Perdonen que vuelva a utilizar la primera persona en esta columna saltándome un tanto lo periodísticamente correcto, pero casi lo necesito para desahogarme por la pesadilla que supone –al menos para mí como articulista- la figura del presidente del PP. Un año llevo escribiendo casi el mismo artículo sobre Pablo Casado. Con sus variaciones, sus coyunturas, sus contextos varios, sus discursos del momento, pero siempre el mismo y con la misma conclusión: el pepero es una persona incapaz para la política de dirección. Igual como machaca de partido tiene algún valor. Lo mismo se puede decir actuando de pelota lamebotas de cualquier persona con más dotes. Pero siempre la misma conclusión, Casado no está capacitado para dirigir nada bien por personalidad, bien por capacidad intelectual, bien por ética. En todos los casos siempre le sale a perder.
Algunas personas, incluso, me han llegado a decir que deje de escribir sobre este ser de la política, que al fin y al cabo estoy dando pistas para que le cambien o sus asesores aprendan. Seguramente ni me lean por lo que no existe el peligro de que aprenda. Difícil, por otra parte, pues no fue capaz de aprender cuando debía –ni economía, ni derecho, ni nada en realidad-, ahora bastante menos. A la política hay que llegar aprendido y con experiencia vital. Ni lo uno, ni lo otro se puede decir en el caso del pepero pues siempre ha vivido a la sopa boba del PP y como el resto de su vida se lo ha inventado ¿qué experiencia va a tener?
Habla de liberalismo y desconoce sus valores; habla de derecho y desconoce las leyes; habla del valor de la administración pública pero siempre pone ejemplos de empresas privadas que maman de la teta del Estado; habla de lo que sea y siempre se sabe que sólo son mantras, instaurados durante años en el PP, y que en el contexto actual ya no tienen valor alguno, electoralmente hablando. Un tipo que es incapaz, con toda la prensa de su parte –o contra el gobierno de coalición-, de ganar alguna elección en la que toma parte –Feijóo le paró los pies y venció- y que ha situado a los menos listos del partido en las presidencias regionales para que no se note lo suyo, no debe optar a presidir el país.
¡Qué peligro!
Y así día tras día me toca hablar de esta persona, creo, sin merecer tanta atención. Pero como me he autoimpuesto no hablar de los fascistas de Vox para no darles publicidad –excepción hecha de algún artículo formativo para pararles en redes sociales-, como Ciudadanos ya ni existe, pues es evidente que me queda Casado y su alegre muchachada de ineptos.
La verdad es que cuando estaba Albert Rivera podía alternar. Daba mucho juego, como lo daba Juan Carlos Girauta –en camino de dar el salto al fascismo como Gentile en su momento, pero con bastante menos capacidad intelectual (o ¿sólo lo hace para tener sexo como cuando se hizo maoísta?)-. Ahora ni están ni se les espera. De hecho el libro de Rivera no lo han comprado ni en su familia porque ya es un no-ser. Dice alguna cosa en twitter pero como si hablase a una pared. Ahora sólo queda Casado arrastrándome hacia sus tonterías. Porque me gustaría escribir cosas de agit-prop, cosas formativas, cosas históricas, pero cuando me hallo pensando sobre el tema… ¡zas! Casado dice algo que me lleva irrefrenablemente al teclado para señalar la mentira, el ocultamiento de la verdad, su complicidad con la clase dominante o la estolidez que puede llegar a alcanzar en algunos momentos.
Hoy sería un buen momento para desenmascarar al camarlengo monclovita, Iván Redondo, después de la lamida de botas que le han dado desde El país. Cómo se nota que hay millones frescos a repartir entre la prensa y en Prisa están tiesos. Como tiesa está la presidenta del banco de Santander, quien controla de momento al grupo mediático. Desenmascarar todos esos supuestos logros obtenidos por su persona y que no dejan de ser falsos en la mayoría de las ocasiones. Incluso en la comunicación, eso que tanto le alaban los meapilas pelotas, falla una y otra vez. Tiene la suerte de que enfrente no hay nadie. Una prensa de derechas engreída que no ven las fallas del sistema monclovita. Y no saben atacar… claro que esto igual no es conveniente que lo explique me dirán la mayoría de lectores. ¡Bien! Justo cuando me propongo analizar al camarlengo, leo la última tontada de Casado y me obliga a escribir sobre él.
También podría escribir sobre la desaparición de facto de eso que se llama Unidas Podemos, de los fuertes rumores de salidas camino a la calle Ferraz de algunos y algunas dirigentes. Podría escribir sobre la nimiedad que supone un personaje como Alberto Garzón. Lo repienso y me digo “hoy no que ha hablado Casado”. Podría contar que Enrique Santiago ha llevado al PCE a pasar por la derecha al PSOE en la realidad de lo ideológico y lo práctico, pero llega Casado y pide el despido gratuito y que las empresas ni paguen la Seguridad Social y me desvío. Podría hablar de lo que supone el sanchismo para la actividad interna del PSOE, un partido completamente esclerotizado en lo ideológico, en lo militante…, pero Casado culpa a Pedro Sánchez de haber matado a las personas por coronavirus y se me pasa. Me gustaría escribir sobre el proceso de dominación de las distintas cúpulas partidistas, explicar las similitudes que hay entre Pablo Iglesias, Inés Arrimadas, Santiago Abascal, Casado o Sánchez, pero IDA propone una cartilla de origen nazi y me despistan –Ayuso y Casado son tal para cual, paridos por la misma madre Esperanza Aguirre-.
Sí espero poder publicar, ahora que se van a ir de vacaciones todos unos días ¡Qué alegría!, sobre cómo domina la clase dominante en España. Varios artículos sobre la misma temática, con la única intención de formar a las personas un mínimo para que no las engañen, ni los poderosos, ni la clase política. Una quincena sin Casado es como pasar un fin de semana con la pareja y sin críos revoloteando alrededor. Pero como suele suceder –acaban llamando por teléfono-, seguro que publica alguna foto o dice alguna gilipollez y ya me desvía del tema principal. No me deja ni en sus vacaciones tranquilo. 365 días al año escribiendo sin faltar y me tiene que chafar algo más de 300 el señor este. Antes con M. Rajoy había donde elegir y profundizar. Con Casado no se puede profundizar porque con un cubito de playa vale para llenar todo lo que es. Y encima no es gracioso y tiene un lenguaje no verbal de cansino de discoteca. Si es que no sé por qué sigo hablando de este tipo… ¡Hala! Lo dejo por hoy que seguramente estén ustedes tranquilos tumbados en la playa y con este tipo se les amarga el día. No prometo no volver a escribir sobre él, pero tengo que hacerme una cura de casadismo.
¡Qué cansino!
¡Suélteme el brazo!
¡Qué si quiere bolsa!