La Asociación Española de Afectados por la Enfermedad de la Silicosis (AEPSIS) ha llevado al Parlamento español el drama de los trabajadores enfermos por haber manipulado encimeras de cocinas fabricadas con aglomerado de cuarzo, un material altamente tóxico que ha provocado una auténtica epidemia, según informó en exclusiva Diario16. En las últimas semanas la organización ha mantenido una reunión con diputados de Izquierda Unida, entre ellos María Jesús Amate, y con el delegado de esta formación por la provincia de Almería, Gabriel Sánchez Martínez, así como con un representante del sindicato Marea, para tratar la problemática del “reconocimiento de la enfermedad profesional de la silicosis de los trabajadores que trabajan o han trabajado en la fabricación y en el elaborado (mecanizado) de los materiales denominados aglomerados de cuarzo”, según un comunicado de la asociación. Los integrantes del colectivo también se han reunido con diputados de Podemos y con otras asociaciones de afectados por silicosis, como ANAES (Cádiz) y OSILICE (Porriño, Pontevedra). Tras muchos años en el olvido, los enfermos de la silicosis del aglomerado han emprendido una lucha contra las administraciones para que se les reconozca la enfermedad profesional.
Un informe de Comisiones Obreras del año 2012 arroja datos preocupantes: al menos 700 trabajadores andaluces (el 15 por ciento de los 5.000 empleados del sector) sufren este mal, y 35 han muerto ya a causa de una dolencia silenciosa de la que nunca, hasta hace unos años, se había hablado en España.
Los aglomerados de cuarzo, utilizados en la fabricación de encimeras de cocinas y otros productos del hogar, son materiales sintéticos en forma de tableros de más de 3 metros de longitud y con un espesor de 12, 20 y 30 milímetros. Compuestos en su mayor parte de sílice (cristobalita) la proporción de este compuesto llega a alcanzar hasta el 92% del material. El resto, entre un 8 y un 15%, es una resina termoplástica de naturaleza poliéster que da el colorido a las encimeras mediante pigmentos inorgánicos y orgánicos.
Según AEPSIS, estos materiales en su proceso de fabricación producen gran cantidad de polvo de sílice, cuarzo y cristobalita, que afectan gravemente a los trabajadores que lo respiran y que terminan desarrollando la enfermedad de la silicosis. El polvo de sílice se introduce en los pulmones y sus partículas actúan como auténticas cuchillas, “de tal forma que va cerrando la cavidad pulmonar, disminuyendo la capacidad respiratoria del afectado, que incluso puede llegar a morir por asfixia”. A pesar de que actualmente las empresas fabricantes ya realizan los procesos automatizados, siguen apareciendo casos de trabajadores afectados por la temida silicosis, tanto en las plantas de producción como en las fábricas de mecanizado. La eliminación del polvo que se genera en el proceso de fabricación de las encimeras y una protección adecuada de los operarios son la única defensa que existe para combatir la enfermedad.
La silicosis es una enfermedad silenciosa que no tiene cura y que va avanzando lentamente hasta que el enfermo muere por asfixia, como denuncian dos viudas de trabajadores fallecidos en la comarca del Valle del Almanzora. Los que contraen la enfermedad sufren una muerte lenta, agónica, hasta que sus pulmones dejan de funcionar. Los últimos meses de vida se convierten en un auténtico calvario para los pacientes, ya que tienen que vivir pegados a una máquina asistida para poder respirar y permanecen largos periodos de ingreso en cuidados intensivos.
AEPSIS lucha por que se reconozca la silicosis como enfermedad profesional, con todos sus derechos. También pretende lograr mayor agilidad de la administraciones a la hora de detectar la enfermedad de aquellas personas con problemas respiratorios (no confundir el diagnóstico con otros tipos de causas: tabaquismo, neumonía, resfriados); y agilizar el protocolo PISA por parte de los médicos y mutuas cuando un trabajador de este sector se queja de problemas respiratorios, derivándolo urgentemente al hospital comarcal correspondiente. También pretenden reclamar la responsabilidad de las empresas hacia los trabajadores que manipulan aglomerados de cuarzo y un mayor control de las mutuas para detectar la silicosis en grado 1 y que no avance a grado 2 o 3.