Es curioso que la mayoría de personas que han salido en tromba para defender a monseñor Reig Pla, por la polémica de sus palabras sobre la discapacidad, no hayan caído en cuenta en algo, cada una de sus defensas de la supuesta doctrina de la Iglesia católica era más salvaje que la anterior. Por un sencillo detalle que luego se comprobará y que es negado en el Evangelio y en la Doctrina que se puede comprobar en el Catecismo.
¿Qué dice la Doctrina sobre el pecado original? Todo el pecado debe verse en relación a la Revelación (Jesucristo) porque sin ello no tendría sentido ese término. Si Cristo es la fuente de la gracia, Adán es la fuente del pecado. Hasta ese punto de la historia hay que trasladarse, entonces. El pecado original, producto de la libertad, se produjo por querer el ser humano saber todo sobre el bien y el mal, producto de ello perdió la inmortalidad y la frugalidad de la vida y tuvo que pasar a trabajar duramente y morir. ¿Qué quiere decir esto? «El hombre depende del Creador, está sometido a las leyes de la Creación y a las normas morales que regulan el uso de la libertad» (Catecismo 396). El pecado, por tanto, está vinculado a seguir las normas del Creador. Al ponerse el ser humano por delante de Dios cometió el pecado y perdió la inmortalidad que tenía en el paraíso. Así se explica la inclinación al mal del ser humano que Jesucristo vino a solventar.
«Es un pecado que será transmitido por propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales. Por eso, el pecado original es llamado «pecado» de manera análoga: es un pecado «contraído», «no cometido», un estado y no un acto» (Catecismo 404). Por el bautismo este pecado queda superado, el pecado original originado que dirían los escolásticos, pero no aquellos que se pudiesen cometer durante toda la vida. El pecado original no es una falta de cada ser humano sino una herida, la concupiscencia, pues no tiene una naturaleza totalmente corrompida. Los protestantes y el neopelagianismo entienden esto de forma muy distinta. Como resumen léase lo que dice el Catecismo en su apartado 418: «Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana quedó debilitada en sus fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al dominio de la muerte, e inclinada al pecado».
Por todo ello Joseph Ratzinger/Benedicto XVI en Creación y pecado (EUNSA) habló de superar el pecado original siguiendo a Cristo, esto es, el ser humano debe volver al amor/caritas pues es un ser relacional, un ser que necesita al otro (y al Otro) en una relación plena, no falseada. O lo que es lo mismo eliminar el mal mediante el amor al que es capaz el ser humano si sigue al Creador: «El hombre tiene su mismidad no sólo dentro de sí, sino también fuera: vive para aquellos a los que ama; para aquellos gracias a los cuales vive y para los cuales existe. El hombre es relación y tiene su vida, a sí mismo, sólo como relación. Yo solo no soy nada, sólo en el Tú y para el Tú soy Yo-mismo. Verdadero hombre significa: estar en la relación del amor, del por y del para. Y pecado significa estorbar la relación o destruirla. El pecado es la negación de la relación porque quiere convertir a los hombres en Dios» (p. 26).
Se pasa del bien y el mal a hablar de enfermedades, que se supone son producto de la condición mortal del ser humano, aunque en el Génesis no se dice nada sobre si Adán y Eva no sufrían ningún tipo de enfermedad física, desde luego sí la del alma, la cual es la que realmente preocupará a Jesucristo, los apóstoles y muchísimos teólogos que vendrían después. De ahí que el propio hijo del hombre dijese que la ceguera no era producto de los supuestos pecados de sus progenitores sino para que las obras de Dios se manifestasen en él (Jn 9:1-3). Entonces las enfermedades ¿no son producto del pecado original? La realidad es que las discapacidades no son enfermedades, ¡¡¡salvajes!!!
¿Qué diría el venerable siervo de Dios, sí ¡Venerable Siervo de Dios!, Jérôme Lejeune al escuchar al obispo y a todos los que han manifestado que la discapacidad es una enfermedad? El genetista francés que descubrió la trisomía 21 y que tanto luchó por la dignidad de las personas con síndrome de Down les correría a gorrazos. Las alteraciones genéticas, como ha demostrado la ciencia y ha aceptado la Iglesia católica, no son producto de ningún pecado original, son eso, alteraciones. Hacer como algunos científicos que sitúan a Dios como un lanzador de dados es estúpido, pero pensar que un ser humano es un enfermo de nacimiento es enfrentar la riqueza del Creador como bien indicó su hijo. El problema es que a todas las personas que han tenido alguna discapacidad genética se les ha tratado a lo largo de la historia como producto del pecado cuando el propio Jesucristo ya había advertido en contra de ello —recuerden las estupideces sobre los zurdos—. Todos los seres humanos son dignos porque están hechos a «imagen de Dios».
Quienes, como el obispo emérito, hacen ver que las discapacidades son producto del pecado original, de una enfermedad, sí que están pecando. Esas personas son producto de la pluralidad que Dios quiso para sus hijos. Porque el verdadero pecado original es del alma, no del cuerpo. Si el alma está en correspondencia con los mandatos del Señor, ni el cuerpo —la lascivia, por ejemplo— puede. El diablo tiene, sin duda, formas muy curiosas de manifestarse y una de ellas es quitar la dignidad de todos los seres humanos. Todos. Sin excepción. ¿Dónde pone en el Génesis, el Evangelio o el Catecismo que alguien con discapacidad es un enfermo?