“Las revoluciones no se cuentan se llevan a cabo” podría ser un eslogan para todos los críticos que asoman cada día en los medios de comunicación para criticar a Pablo Iglesias. Es de primero de políticas (o de sentido común) que si se quiere orquestar una operación contra el líder del partido, lo primero es no difundirlo a los cuatro vientos y lo segundo ejecutar la acción… si puedes claro. Todo lo demás va en detrimento de las propias posiciones y te puedes cargar por el camino el partido al que pretendes salvar. La manía de hablar de lo interno en medios de comunicación, que es uno de los grandes lastres de Podemos, como si así se fuese más transparente o más democrático, lastra cualquier ejercicio de debate o de crítica en el Consejo Ciudadano. Todos acaban conociendo la posición de todas.
Airear los trapos sucios de manera personal y frontal es un error porque, como sucede con los casos de Ramón Espinar y Oscar Guardingo, acaban siendo señalados por los y las inscritas como traidores. Cuando se airean las desavenencias de forma tan cruda y existe un líder con tanta auctoritas como Iglesias, lo normal, a lo largo de la historia, es que se acabe pereciendo en el intento. Tener la razón, por muy convencido que se esté de ello, no habilita para no tomar decisiones inteligentes. Es comprensible que ante la llegada del CC del próximo sábado, a los críticos les hayan venido las prisas para que sus posturas puedan tener cabida. Pero si es algo que no es de uno solo, sino que se ha debatido y comentado entre varias personas, algunas de las cuales podrían estar presentes el día indicado, es preferible callarte. Y si quieres ejercer la libertad de expresión mejor no estar a todas horas en televisión.
Lo que están consiguiendo Espinar y Guardingo, especialmente el primero, no es poner sobre el tapete una serie de críticas muchas posiblemente acertadas, sino dar alimento de fácil deglución para las masas a la Caverna. Da igual que Espinar ni se postule, ni tenga un candidato, sólo con aparecer en los medios da pie a que sus palabras sean tergiversadas. Y como toda la ciudadanía que ha votado a Podemos no está constantemente al tanto de lo que pasa, sino que como mucho ven lo que les pasan en grupos o lo que dicen los principales medios de comunicación, acaban siendo presa fácil de los medios cavernarios. Al final a los críticos les pasa como en el mito de la caverna a quien había conseguido ver las verdaderas formas, es asesinado por quienes permanecían en la caverna que no le creyeron. Por tanto un doble error de principiante si lo que se quiere es que las propias posiciones sean debatidas e, incluso, refrendadas por la mayoría.
Curioso que el día en que Iglesias acudía a ver a Felipe de Borbón, distintos medios de comunicación hayan requerido a Espinar para tenerle todo el día en cartelera mediática y se haya publicado el artículo de Guardingo. Contraprogramación de la caverna para que lo que pueda decir el secretario general cause menos impacto o quede distorsionados por la suciedad que se introduce en el canal comunicativo. O bien no se dan cuenta de que están siendo utilizados, o bien se han lanzado a una guerra sin cuartel que perderán. También puede darse el caso de que sea una forma de justificar el irse a McMadrid como ha llamado Jesús Ausín al errejonismo. En todo caso, cualquiera de las tres fórmulas no ayuda a establecer un debate serio y necesario, porque lo paradójico es que es necesario aunque intemporal como ya dijimos.
¡Que vuelvan los burgueses bohemios!
Estos pueden ser los errores más graves (hablar a destiempo y alimentar a la bestia), pero no son los únicos. El debate debe situarse no en los nombres sino en la visión de conjunto en la que debería encajar Podemos, en la estrategia a seguir y en el claro problema estructural y de dirección. Sin embargo, lo que más suena y resuena es que Espinar y Guardingo quieren que vuelvan Errejón y cía., Bescansa, Bustinduy y otros compañeros de fatigas. Justo se habla de nombres cuando no se quería hablar de ellos sino de ideas. Y si bien muchas personas son recuperables, como por ejemplo Lorena Ruíz Huerta, los errejonistas es posible que ya no sean bienvenidos en Podemos. La salida de los McMadrid y la mala uva empleada contra Podemos en la campaña no son el mejor aval para recuperarles. Roma no paga traidores y las bases podemitas menos.
El errejonismo es feliz siguiendo su camino que no es otro que seguir al ungido caudillo de la verdad de la izquierda (caviar) y Podemos ya verá qué hacer. Además, no hay que dejarse deslumbrar por el resultado en Madrid, eso pasa una vez y no dos, y no hay garantías de que se pueda extender con éxito. Con el añadido de que los medios no le van a alimentar porque ya cumplieron su cometido que ha sido casi hacer desaparecer a Podemos en Madrid. Las personas que han apoyado a Errejón posiblemente vuelvan a Podemos o al PSOE, pero lo que interesa a la formación morada son aquellas que se abstuvieron, no que vuelva Íñigo Errejón y los burgueses bohemios. Seguir a la beautiful del progresismo postmoderno lo único que puede provocar es que las personas de las capas populares abandonen y los “bobos” acaben votando a Ciudadanos que es su cubículo natural.
El debate estratégico y orgánico.
Curioso que lo que menos se ha difundido es la crítica, muy lícita de Espinar y Guardingo al deseo de Iglesias de pactar con el PSOE. ¿Sería mejor que Podemos no estuviese en el Gobierno y apoyase desde fuera tipo Portugal? ¿Es de fiar Pedro Sánchez en sus pactos con la formación morada o hay que vigilarlo de cerca? Ambas preguntas son claves en lo que hoy en día está pasando y es algo que se debería debatir con amplitud de miras y pluralmente en el Consejo Ciudadano. Ambas posiciones son legítimas y tienen inconvenientes y beneficios para Podemos. En contra la visión de entregados al establishment, pérdida de capacidad de impugnación del sistema, etcétera. A favor que se puede ganar visibilidad, capacidad decisoria y generar confianza en las personas para que no vean a Podemos como una “banda de extremistas” como venden en la Caverna.
No han dicho los críticos una cuestión estratégica, que deberían haber hecho de forma particular, y que en estos momentos podría ser clave. Debería Iglesias callar durante un tiempo, hacer una campaña de silencio hasta que Sánchez se posicione, que no sepan a qué estás jugando desde el mismo sábado. Aunque se decida entrar en el Gobierno, callar y esperar. Si no ha llamado ni a Iglesias, ni a Garzón, ni al Baldoví, mejor estar callados y que comiencen a pensar que se han enfadado y que ya igual ni se vota a favor. Es más ni responder mensajes o llamadas en unos días. Mejor que decir que a Podemos no le da miedo que haya nuevas elecciones que piensen que eso puede pasar. La comunicación de Iglesias está siendo nefasta en este sentido. Silencio total.
Y ¿qué hacer con Podemos como organización a futuro? Casi todas las inscritas y los inscritos no verían con malos ojos una Asamblea Extraordinaria donde se debatiese con tranquilidad, en varios días y no de forma atropellada como pasa en Vistalegre, participando organizaciones muy diversas, círculos (los que queden), intelectuales, partidos extranjeros, lo que se decida. En vez de una Universidad de Verano, una Asamblea de Verano donde, después de que se sepa qué hace el gobierno en funciones, se trabaje por el futuro de la formación morada. Esto es mucho mejor que lanzarse a un Vistalegre III o cualquier otro paso en falso. En verano, que las personas no quieren ni oír hablar de los “puñeteros políticos” y así todos pueden mirarse a la cara. Las han pasado canutas críticos y oficialistas con las campañas de acoso y derribo y esos lazos no se pierden así como así. Incluso hoy hay una campaña contra Iglesias, como denunciamos hace días, por eso no es bueno alimentar a la Caverna con posiciones legítimas, en muchos casos con mucha razón (en la parte organizativa sobre todo), porque se pierde la razón y la oportunidad. Es necesario que quepan los kichis, los espinares y los iglesias. Y si lo que se quiere es la revolución, ¡¡¡no la aviséis!!!