La inmediatez de la información y el voluntarismo parecen ir de la mano en la política española. Se dicen estupideces mucho más rápido que antes y se cree que por expresar deseos los mismos se cumplen. Así le ha pasado a Joaquín Leguina quien, en un alarde de voluntarismo, de soberbia y de carencia de escrúpulos, ha aventurado que se va a juntar con unos amiguetes más para reconstruir el PSOE y “sacárselo de las manos al traidor Sánchez” (le ha faltado decir). No se sabe lo que desayuna el expresidente de la Comunidad de Madrid, pero sano no debe ser por las palabras que profiere. Entre otras cuestiones porque, analizando la realidad, está más cerca de que le pongan las dos monedas en los ojos que de llevar a las masas a la conquista de Ferraz. Con 78 años cumplidos y estando la sanidad madrileña como está, le convendría más bien cuidarse de los resfriados y dejarse de batallas.
Si lo ha dicho para fardar con Carlos Herrera, locutor al que esperan en Somalia con los brazos abiertos, y que le siga llevando al programa, se pueden aceptar sus palabras. El problema es que lo ha dicho en serio y creyéndoselo él mismo. Es más hasta reconoce no estar solo en tal esfuerzo de acoso y derribo contra Pedro Sánchez. Supóngase por un momento que realmente se diese esa posibilidad de que un grupo de gentes se junten para derrocar al secretario general actual ¿quiénes son los que le acompañarán a día de hoy? ¿José Acosta, Jaime Lisawetsky, Joaquín Almunia y Tomás Gómez? ¿Habría que añadir a Alfonso Guerra y Juan Carlos rodríguez Ibarra? ¿Les apoyarían algunos barones actuales? Sólo con leer los nombres da pánico y pesar a la vez, entre otras cuestiones porque si setentones que sólo juran en neoliberal piensan que las bases del PSOE les pueden apoyar es que hace tiempo que no saben ni lo que hay dentro del PSOE. Además, de que sería una reconstrucción para poco tiempo ya que al resto de conmilitones de Leguina les quedan también pocos años de vida.
Supóngase que sí que se juntan todos esos ¿saben que aún quedan dos años para que se convoque un Congreso y primarias? Con eso de que no les gustan las primarias igual han pensado que se las pueden saltar. O tienen cierta demencia propia de la edad que les impide ver que están en otra coyuntura que no es la de la mesa camilla de antes. Es más ¿de dónde han sacado la idea de que habría gente dispuesta a apoyarles para derribar al presidente del Gobierno? Otra cosa no, conspiraciones todas las que quieran gustan a los socialistas, pero son bastante disciplinados y respetan a quien ostenta el Gobierno. No todos los militantes del PSOE son sanchistas, pero de ahí a apoyar a Leguina y Guerra hay un gran trecho. Es más sólo de pensar que esos son los opositores igual hasta se convertían a la fe sanchista. Si no han palmado en estos dos años y no han perdido la chaveta más de lo que han hecho hasta el momento (curioso que la derecha sólo encuentre septuagenarios para criticar al gobierno del PSOE), igual podrían participar en las primarias.
¿Para qué quitar a Sánchez? “Para recuperar el PSOE que se formó en las afueras de París en 1974” ha afirmado Leguina. Lo primero es que eso no se lo cree ni con grandes cantidades de licor en el cuerpo porque, hay que recordar, él fue uno de los enterradores del PSOE marxista que surgió de Suresnes. Un PSOE que apoyaba la autodeterminación de los pueblos de España, propalestino, imbricado en la lucha de clases y republicano. Es más, en lo orgánico los delegados eran elegidos directamente por las agrupaciones locales y había pluralismo ideológico, tanto como para permitir a Leguina (que por cierto en 1974 no militaba en el PSOE sino en grupúsculos de vanguardia pequeño burguesa que luego conformarían Convergencia Socialista) y otros ser socialdemócratas y no ser expulsados del partido. La falta de memoria igual le puede a Leguina porque es casi seguro que el PSOE de 1974 no lo quiere, sino el de la línea que se mueve de Guerra que surge tras el abandono del marxismo con su carencia de democracia interna. Ese es el que le gusta a Leguina, mandar y que callen todos. Un PSOE entregado a lamer las posaderas al monarca, besar las botas del Imperio y tragar con lo que digan en las altas esferas. Sin un cuerpo ideológico definido pero muy mucho español. No es que el actual PSOE sea mejor y tenga clara la ideología (con decir que se es de izquierdas vale), pero peor que el que quiere Leguina sin duda no lo es.