El 20 de agosto de 2022 la periodista rusa Darya Dugina murió en un atentado terrorista. Una bomba lapa o parecida hizo estallar el coche en el que se trasladaba.
Si leen el anterior párrafo sin ningún tipo de contexto o conocimiento pensarán que o bien han sido los servicios secretos de Vladimir Putin, o bien ha sido, como dicen algunas fuentes, un comando ucraniano como venganza por la guerra con Rusia. Descontextualizado no se puede entender, más allá de la misma dignidad de cualquier vida humana, con todo lo que ello significa. No es sólo la muerte de una persona inocente sino que se asesinó a la hija de un pensador, de un filósofo, de un teórico…
Su padre Alexandr Dugin –contra quien realmente parece que estaba destinada la bomba- es el mayor teórico del nacional-bolchevismo. Una extraña fusión de elementos conservadores, fascistas y comunistas a los que se une un nacionalismo exacerbado. Un pensador que dicen es el preferido de Putin (por aquello del destino manifiesto de Rusia que ha venido expresando Dugin) y que ha tenido bastante influencia en distintos grupos por toda Europa. En España misma hay diversos grupos que se reconocen en ese nacional-bolchevismo del pensador ruso. Anti-occidentalista, euroasiático y antiliberal.
Quienes han pensado en el atentado (no extrañaría que hubiese alguna agencia no ucraniana detrás también, ahora verán por qué) no estaban atacando a una persona más o menos conocida o influyente al no poder atacar directamente a Putin. Eso lo podrían haber hecho con cientos de generales o diputados sino que estaban intentando acabar con la Idea. Mejor dicho, con el poder de la Idea.
Persecuciones históricas
Hace unos días el régimen dictatorial de Daniel Ortega (Nicaragua) capturó y se llevó a algún tipo de prisión al obispo Rolando Álvarez. No lo hizo porque el dictador sea ateo, o quiera acabar con el catolicismo dentro de su régimen, esto le da un poco igual si no se desmandan. Lo ha capturado porque Álvarez tiene la auctoritas suficiente para transmitir la Idea o Ideas contrarias al régimen. Es el símbolo lo que se apresa o sacrifica antes que a la persona. Lo mismo sucedió tiempo ha con monseñor Óscar Romero y los jesuitas que fueron asesinados en San Salvador.
A lo largo de la Historia han sido numerosos los pensadores que han sido apresados y/o ajusticiados por las ideas que transmitían. Sócrates fue obligado a tomar la cicuta. Pablo fue decapitado, Pedro crucificado y ya saben sobre los demás mártires. Maquiavelo fue perseguido y desterrado. Spinoza tres cuartos de lo mismo. En el régimen del Terror durante la revolución francesa lo primero que hicieron los jacobinos fue guillotinar a los pensadores contrarios. En España son numerosos los ejemplos de pensadores en el siglo XIX que pasaron por prisión por pensar distinto al gobernante de turno.
El fascismo italiano metió a Gramsci y unos cuantos más en la trena. Franco tampoco se anduvo con chiquitas al respecto, como no lo hizo Stalin. Y así cualquier régimen político. Incluidas las democracias, que han “provocado” accidentes o se han inventado delitos para encerrar o silenciar a los pensadores que no podían atraer a la ideología dominante (red Gladio, por ejemplo).
El peligro del pensamiento disidente
Siempre han sido más peligrosos para cualquier grupo en el poder los pensadores que los soldados. Al fin y al cabo a éstos se les ha podido convencer más fácilmente de servir a otra causa con diversas estratagemas y aumentos de sueldo. A lo largo de la historia el pensador crítico ha sido perseguido, especialmente cuando sus ideas calaban entre la población o las clases que aspiraban a dominar el sistema.
Cuando dicen que las ideas no importan, algo que no es más que una forma ideológica de dominación, mienten porque siguen teniendo fuerza. De ahí que todos los partidos políticos expulsen e impidan la acción de los teóricos dentro de sus aparatos de poder. De ahí que grandes libros de pensamiento estén siendo publicados, con suerte, en editoriales pequeñas o medianas. De ahí que cuantas menos asignaturas de humanidades o similares se impartan en la educación obligatoria sea algo en lo que hay consenso de todos los grupos.
Intentar matar a Dugin y haber acabado con su hija Darya no es sólo una cuestión bélica, es algo más que una reprobación ética. Se está aniquilando el pensamiento disidente (algo que siempre ha hecho la CIA, por cierto), se está aniquilando una parte de la libertad del ser humano fundamental (pensamiento y expresión), se está atacando a todas las personas por mucho que no se compartan las ideas de Dugin (lo mismo se puede decir de un cristiano, un socialista, etc.). Sin voces críticas el mundo no será mejor sino mucho peor. Da igual un pensador, que un poeta, que un escritor o cualquiera de sus familiares para amedrentarles.