda identidad en sí misma. Pero esto sería acabar en una posición metafísica tan absurda que no merece la pena insistir. Realmente lo que se pretende desde el el mundo queer no es más que el borrado de la mujer en sí. Para ello utilizan de forma interesada una formulación de Jacques Lacan, la cual es tergiversada, retorcida y aplicada a sus intenciones de borrado de la mujer (curiosamente no del hombre). El psicoanalista francés dijo en sus cursos de 1975 que “la mujer no existe” es un “no-todo”, un mero significante vacío. Deliberando sobre la teoría del falo freudiana, Lacan entendía que no existía una categoría universal “mujer” que conformase parte del universo simbólico. Algo que ha sido cierto durante la mayoría del tiempo de existencia de las mujeres. Como elemento simbólico, que no material-sexual, no ha existido la mujer. Hasta anteayer cualquier pensador hablaba de los derechos del hombre, como otro de los tergiversados habituales, Michel Foucault, quien afirmó en Las palabras y las cosas que el hombre como figura del pensamiento no existió hasta finales del siglo XVIII.
Lacan tenía razón en que la mujer no había existido como grupo homogéneo y con identidad simbólica. Bien al contrario, quedaba la feminidad subordinada al falo (tener o no tenerlo como mecanismo de identidad). Esto lo ha tomado al pie de la letra el mundo queer para intentar borrar a la mujer al significarla como significante vacío y, por tanto, poder llenarlo de lo que apetezca sin tener en cuenta la materialidad sexual. Como dicen desde el mundo queer la categoría mujer es sólo “el resultado de procesos psíquicos de los que no pueden dar cuenta la biología ni los procesos sociales” (Sean Homer, Jacques Lacan. Una introducción. Plaza y Valdés). O como dice Butler, los cuerpos no se pueden dar por supuestos porque son algo que se adquiere y acaban remitiendo al lenguaje y el proceso de significación. Que es como decir que usted tiene vulva o pene no por biología sino por significación lingüística. Olvidan todas que Lacan acabó afirmando que “el cuerpo existe” y que “es imposible de aprehender por medio del significante”, a pesar de toda la construcción social que existe. Lo que las feministas llaman género, vamos.
Partiendo de lo anterior, bastante resumido y para la mayoría seguramente peñazo o incompresible, el mundo queer se ha lanzado al cuello de las feministas de forma misógina y sin hacer distinciones entre heterosexuales o lesbianas. Frases como la del titular “me vais a comer la polla”, de mujer evidentemente, son el caldo común que deben aguantar mujeres comprometidas como Paula Fraga, Laura Redondo, Alicia Miyares y tantas otras. Como dice Fraga, lo queer no deja de ser otro mecanismo del sistema opresor para perpetuarse en el tiempo. El problema mayor reside que ese feminismo queer está instalado en el propio gobierno, en concreto en el ministerio de Igualdad y en formaciones como Podemos, IU o Más Madrid. De ahí que los ataque, en ciertas ocasiones, sean aún más virulentos porque no se defiende una posición ideológica (algo que podría ser entendible) sino una posición de poder, compadreo y subvención. Se ataca a las mujeres socialistas y/o comunistas que defienden el feminismo tal y como es para deconstruir a la mujer, borrarla y que todo sea sentimiento. Es tan estúpido como el intento de borrado que se hace de la clase social, otra materialidad en constante lucha ideológica, lo que se pretende hacer con la mujer. Pero es normal porque el liberalismo siempre ha sido muy partidario de las identidades individualistas (al menos desde John Stuart Mill) y el neoliberalismo ha visto en lo queer y el sentimiento una fórmula para acabar con el movimiento que realmente está poniendo en solfa al sistema capitalista y al patriarcado sobre el que sustenta parte de su poder. Fíjense que desde la derecha se ha intentado criminalizar, en España, el 8-M o al gobierno socialcomunista. Un elemento simbólico, como es el día de la mujer trabajadora, y un significante que no encaja con la realidad (en el gobierno hay personas que se sienten socialistas o comunistas, que lo sean es harina de otro costal). El sistema aprovecha lo queer, lo deconstructivo, contra la mujer en el seno mismo del feminismo y en la batalla de la ideología dominante. Con todas sus extravagancias, performances, batucadas y demás “posmocosas” destruyen simbólicamente al sujeto mujer.
Con lo que les ha costado a las mujeres construirse como elemento socialmente simbólico, ahora desde el supuesto feminismo se quiere borrar de nuevo ese sujeto simbólico. ¿Al hombre? A ese no se le borra, se le acusa de machismo y a seguir campando a sus anchas. Entienden ahora por qué la vicepresidenta Carmen Calvo defendía con uñas y argumentos que el PSOE siguiese teniendo Igualdad bajo su mando. No era por cuestiones de dinero, sino porque el sujeto mujer está en peligro si no se le defiende. Igual no ha quedado comprensible al ser un hombre quien ha escrito estos párrafos, pero no quieren que la mujer sea un sujeto fuerte que pelee por la igualdad real, por acabar con la ideología que la oprime y por ello le cuelan caballos de Troya. ¿Tiene el colectivo trans derecho a ser respetado? Sí, pero sin necesidad de acabar con el “sujeto mujer” materialmente determinado, como personas tiene el derecho humano a ser respetadas. Por cierto, ¿se han olvidado que desde el ministerio de Igualdad se quería calificar a la mujer como “progenitor gestante”? Eso es lo queer que ataca a la mujer para borrarla.
No soy una feminista informada, pero yo lo que veo -se lo he oído en una charla a una psicóloga, es la pretensión del movimiento gay de lograr que se apruebe la gestación subrogada y, por otra parte, lograr en los procesos de divorcio que la madre no sea tenida en cuenta a la hora de quién se queda con los hijos.
Una vez desaparecido, el sujeto mujer no existe. Y si no existe, no hay madres, abuelas, hermanas. Es decir, las mujeres dejaríamos de existir como seres humanos.
Muchas gracias, Sr. Aparicio por sus artículos, a mí me ayudan mucho.