Son numerosos los columnistas que en redes sociales pontifican como si fuesen seres puros que levitan o caminan sobre las aguas, lejos de la inmundicia política que se vive en España. Su rigor ético asombra tanto como la hipocresía que realmente practican con los medios en los que escriben y/o discuten (radios y televisiones). Los que participan en las diversas tertulias ya muestran ciertas carencias personales porque lo analítico pierde en favor de polémico, pero esos que solo escriben en periódicos o revistas son casi peores.

A todos ellos caben preguntar: «¿Leen los periódicos en los que escriben?». Puede parecer banal la pregunta pero si están de acuerdo con la línea editorial del periódico en el que escriben ¿por qué van impartiendo homilías éticas o políticas a los demás? No es comprensible que un columnista de un periódico que alaba ciertos aspectos de dictaduras antiguas o actuales acaba pontificando sobre la democracia como si no pasase nada. «¡Oiga, que usted me está señalando por comportamientos democráticos que a su juicio son incorrectos pero quien le paga alaba dictaduras». Esto ocurre con demasiada frecuencia, sea Franco o Maduro el dictador.

O ese intelectual que va levitando por las calles, mostrando su pía catolicidad y escribe en un medio, que se dice católico, pero no hace más que insultar a personajes de la vida política, abrazar el liberalismo más salvaje y mentir como si un hubiese un mañana demostrando carecer de cualquier atisbo de caridad. O ese otro que nos habla del peligro de la ideología y en su medio defienden la más dura de la ideologías, la dominante. O ese otro que escribe casi compungido por la deriva que está tomando el sistema, pero a la par escribe en un medio que es impulsor de esa estrategia de polarización. O esa otra, porque también están ellas, que defiende el feminismo clásico pero su medio suda machismo por cada uno de los bytes. O quien dice que el capitalismo es malo y escribe en uno de los más firmes defensores del capitalismo más destructivo.

Seguro que usted, lector, es capaz de poner más de una cara a cada perfil reseñado. En la prensa deportiva, al menos, son menos hipócritas, todos son del Real Madrid y se venden a Florentino Pérez. Como sucede con los que escriben panegíricos de Pedro Sánchez (algunos provocan hasta vómitos), Alberto Núñez Feijoo o la gran financiadora y sostenedora de medios de derechas Isabel Díaz Ayuso. En estos últimos medios los hipócritas éticos y estéticos abundan porque le dicen a usted que se está atacando a la prensa libre (el otro) cuando cobran a fin de mes por haber vendido su pluma a un cargo público.

No se fíen de esos que van de puros por las redes sociales porque acaban tragando con el gran Mamón, como todos, y cobran de lo público tanto como critican que otros lo hagan. Los impuros, los que reconocen sus pecados originales, son bastantes menos, pero sin duda más libres y menos hipócritas. Pueden no gustar pero no generan el vómito intelectual (y en algún caso físico) de los que se sitúan con los hunos y los hotros por cuarenta monedas. Cuando vean a algún puro no se corten y pregúntenle «Antes de darme la tabarra ¿lee usted el periódico en el que escribe?».

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